Ofrecen tecnología nuclear contra el cáncer a países más pobres

VIENA. Como casi todas las desgracias, el cáncer golpea más fuerte entre los más débiles. Más del 70 por ciento de casos se da en países en vías de desarrollo, un desequilibrio al que sólo la cooperación internacional puede poner freno.

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En ese ámbito, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), más conocido por su labor en casos de accidentes atómicos o en el control de armas nucleares, impulsa que también los países pobres puedan usar esa tecnología, en forma de radioterapia y medicina nuclear, como arma contra el cáncer.

El lunes próximo se celebra el Día Mundial contra el Cáncer y, según datos del OIEA, de las 11 millones de muertes que causará esta enfermedad en el año 2030, siete de cada diez se producirán en países con ingresos bajos o medios.

“El problema del cáncer ya no es un problema de los países desarrollados solamente”, advierte en declaraciones a Efe en Viena el médico cubano Rolando Camacho, responsable de PACT, el programa genérico del OIEA contra el cáncer.

En los países con menos recursos confluyen tanto los factores de riesgo que se ven en países ricos (obesidad, tabaco, sedentarismo) como los propios de países subdesarrollados, como las infecciones, como la del virus del papiloma humano que causa el cáncer cervical.

“Estos países no tienen los recursos, ni financieros ni humanos, para enfrentarse a un problema, que está aumentando”, dice Camacho.

Según el OIEA, en las naciones con recursos medios o bajos, sólo dos de cada 10 enfermos tienen acceso a la radioterapia.

A través del PACT (Programa de Acción para la Terapia contra el Cáncer), el OIEA colabora con otros organismos, como la Organización Mundial de la Salud, para que esos países desarrollen estrategias integrales contra la enfermedad.

Eso incluye la prevención, el diagnóstico temprano, el tratamiento y los cuidados paliativos, destaca Camacho.

En ese objetivo cumple un papel esencial las llamadas misiones “ImPact”, que buscan detectar las carencias de cada país.

“Ayudarlos a identificar las prioridades y a utilizar esa información para movilizar recursos", define el experto del OIEA ese diagnóstico, solicitado por los propios Ministerios de Sanidad.

De las 48 misiones realizadas desde 2005, 37 se produjeron en los tres últimos años, una clara progresión que indica, según Camacho, que está creciendo el nivel de alerta y de interés en los países.

Aunque el responsable de PACT reconoce que ha de pasar mucho tiempo para evaluar el efecto sobre la mortalidad de sus programas de ayuda, insiste en que el beneficio es evidente allí donde apenas existían recursos.

Así, en Tanzania, la instalación de una máquina de radioterapia permitió doblar hasta 4.000 el número de pacientes en tratamiento.

En Vietnam, tres millones de personas se beneficiaron de la apertura de un servicio de radioterapia en una zona donde hasta llegada del OIEA no había nada.

Con que esa ayuda puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte está de acuerdo José Antonio Lozada, un experto venezolano del departamento de Cooperación Técnica del OIEA.

“Para algunos países pequeños con pocos recursos (la ayuda del OIEA) es una gran diferencia. Fundamentalmente porque la cooperación que se entrega generalmente va a entes públicos” explica a Efe.

Entre los años 2001 y 2010, el OIEA invirtió casi 34 millones de dólares en América Latina en proyectos de cooperación para la lucha contra el cáncer, cuenta Lozada.

La cooperación del organismo de la ONU va desde la financiación de equipos de radiología y su calibración, hasta la formación de personal médico y científico o la redacción de protocolos de actuación para detectar y tratar tumores.

El mecanismo de cooperación se activa a petición de un país, por lo que no son necesariamente los más pobres los que más ayuda reciben, sino los que tienen en la lucha contra el cáncer una de sus prioridades y en ella concentran sus solicitudes de asistencia.

En el ámbito latinoamericano, ejemplos de cooperación recientes son un programa de tratamiento de cáncer del cuello uterino en El Salvador o la mejora de los instrumentos radiológicos en la República Dominicana.

Salvo acuciante falta de recursos, los países receptores de la ayuda deben financiar la mitad de estos proyectos, con la idea de que los gobiernos se impliquen y hagan suya la iniciativa.

Pero Lozada se refiere también a otro problema, más allá de la carencia de recursos: la voluntad política.

“Es una situación, de convencer a las altas autoridades, a los encargados de las asignación de presupuestos, de que la inversión en oncología redunda en mejor calidad de vida, redunda en mejora de la economía, particularmente a niveles familiares”, opina.

Más información sobre el programa PACT del OIEA se encuentra bajo http://cancer.iaea.org/

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