Sergio Ramírez recordó a los asesinados en Nicaragua

La situación de Nicaragua fue ayer la protagonista del Premio Cervantes al escritor Sergio Ramírez, quien ha dedicado su discurso a los “asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia” y a los jóvenes que luchan para que “Nicaragua vuelva a ser República”, según expresó.

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ALCALÁ DE HENARES, España (EFE). La sombra de la actualidad en Nicaragua estuvo presente en los discursos del Ramírez, primer escritor centroamericano que recibe el premio Cervantes, el más importante de las letras en español.

Ramírez, con un crespón negro en su solapa y tono grave, recordó la situación de su país a su llegada al paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), donde se celebró la ceremonia. Resaltó su "historia reiteradamente desdichada" y los sucesos ocurridos en estos cinco días de protestas contra una reforma de la seguridad social anunciada por el Gobierno de Daniel Ortega –y posteriormente derogada–, que han dejado al menos 27 muertos y más de 100 heridos.

Autor de más de cincuenta títulos, entre ellos “Margarita, está linda la mar”, “La marca del zorro” o “Adiós, muchachos”, Ramírez fue vicepresidente de su país desde 1985 a 1990, junto a Daniel Ortega, del que se desligó hace tiempo por su deriva autoritaria.

Ramírez hoy volvió a aunar literatura y política, algo que le ha perseguido en su vida por su compromiso como escritor.

“Escribo entre cuatro paredes –dijo el escritor–, pero con las ventanas abiertas, porque como un novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas pero siempre seductoras".

El escritor recordó en un momento al mexicano y Premio Cervantes 2005, Sergio Pitol, recientemente fallecido.

Recalcó también que no se puede ignorar la realidad de los “caudillos del narcotráfico”, “el exilio permanente de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos impuesto por la marginación y la miseria, y el tren de la muerte que atraviesa México con su eterno silbido de Bestia herida, y la violencia como la más funesta de nuestra deidades".

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