Márquez - Pacquiao IV: un nocaut de leyenda

Antes del combate entre Manny Pacquiao y Juan Manuel Márquez, Polideportivo Digital solicitó una opinión al colega Vladimir Jara.

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Es por eso, que tras la victoria del mexicano por nocáut en el 6to. round, el pasado sábado a la noche en el MGM Grand de Las Vegas (EE.UU), Polideportivo Digital, recurrió nuevamente a Vladimir, para que nos ilustre en su opinión, lo que sucedió entre ambos guerreros, en la que fue la 4ta. edición de un choque que quedará en la historia del boxeo.

El nocaut que propinó Juan Manuel Márquez a Manny Pacquiao alcanza ribetes de aquellas jornadas épicas inolvidables e imborrables aún con el demoledor paso del tiempo, por la manera cómo se dio –era la cuarta pelea entre ambos, por el valor y la dimensión del caído y, por sobre todo, cómo se dio esta fantástico KO.

Podríamos decir que fue un “batacazo” no porque ganó Márquez –todos daban algunas fichas de confianza al mexicano-, sino por la manera en que se dio el desenlace. Fue sencillamente, tremendo, brutal, colosal.

El resultado también permitió la instalación en el ambiente de una sensación de Justicia ante las frías estadísticas que señalan que Pacquiao vence en la “saga” a Márquez, con dos victorias, una derrota y un empate. En realidad, en todas las peleas, excepto la segunda, el vencedor había sido Márquez, más allá de lo que dijeron los jueces. Y en este caso, ya no hizo faltar esperar las tarjetas… ¡Y de qué manera!

Habíamos afirmado en una oportunidad anterior que a Márquez se lo notaba, antes de esta pelea, con más masa muscular; estaba más grande, más fornido, más musculoso. Señalábamos que podría constituirse en un problema en caso de que ese factor le restase velocidad.

Olvidamos indicar el aspecto positivo de ese elemento: nos salió un Márquez más fuerte, más potente e igualmente veloz. Ese factor de fortaleza fue la clave que llevó al mexicano a noquear a Pacquiao con un bombazo que nos llevó a entender el por qué en su país lo llaman a Juan Manuel el “Dinamita” Márquez.

No estoy de acuerdo con quienes señalan, con un fuerte tufo a pichadura, que Márquez logró la victoria de un solo golpe cuando ya estaba siendo “quebrado” por el filipino; que, de no haberse dado esa circunstancia, posiblemente Márquez iba a ser el noqueado.

El primer error en que incurren quienes quedaron dolidos con la caída del gran campeón filipino es que, al momento del nocaut, ambos estaban golpeados, y no solo Márquez. Ambos besaron la lona (Pacquiao en el tercero y Márquez en el cuarto).

El quinto asalto dio una de las mejores peleas que se recuerde en años, con un “ida y vuelta”, “toma y dame” incesante y brutal, con golpes de nocaut de ambos lados.

Pocos se percataron de que, tras una de las respuestas de Márquez ante el ataque de un Pacquiao que salió con todo en el sexto asalto, las piernas del filipino parecieron no llevar -en un instante dado- adecuada sincronización, síntoma evidente de que PacMan también acusaba el castigo. Dos contragolpes previos al misil definitivo hicieron daño en el gran guerrero asiático. En el fragor de la lucha, pocos se percataron de eso.

Márquez -en un arranque de humildad y grandeza que describe su grandeza como persona en todo su esplendor- dijo que Manny podría noquearlo en cualquier momento. Pero la verdad verdadera fue que, si bien ambos estaban para el “tiro de gracia”, Manny era quien se encontraba más “tocado”.

Pero “groggy” o “sentido” o cansado y “tocado” -ambos lo estaban- el efecto hubiera sido igual. Por qué todo esto?. El secreto de Márquez fue dejarlo venir a Pacquiao, quien estaba seguro de que, por puntos, ganaría solo atancando, atendiendo como fallan los jueces en Las Vegas. De hecho, estaba con ventajas en las tarjetas al momento del nocaut.

Márquez había dejado su apertura en jab o directo en el ataque o contragolpe y apostó a las combinaciones a fondo, tratando de sacar ventajas con ese “nuevo físico”, más voluminoso, que le daba más potencia que en ocasiones anteriores. Por algo, el entrenador de Pacquiao, Freddy Roach, había dicho que preocupado que era “raro” el físico que exhibía Márquez. Era como que sabía lo que iba a pasar, que Pacquiao no iba a aguantarlo a este Márquez.

El ex campeón supermediano, semipesado y pesado, Roy Jones Jr., actualmente comentarista de la televisión norteamericana- comentó esta situación, según me apuntó mi querido amigo mexicano- norteamericano Tony Rosado, un experto en boxeo y en todos los deportes, residente en los Estados Unidos.

Y tenía razón Jones Jr.: Márquez le iba “tomando el tiempo” a Pacquiao. Entre tanto cambiaban golpes, iba buscando colocar la contra letal. Pacquiao parecía no percatarse.

Y se vino la “bomba”, y fue letal: fue un swing, casi un gancho, perfecto, de poco recorrido, con todo el peso del cuerpo encima de ese puño, directo al mentón. Manny, quien avanzaba, se topó con el “bombazo” y cayó de frente, boca abajo, sin atenuantes, como un cadáver, inclusive con ligeros espasmos en el cuerpo. El árbitro se percató de esto y paró sin dar el conteo.

Fue un espectáculo dantesco. Manny parecía haber sufrido lo peor. La escena ganó en dramatismo cuando la desesperada esposa de la leyenda filipina sorteaba los controles llorando amargamente para acercarse a su esposo aún tendido en la lona.

El excelente estado físico permitió una paulatina y rápida recuperación en PacmMan, y así también devolvernos la tranquilidad. Como buen deportista, admitió su derrota y señaló que en el boxeo estas cosas pasan. Admitió que no esperaba que le ocurriera a él, y felicitó a su rival.

Fue una escena épica, como hace rato no lo veíamos, en el boxeo mundial: nos trajo a la memoria la victoria de Jack Dempsey ante Luis Angel Firpo; el nocaut de Joe Louis a Max Schmeling; el nocaut técnico de Sugar Robinson a Jake La Motta (en otra “saga” tremenda del boxeo histórico); el nocaut de Tommy Hearns ante Pipino Cuevas o el que le propinó a “Mano de Piedra” Durán; o el nocaut de Marvin Hagler a Tommy Hearns; el inicio del round 15 de Ali – Frazier III, cuando Smoking Joe no salía al mismo tiempo en que Alí pensaba también abandonar la lucha; y tal vez también el terrible KO que el jovencito Mike Tyson propinó al entonces campeón pesado Trevor Berbick. Años hacía que no vivíamos una sensación tan épica en un escenario de este deporte.

¿Y ahora qué?... El promotor Bob Arum ya se frotaba encuentra frotando las manos, insinuando una quinta pelea. Desde el punto de vista del negocio, suena atractivo. Tanto a Márquez como a Pacquiao nunca les molestó involucrarse con los seis ceros verdes. En esta ocasión, el Pacman se embolsilló 25 millones de dólares, más que un buen consuelo ante esta derrota. El mexicano se llevó 10 millones de dólares. ¿Cuánto generaría un quinto encuentro entre estos dos pesos welter en esta “saga boxística” de las más impresionantes de todos los tiempos?. Arum citó por ejemplo la de Roginson – La Motta; “ellos pelearon seis veces”, recordó entusiasmado este viejo lobo de los espectáculos boxísticos.

Pero, para este servidor, no sería recomendable para ninguno. Habíamos señalado que Pacquiao venía cayendo casi en picada en su rendimiento desde su tercera pelea con Juan Manuel Márquez, cuando nadie, excepto los tres jueces, lo vio ganar; y más aún ante el accesible Timothy Bradley quien le arrebató el título welter en junio pasado en un combate polémico y parejo. A esto hay que agregarle el nocaut que sufrió en la madrugada del domingo. Un KO así quita mucha salud. Además de eso, Pacman ya no necesita demostrar nada y dinero, popularidad, fama… todo eso le sobra.

Su propia madre recomendó al filipino: “él ya no debe pelear, ya está en la política. Debe volcarse a la política. Su país lo necesita”, señaló con sapiencia la anciana mamá del Pacman (recordamos que Manny es diputado nacional en su país, Filipinas).

Respecto a Juan Manuel Márquez, pues tampoco ya tiene nada que demostrar. Veterano de más de 60 combates, la mayoría verdaderas “guerras”, viene fuerte aún, pero sus 39 años –quiérase o no- pasa facturas.

Veremos qué deciden el año próximo. Así las cosas, no sería nada raro verlos otra vez en unos meses más en la quinta parte de esta “saga”, aunque –honestamente- no es recomendable para ninguno de los dos. El Boxeo está más que agradecido con estos verdaderos guerreros modernos, enormes atletas que ya tienen asegurado un lugar de privilegio en la historia grande del deporte de fistiana.

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