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El punto de partida es sobradamente conocido: las dificultades del motor Renault V6 turbo híbrido desde principios de 2014. Tras cuatro temporadas de dominio absoluto -ocho títulos mundiales, entre pilotos y constructores de 2010 a 2013-, Red Bull Racing ha tenido que aprender a perder: sólo ha sumado tres triunfos en los dos últimos años, en 2014 con Daniel Ricciardo.
Tras meses de críticas contra su colaborador, que han dañado la imagen de Renault en la Fórmula 1, los responsables de Red Bull decidieron romper con la marca francesa, pensando que iban a encontrar fácilmente un motor para ganar en 2016. Se equivocaban, ya que los principales rivales, Ferrari y Mercedes, no desean suministrar un motor muy bueno a una escudería que supone una amenaza deportiva tan seria.
“Se decidieron demasiado tarde, no tendremos tiempo de fabricarles motores para 2016”, dijo Maurizio Arrivabene, el ’Team Principal’ de Ferrari, en el ’paddock’ de Sochi.
“Tampoco vamos a dispararnos en un pie suministrándoles nuestro motor”, dijo en privado el responsable de Mercedes-AMG, consciente de la calidad de los chasis Red Bull desde hace años, gracias a la competencia del equipo técnico reunido por Adrian Newey.
El ’Team Principal’ de Red Bull Racing, Christian Horner, dijo este sábado en Rusia que el equipo estudia “varios escenarios”.
“No se ha decidido nada, todo cambia constantemente, según con quién hables y en qué momento.
Trabajamos con varios escenarios y Bernie (Ecclestone, promotor histórico de la Fórmula 1) también está muy implicado”, resumió Horner a los micrófonos de Sky Sports.
Un factor agravante para la actitud de Ferrari y Mercedes es que algunos recuerdan cómo durante los años de dominio total de Red Bull se intentó impulsar el interés de la Fórmula 1 limitando los costes o haciendo un frente unido de las escuderías contra Ecclestone, pero la escudería entonces reinante se negó a colaborar.
“Arrogantes”, es el calificativo más extendido cuando los actores de la Fórmula 1 moderno hablan, siempre en privado, de la actitud de Red Bull Racing en los últimos años.
Sin tener en cuenta en ello el dinero gastado por el millonario Dietrich Mateschitz, el creador de la famosa bebida, para incrementar las audiencias de la Fórmula 1 y crear expectación sobre jóvenes pilotos talentosos (Sebastian Vettel, Daniel Ricciardo, Max Verstappen...). O hacer renacer el Gran Premio de Austria.
El momento es complicado, ya que todo suena a ajuste de cuentas y Mateschitz no puede contar con su compatriota Totto Wolff, a los mandos de Mercedes-AMG, la escudería que ha sucedido a Red Bull Racing como la mejor de la Fórmula 1.
“Perder Red Bull sería una gran pérdida para la Fórmula 1, ya que es una marca arraigada (...) pero ya vimos antes cómo equipos se iban y luego volvían a la Fórmula 1”, resume Wolff, que convenció al Consejo de Administración de Daimler AG de no suministrar motores a Red Bull.
“Hace unos años, en un espacio de dieciocho meses, perdimos a Toyota, Honda y BMW. Si no conseguimos que sigan (Red Bull y su filial Toro Rosso), no será lo ideal, pero la Fórmula 1 sobrevivirá”, sentencia Wolff.
Los últimos clavos en el ataúd de las ilusiones de Red Bull fueron puestos el viernes por Cyril Abiteboul, director general de Renault Sports F1, descartando la posibilidad de una reconciliación
“Si hacemos algo diferente de lo que está previsto (no suministrar motores a Red Bull), debe ser bueno para Renault y servir al interés de Renault como actor deportivo. Pero sinceramente, cuando ves cómo nos han tratado, será muy difícil vender a mi Consejo de Administración y a mi Comité Ejecutivo algo diferente de lo que está previsto en este momento” , declaró Abiteboul, enfadado con la actitud negativa de Red Bull desde el año pasado.
Queda la posibilidad de un motor Honda, de lejos el peor de los que compiten actualmente en la Fórmula 1 y que la marca nipona sólo desea suministrar a McLaren.