Gilardi retornó la gratitud con gran recital de la OSCA

El maestro argentino Miguel Ángel Gilardi dirigió la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción (OSCA), en una noche de homenaje por cumplirse 40 años de su labor a favor de la música en nuestro país. Con música de compositores italianos, el tributo tuvo realce con la participación del violinista italiano Domenico Nordio y la soprano argentina Gabriela Guzzo.

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Con una emotiva gala, la OSCA celebró los 40 años que el maestro argentino Miguel Ángel Gilardi lleva colaborando con la formación de músicos en Paraguay, como director y docente.

Él mismo tomó la batuta, el pasado jueves en el Teatro Municipal, siendo protagonista de la noche, abriendo con las piezas “Can-Can” y “Tarantella”, de “La boutique fantástica”, de Rossini y Respighi. La interpretación de la OSCA fue ensalzada con prolongados aplausos.

Gilardi dirigió la orquesta con firmeza y matices según las intensidades de las piezas. Dejó en claro, para los numerosos asistentes al concierto, que el reconocimiento a su labor como director es bien merecida.

La ocasión también fue propicia para que el público disfrute de más invitados internacionales de altura: el violinista italiano Domenico Nordio y la soprano argentina Gabriela Guzzo.

El “Concierto gregoriano para violín y orquesta”, de Respighi, sonó majestuoso gracias a la conjunción del violín de Nordio y una sobresaliente participación de la orquesta. La obra de Respighi acapara la atención desde el principio debido a su belleza.

Nordio siguió cautivando a los presentes luego, haciendo gala de su habilidad entregando sonatas y partitas de Bach para violín solo . Gritos de “¡bravo!” se sucedieron dejando al músico visiblemente emocionado.

A su turno, la soprano Guzzo se robó la admiración de todos gracias a su voz. Entonó “Quel guardo il cavaliere”, de Donizetti, y “Ah! non credea”, de Bellini, impresionando por un gran manejo de técnica de canto lírico y una potencia importante pero bien controlada, lo que acompañó con actuación en concordancia a la intención de cada pieza.

Un final que posiblemente Gilardi ni la platea olviden se dio con la obertura de “Guillermo Tell”, de Rossini. Ovación de pie fue el agradecimiento del auditorio al maestro, en una noche donde la música exquisita y los afectos estuvieron a flor de piel. victoria.martinez@abc.com.py

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