1 de Marzo, Día de los Héroes

En el calendario de efemérides de nuestra patria, trasciende con gran significación el 1 de Marzo día en que evocamos y honramos a todos los Héroes de nuestra patria, entre quienes están: los próceres de nuestra independencia, los que defendieron la patria durante la Guerra del 70, los que pelearon en defensa de nuestro Chaco y los que siguen luchando por el engrandecimiento de la nación, a pesar de todos, en forma silenciosa y tenaz, constituyéndose éstos, en héroes anónimos.

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Los nombres de cada uno de ellos, hombres y mujeres, beneméritos y beneméritas de la patria, honran y embellecen las páginas de la historia nacional.

La memoria de todos y todas, están destinadas a recibir por siempre la veneración y la gratitud del Pueblo Paraguayo.

Un recuerdo

En aquel junio de 1869, cuando tres naciones hermanas sin pena ni dolor masacraban a hombres, mujeres, niños y ancianos paraguayos, un norteamericano, el Brigadier General Martín T. Mac Mahon, se inspiró estos versos que transcribimos como un Homenaje a quienes ofrendaron sus vidas y sus obras, sin medir esfuerzos, por el bien del Paraguay.




¡Resurgirás Paraguay!

Bella y núbil República de la zona encantada,
Reina de mil arroyos: Tu nombre sólo ayer
desconocía el mundo, pero tu fuerte espada
te conquistó una gloria que nunca has de
perder.

¡Qué infortunio que el brazo de la guerra te arrastre
por el sangriento surco de un destino fatal;
que vándalos te traigan la ruina y desastre
por agua y tierra, en una porfía desleal!


Los campos en que yacen en su fúnebre lecho
tus legiones sagradas, vieron el esplendor
del escudo que cubre tu inmaculado pecho
y el ondear de tu ínclito penacho tricolor!

Si la paz con bravura y abnegación se gana
y el patrio honor de todos es el más alto bien,
deténgase la sangre que de tus venas mana
y de frescos laureles corónese tu sien.

Yo soy un forastero que por ti, noble tierra,
eleva sus plegarias cuando en torno el clarín
llama al combate, y ruge, sobre la vasta sierra
el cañón humeante, de uno al otro confín.

Y pide que tu estrella surja resplandeciente
como la más hermosa del cielo tropical,
cuando tus enemigos desisten del demente
sueño de hacerte esclava tras lucha desigual.

No te extrañe que el hijo de un país tan distante,
que vivió en estas horas de tragedia y de horror-
bajo tu cielo, y supo del frío fulgurante
que te infunde en la lidia tu bravo conductor,
suplique por los huérfanos que deja el holocausto,
por las viudas que lloren su infinito sufrir,
e imploren por el orto de un sol radiante y vasto
que inunde para siempre de luz tu porvenir.

La muerte de Polonia lloraron las naciones,
pero ninguna, para socorrerla empuñó
su espada; y no impidieron, con sus lamentaciones,
la iniquidad de un crimen que a todas mancilló.

No temas que te llegue semejante destino:
confía en el amparo de Dios y en su bondad,
pues tú con sangre escribes un decreto divino
que dispone el rescate de tu sacra heredad.

Adiós, soberbios bosques del Paraguay, umbríos
naranjales, llanuras y praderas en flor,
donde, en alegre danza, se deslizan tus ríos
como un desfile eterno de cristal y rumor;
Y vosotros, collados, que el poderoso aliento
recibís de los Andes, o el saludo del mar,
o la caricia helada con que, en alas del viento,
las nieves patagónicas os vienen a besar;
Vosotras, Cordilleras, donde, en cada pendiente,
la libertad aguza sus lanzas para herir,
mientras sus campeones, entre el eco rugiente
del combate, vigilan sin comer ni morir;
que la paz os devuelva la verdura hoy marchita
de vuestras empinadas cumbres, cuando el cañón
hostil ya se resuene y a la presente cuita
reemplace del trabajo prolífico la acción.

Mujeres paraguayas, cuyo gentil semblante
no revela a los ojos que por primera vez
os miran., la bravura que hay en nuestro talante,
la espartana energía que hay en vuestra altivez.

¿Qué pueblo que ha criado tales hijas debiera
despertar? ¡y qué hijos que hubisteis de nutrir
lograrán resignarse jamás a la extranjera
sumisión y ante un trono cobardes sucumbir?

No serán ciertamente quienes aquí, agrupados
en torno a sus fogatas, en este anochecer
sobre la serranía, se preparan callados
para la nueva lucha que el día ha de traer,
y alientan en sus pechos heroicos la esperanza
de escarmentar al triple conquistador audaz,
para entonar mañana sus himnos de bonanza,
de reconocimiento, de júbilo y de paz.

Que así sea. Y ahora, con amarga tristeza,
debe partir -con el alma llena de gratitud-
quien admiró tu clima, tu cielo, tu belleza,
¡Oh, esmeralda preciosa del hemisferio sur!

debe volver al suelo de sus mayores; suelo
que habitan hombres libres y donde todos ven
ansiosos los estragos de este implacable duelo
y a Dios por ti suplican y te desean bien!
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