Maracaná, de templo popular a ícono seguro

RÍO DE JANEIRO. Maracaná es sinónimo de fútbol, la meca que todo hincha quiere conocer. Este templo del pueblo brasileño, que acogió a 200.000 hinchas en el Maracanazo, recibe su segundo Mundial en un ambiente hipermoderno, sustentable y seguro.

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El silencio sepulcral de esa tarde del 16 de julio de 1950 contradijo los titulares de los diarios locales, redactados antes del partido: Brasil ganaría el Mundial en su estadio, el mayor del mundo.

El uruguayo Alcides Ghiggia se encargó de cambiar el curso de la historia con su gol al minuto 79, permitiendo que el celeste de su camiseta tiñera la fachada de aquella monumental estructura.

En menos de dos meses, 64 años después de esa histórica derrota, el equipo de Luiz Felipe Scolari tendrá la oportunidad de borrar ese mal recuerdo en blanco y negro, que cinco copas del Mundo levantadas por Brasil fuera de casa no pudieron disipar. Sumando a la presión, la Seleçao solo podrá jugar en el “templo” si llega a la final.

Escenario de grandes

Con el celeste en sus paredes, el Maracaná sobrevivió el trauma del ’50.

El estadio se llama realmente Mario Filho, en honor a este periodista que defendió su construcción, pero todo el mundo lo llama por el nombre del barrio donde está ubicado. La palabra Maracaná viene del dialecto indígena tupí “maraka’nã” , que significa “papagayo”.

En los ’60, el ’Rey’ Pelé también marcó la historia del Maracaná, cuando anotó el 19 de noviembre de 1969 el gol número 1.000 de su carrera con un penal, frente a un estadio rendido a su causa.

Por su gramado desfilaron íconos del fútbol, como Mané Garrincha, el mítico puntero de Botafogo -uno de los cuatro grandes clubes de Rio- y una de las piezas clave del equipo brasileño que ganó los mundiales de Suecia-1958 y Chile-1962.

El estadio, que también fue palco de grandes artistas como Frank Sinatra, Paul McCartney o la banda Kiss, comenzó a ser construido en 1948, un año después de que la FIFA confirmase al país como sede de la primera Copa del Mundo tras la II Guerra Mundial.

Y entonces, como ahora, hubo críticas por atrasos en las obras. De hecho, fue inaugurado menos de 10 días antes del partido inaugural que también acogió.

“El desperdicio de cemento, dinero y tiempo era justificado. El Maracaná debía ser imponente, pero también lo suficientemente sólido para soportar a más de 200.000 personas saltando”, puntualizó el escritor brasileño Teixeira Heizer en su libro “Maracanazo”.

Iglesia reformada

El Maracaná original costó un dineral y fue blanco de críticas políticas en la época, tal como ahora. Fue financiado en parte con la venta de sillas vitalicias, que pasaban de generación en generación y que hoy son punto de polémica porque la FIFA no las reconoce.

El estadio atravesó una primera gran reforma en 1999 y redujo su capacidad a poco más de 100.000 espectadores, perdiendo su título de mayor del mundo. Y años después eliminó la famosa “general”, un área sin asientos cuyo ingreso era gratuito después del primer tiempo.

De cara al Mundial-2014 que comienza este 12 de junio, el Maracaná fue prácticamente derribado y construido de cero, durante dos años y medio de obras que costaron unos 600 millones de dólares.

“No soy un nostálgico que piense que debía mantenerse como antes. Sigue siendo una iglesia, ahora una iglesia reformada” , estimó Marcos Guterman, autor del libro “El fútbol explica a Brasil”, en declaraciones a la AFP.

Hoy es un estadio hipermoderno, respetuoso del medio ambiente y seguro, que puede acoger a poco más de 78.000 espectadores. Pero algunos críticos afirman que ha perdido un poco de su alma, tornándose más aséptico que popular, ya que muchos brasileños no pueden pagar el precio de su entrada más barata, que este año llegó a costar 100 reales (45 USD) para un clásico carioca Flamengo-Fluminense.

Para terminar con las gradas vacías, el Fluminense de Rio bajó recientemente el precio de la entrada a 10 reales (4,5 USD) y logró atraer a un par de decenas de miles de hinchas.
Pero aún resta por saber qué pasará con los demás equipos.

Fue en este Maracaná que Brasil venció hace casi un año a la imbatible España por 3-0 en la Confederaciones, ahí sí con el estadio vibrando de energía, lleno a reventar. Quién sabe si después de 2014 habrá otra final mundialista en el Maracaná. La espina celeste se saca esta vez o nunca.

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