Francis Bacon, barón de Verulam (1561-1626)

La ciencia moderna se inicia propiamente con Francis Bacon. La principal obra de éste es el Novum Organum. Tradicionalmente el término Organon designa el conjunto de los tratados de lógica de Aristóteles que define a esta como instrumento de la ciencia.

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La obra de Francis Bacon se opondrá a esta concepción. El Novum Organum tiene, a la vez, un aspecto crítico de la ciencia tradicional y un aspecto positivo, una nueva forma de concebir la ciencia.

Bacon presenta una imagen de la naturaleza, según la cual, esta es fundamentalmente manipulable, transformable, objeto de explotación y de reconstrucción para el hombre. Al mismo tiempo, busca un icono de la verdad, según el cual no se llamará verdadera a la teoría que refleje una realidad inmutable y objeto de contemplación, sino a la que permita actuar de manera eficaz en la naturaleza y modificar lo dado.

A esta imagen de la ciencia sólo le faltaba un elemento para llegar a ser lo que hoy es: la matematización; pero esta tarea la realizaron Galileo, Descartes y Newton.

La disolución del cosmos
A partir de Bacon y los mencionados pensadores, comienza la disolución del cosmos, lo que significa la transformación de una idea: la de un mundo de estructura finita, jerárquicamente ordenado, un mundo cualitativamente diferenciado desde el punto de vista ontológico; esta idea es sustituida por la de un universo abierto, indefinido e incluso infinito, que las mismas leyes universales unifican y gobiernan; un universo en el que todas las cosas pertenecen al mismo nivel del ser, al contrario de la concepción tradicional, que distinguía y oponía los dos mundos del cielo y la Tierra.

Las leyes del cielo y la de la Tierra estarán fundidas en lo sucesivo. La astronomía y la física se hacen interdependientes, pero al mismo tiempo unificadas y unidas. Esto implica que desaparecen de la perspectiva científica todas las consideraciones fundadas en el valor, la perfección, la armonía, la significación y el designio.

Se produce desde entonces la geometrización del espacio, es decir, la sustitución de la concepción de un espacio cósmico cualitativamente diferenciado y concreto, por el espacio homogéneo y abstracto de la geometría euclidiana.

Una nueva cosmovisión
Lo que a partir de Bacon se hace no es destruir un mundo y sustituirlo por otro, sino reformar la estructura de nuestra propia inteligencia, formular de nuevo y revisar sus conceptos, considerar el ser de un modo nuevo, elaborar un nuevo concepto del conocimiento, un nuevo concepto de la ciencia e incluso un punto de vista bastante natural, el del sentido común, por otro que no lo es en absoluto.

Lo que en la filosofía anterior eran atributos accidentales del mundo físico, lo que para el filósofo natural eran en realidad cualidades secundarias, desde Bacon pasan a ser propiedades primarias y reales, las que constituyen la realidad objetiva, la naturaleza, y son objeto de ciencia. Así, lo accidental pasa a ser lo esencial, y esta inversión ontológica implica una reordenación de la relación entre las distintas ciencias.

Hoy por hoy, la filosofía está escrita en el grandioso libro del universo que continuamente está abierto ante nuestros ojos. Se trata, no obstante, de una escritura que no puede entenderse si primero no se aprende la lengua y los caracteres con los que se hizo dicha escritura: está escrita en lenguaje matemático, y los caracteres son triángulos, círculos, y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender humanamente una palabra; sin estos elementos, sólo habremos de enredarnos vanamente, por un oscuro laberinto.
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