Se dicen presidentes "democráticos", pero coartan la libertad de expresión de sus pueblos

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A raíz de la reciente crisis en Ecuador, la Unasur anunció que presentará próximamente a sus miembros una propuesta para incorporar una "cláusula democrática", que implicará una sanción directa contra golpes de Estado propiciados contra gobiernos de origen democrático. Una disposición del mismo tenor ya tiene el Mercosur y es conocida como la "Cláusula de Ushuaia", que hasta el momento resultó inocua porque los mandatarios del bloque, cuando les conviene, se mueven a base de intereses económicos y políticos antes que preocupados por los derechos y aspiraciones de sus pueblos. Cualquier iniciativa de esta naturaleza sería interesante..., pero toda vez que tienda realmente a defender a los gobiernos electos democráticamente contra el peligro de la falta de gobernabilidad y de la inestabilidad política, que pueden ser ocasionadas por irrupción de asonadas y golpes. Pero ante las experiencias en la región, la "cláusula democrática", que pretende aprobar la Unasur, no solo debe contener disposiciones condenatorias contra los golpes de Estado, cuartelazos y levantamientos populares, sino también contra gobernantes que han usado y están abusando del sistema republicano democrático para perpetuarse en el poder.A raíz de la crisis desatada el pasado 30 de setiembre en Ecuador, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) anunció que presentará a sus miembros el 26 de noviembre -cuando Ecuador cederá la presidencia del organismo regional a Guyana- una propuesta para incorporar una "cláusula democrática", que implicará una sanción directa contra golpes de Estado propiciados contra gobiernos de origen democrático. Una disposición del mismo tenor ya tiene el Mercosur y es conocida como la "Cláusula de Ushuaia", que hasta el momento resultó inocua porque los mandatarios del bloque, cuando les conviene, se mueven a base de intereses económicos y políticos antes que preocupados por los derechos y aspiraciones de sus pueblos.   

Podría decirse que cualquier iniciativa de esta naturaleza sería interesante..., pero toda vez que tienda realmente a defender a los gobiernos electos democráticamente contra el peligro de la falta de gobernabilidad y de la inestabilidad política, que pueden ser ocasionadas por irrupción de asonadas y golpes. Pero la duda surge de inmediato al saber que este organismo, además de ser totalmente ideologizado, se maneja con una discrecionalidad inaceptable. Basta citar que quien ejerce su Secretaría General es una persona, el ex presidente argentino Néstor Kirchner, quien con su esposa presidenta Cristina en su propio país están arremetiendo contra las instituciones democráticas.   

Además, usufructúa ese cargo en forma ilegal, ya que es diputado activo de Argentina y jefe político de un partido de su país, mientras que en la carta fundacional de la Unasur se exige a su Secretario General dedicación exclusiva a los asuntos del organismo.   

La gran pregunta es, como ya se ha formulado en anteriores ocasiones: ¿qué pasa cuando un gobierno electo democráticamente, al día siguiente de su asunción comienza a utilizar los resortes que le otorgó la democracia -mediante los cuales justamente accedió al poder- para orientar el rumbo de su país hacia un sistema opuesto, que en este caso es el populismo "bolivariano" autoritario? Y peor aun, que para llegar a ello, distorsiona la voluntad popular, apela a las turbas fanáticas para intimidar a las instituciones democráticas -Congreso, Poder Judicial, fuerzas armadas-, y forzar así la promulgación de leyes que benefician sus oscuros objetivos. Esto es lo que se está viendo en Venezuela, Ecuador y Bolivia.   

En la Argentina también se observan métodos similares, aunque sus mandatarios recurren a guantes de terciopelo en la manipulación de las leyes de ese país. ¿No es esto una traición de algunos taimados que abusaron de la democracia para engañar a la mayoría de un pueblo? ¿No constituyen esas acciones también verdaderos "golpes de Estado", aunque ejecutados por los propios presidentes y no por las fuerzas armadas o los políticos? ¿No es contra este tipo de oprobiosos asaltos a la institucionalidad y al respeto de los derechos de las minorías para lo que fueron creadas las "cláusulas democráticas"?   

Por poner ejemplos, en Venezuela y Ecuador, sus presidentes, desde que asumieron el poder, no han parado de renegar de los partidos políticos, de la división de los poderes, de la prensa libre, de la propiedad privada y de otros principios propios de la democracia republicana de la que provienen, pero cuya destrucción completa había sido que era su oculto objetivo. Así disolvieron congresos para reemplazarlos por uno adicto, persiguieron a la oposición en general y a sus líderes en especial, así como a todo elemento crítico, pulverizaron el Poder Judicial para tener una justicia a su medida, y con subterfugios legales pusieron en práctica salvajes o sutiles pero eficaces medidas de restricción o eliminación de la libertad de expresión y de prensa, tal cual lo hizo el general Stroessner en nuestro país y que por eso fue considerado un dictador. Si se comparan las cosas con la misma vara, esos gobiernos hace tiempo dejaron de ser democráticos para transformarse, mediante esas brutales medidas disfrazadas de decisiones legales, en verdaderos totalitarismos desembozados.   

Lo que ha pasado recientemente en Ecuador no deja de ser la consecuencia del mal gobierno de Correa, que lo exhibió en forma patética al mundo entero cuando salió como un vulgar matón de barrio a desafiar con bravuconería a los descontentos, no "sublevados", como se los quiere presentar. Lo propio de un presidente de un país serio hubiera sido la moderación, y el tratamiento mediante los canales legales de la cuestión suscitada. Pero Correa puso en práctica un "show" muy propio de gente que abusa del poder al estilo "bolivariano", ya que ello es útil para el apoyo internacional de los países del Primer Mundo, que siguen pensando que en América Latina los únicos que dan golpes de Estado son los militares, y no sus presidentes, como ocurre hoy día.   

Ante esta lamentable situación, la "cláusula democrática" que pretende aprobar la Unasur, no solo debe contener disposiciones condenatorias contra los golpes de Estado, cuartelazos de la clase que sea, asonadas y levantamientos populares sin destino, sino también debe contener disposiciones firmes y contundentes de condena a gobernantes que, con evidencia a la vista, han usado y están abusando del sistema republicano democrático para perpetuarse en el poder, instalando un populismo autocrático como está ocurriendo en la región en Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Argentina.   

Esa será, sin duda alguna, la única forma de proteger una verdadera democracia en nuestros países, y sobre todo, de ponerla a salvo de las pretensiones de potenciales dictadores totalitarios que hoy pululan por toda la región, y que dicen actuar en nombre de sus pueblos, mientras les restringen o les niegan el pleno goce de la madre protectora de todas las demás libertades: la libertad de expresión.
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