La televisión en streaming en internet gana terreno en EEUU

WASHINGTON. El video en “streaming” en internet goza de una creciente popularidad aunque, por ahora, no ha llevado al público estadounidense a cortar el cordón umbilical con la televisión tradicional.

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Más de la mitad de los estadounidenses ven actualmente películas o programas televisivos en streaming, es decir, miran contenidos a través de internet sin descargarlo a la computadora, según un estudio publicado recientemente por la consultora Deloitte.

Recurren a Netflix, líder del mercado en Estados Unidos, con más de 40 millones de abonados, pero también a otros servicios de video en línea, como Amazon o Hulu. Algunas cadenas tradicionales se han decidido incluso por ofrecer únicamente suscripciones on line, como lo hizo últimamente la productora de la serie Game of Thrones, HBO, perteneciente al grupo Time Warner.

También han comenzado a aparecer programas en directo, de la mano de Sony y Dish Network, y tal vez próximamente de Apple.

Sling incluye en sus paquetes en línea el deporte, a través de ESPN, y la información en directo, con CNN, del grupo Disney, pero a un precio y con un número total de canales inferior a los megapaquetes de televisión por cable o satelital a los cuales gustan suscribirse habitualmente los estadounidenses, que comprenden decenas y hasta centenas de cadenas.

“Se está llegando a un punto de inflexión, y las condiciones ya están reunidas para que (el streaming) acelere su penetración si los actores logran poner en pie una buena oferta”, considera Jim Nail, analista de la consultora Forrester.

“Todos estamos esperando a ver qué hace Apple”, agregó. “¿Innovarán y reformularán la televisión en un grado similar a lo que ya hicieron en otros sectores?”, se pregunta.

Por el momento, los mayores actores de la televisión de pago en Estados Unidos sólo han perdido 0,2% de sus abonados en los dos últimos años, según un estudio del Leichtman Research Group.

Para Bruce Leichtman, presidente de la firma, lo que está cambiando es fundamentalmente la manera en que se mira televisión. “El tiempo que uno pasa mirando Netflix u otro servicio en línea es un tiempo en el que no se mira televisión” tradicional, observa. A la larga, los canales clásicos perderán audiencia y en consecuencia ingresos publicitarios.

“Aquella noción de consumidores sentados ante su televisor para mirar un programa a un horario predeterminado está dejando rápidamente lugar, sobre todo entre las jóvenes generaciones, a un mercado de telespectadores que recure a toda una serie de aparatos, dentro y fuera de su hogar, para observar contenidos a la hora en que les convenga”, constata igualmente el estudio de Deloitte.

Si hasta hace poco los programas televisivos eran vistos únicamente a la hora programada por los canales, ahora eso sucede únicamente en 45% de los casos. En el 55% restante del tiempo, los telespectadores echan mano a servicios de streaming o graban los programas para verlos ulteriormente, estima Deloitte.

Y la proporción baja con la edad. Otro estudio, realizado por Forrester, indica que 38% de las personas de entre 18 y 32 años en Estados Unidos no ven suficientemente la televisión tradicional como para justificar un abono a la oferta habitual de los canales por cable.

Algunos operadores de la televisión clásica intentan adaptarse a esta evolución. Verizon, por ejemplo, acaba de lanzar una oferta que permite a sus abonados optar por grupos de canales en función de sus intereses, con tarifas adaptadas. ESPN y otros cuestionan la legalidad de una propuesta de ese tipo.

“Los servicios de streaming brindan más opciones a los consumidores”, pero no son tan económicos como podría suponerse porque también deben pagar derechos por la difusión de contenidos y los trasladan a sus precios, advierte Dan Rayburn, analista de Frost & Sullivan. Además, señala, los nuevos servicios tienen menos clientes y deben repartir sus costos entre ellos.

De todas maneras, ello no impedirá que a futuro la televisión a la carta, al gusto del consumidor, se convierta en la norma y que sólo algunos programas sean vistos en directo, como la final del Super Bowl del fútbol americano, tomando el caso de Estados Unidos, pronostica Jim Nail.

“En 10 o 20 años la gran mayoría de los programas serán vistos en diferido o a demanda”, asegura el analista. “Los consumidores ya no quieren seguir estando sometidos a la tiranía” de los canales, concluye.

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