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"Acordate de dejarle su cigarro y su caña al Pombéro"; "el menor de siete hermanos varones va a ser el Luisón": estas y otras afirmaciones siguen tan vigentes en pleno siglo XXI, y son muy conocidas por todos los paraguayos, especialmente por los niños, que, emocionados, escuchan con atención las historias fabulosas transmitidas de generación en generación, auténtica herencia inmaterial de nuestro pueblo. Por Sergio Armoa (18 años)
No importa que, a medida que vamos creciendo, creamos cada vez menos en esas historias (aunque hay gente que a pesar de ser adulta defiende a capa y espada los mitos y leyendas como reales), porque ellas nunca pierden su magia y su fascinación; las mismas que nos encantaron de pequeños y que, ya grandes, no dudamos en transmitírselas a los niños. Ellos disfrutan enormemente de estas historias tan llenas de imaginación e ingenuidad, en el mejor sentido de la palabra.
Los mitos más conocidos, legados por los guaraníes, son aquellos de Tau, el espíritu del mal, y la hermosa doncella Kerana, junto a sus siete abominables y especiales hijos: Teju Jagua, Mbói Tuî, Moñái, Jasy Jatere, Kurupi, Ao Ao y Luisón, cada uno de ellos con sus características e historias forjadas con el tiempo. También están otros personajes, tales como el famoso Pombéro, el Póra, Malavisión, el Karai Octubre, los más conocidos; Marangatu, Japeusa, Tupinamba, Porãsy, Rupave, Guarasyáva, etc., entre los menos conocidos.
Las leyendas no se quedan atrás, y son tan variadas y abundantes como enigmáticas, sobre personas, acontecimientos y fenómenos inexplicables. Así tenemos, por ejemplo, la leyenda de los hermanos Tupi y Guaraní; la de Pai Sumé (o Tomé), identificado por algunos como el apóstol Tomás, que enseñó a los guaraníes las virtudes de la yerba mate; las de Kai y Urutaú; la leyenda de San Blas, patrono del Paraguay; sobre el origen de los lagos Ypakarai e Ypoa; la Virgen de Caacupé; sobre el Ykua Bolaños, etc., innumerables, en fin, que enriquecen nuestro acervo cultural y fortalecen nuestra identidad basada en la amalgama hispano-guaraní.
No importa que, a medida que vamos creciendo, creamos cada vez menos en esas historias (aunque hay gente que a pesar de ser adulta defiende a capa y espada los mitos y leyendas como reales), porque ellas nunca pierden su magia y su fascinación; las mismas que nos encantaron de pequeños y que, ya grandes, no dudamos en transmitírselas a los niños. Ellos disfrutan enormemente de estas historias tan llenas de imaginación e ingenuidad, en el mejor sentido de la palabra.
Los mitos más conocidos, legados por los guaraníes, son aquellos de Tau, el espíritu del mal, y la hermosa doncella Kerana, junto a sus siete abominables y especiales hijos: Teju Jagua, Mbói Tuî, Moñái, Jasy Jatere, Kurupi, Ao Ao y Luisón, cada uno de ellos con sus características e historias forjadas con el tiempo. También están otros personajes, tales como el famoso Pombéro, el Póra, Malavisión, el Karai Octubre, los más conocidos; Marangatu, Japeusa, Tupinamba, Porãsy, Rupave, Guarasyáva, etc., entre los menos conocidos.
Las leyendas no se quedan atrás, y son tan variadas y abundantes como enigmáticas, sobre personas, acontecimientos y fenómenos inexplicables. Así tenemos, por ejemplo, la leyenda de los hermanos Tupi y Guaraní; la de Pai Sumé (o Tomé), identificado por algunos como el apóstol Tomás, que enseñó a los guaraníes las virtudes de la yerba mate; las de Kai y Urutaú; la leyenda de San Blas, patrono del Paraguay; sobre el origen de los lagos Ypakarai e Ypoa; la Virgen de Caacupé; sobre el Ykua Bolaños, etc., innumerables, en fin, que enriquecen nuestro acervo cultural y fortalecen nuestra identidad basada en la amalgama hispano-guaraní.