Sea Bubbles, el auto para ríos o lagos

La alternativa del transporte veloz apunta ahora a las costas marinas, ríos o lagos urbanos, un espacio apto para los desplazamientos rápidos en las congestionadas ciudades.

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Cuántas veces, detenidos en una calle que bordea un mar, un río, un lago, nos imaginamos poder sustituir el asfalto por el agua. Las “calles líquidas” no son ciertamente una novedad y nos empujan al pasado, cuando los comercios y el transporte de las personas se hacía en barcazas u otro tipo de embarcaciones en el ámbito ciudadano.

Y de esta constatación partieron los franceses AndersBringdal y Alain Thebaut, los dos fundadores de Sea Bubbles, una “start up”, que desde 2016 trabaja en un proyecto ambicioso y no menos funcional. El objetivo es lograr que el tráfico de las ciudades sea nuevamente “fluido”, trasladándose de una parte a otra sobre cursos de agua.

Nada de pequeños barcos a vapor, balsas y embarcaciones públicas, y menos autos capaces de navegar o buses anfibios -como el célebre “floating dutchman” que navega por los canales de Amsterdam- sino ágiles y silenciosas “burbujas” que se desplazan hasta 10 km/h con un motor de hidrógeno alimentado a energía eléctrica y que se levantan sobre patines de hidroala como en los aliscafos.

Elemento clave de la idea de las “burbujas”, además de compartir como ya ocurre hoy para las bicicletas a pedal asistido y para los autos eléctricos, es la creación de adecuadas dársenas de intercambio para fondear en los márgenes urbanos de los ríos o de los lagos.

Las dársenas súper tecnológicas, no solamente desde el punto de vista de la gestión del arrendamiento -todo vía smartphone- sino también de la producción de la energía eléctrica para la recarga, obtenida de élices sumergidas que aprovechan, como turbogeneradores, la corriente de agua, pero además paneles fotovoltaicos sobre la estructura de la instalación.

Los “Sea Bubbles” ya fueron examinados por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, acérrima enemiga de la movilidad con motores térmicos, y por los representantes de la movilidad pública de Ginebra, ciudad que compite con la capital francesa en lo referido a la lentitud en los embotellamientos.

La experimentación, en el lago Lemán (Francia-Suiza), podría partir más como taxi con chofer ya desde 2019. 

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