A Pereira, para quedarse

La historia del equipo profesional de fútbol de la ciudad de Pereira (Colombia) está íntimamente ligada a la “Garra Guaraní”, es decir, a ese sello único de los jugadores paraguayos que los ha hecho conocidos mundialmente, y que ellos grabaron con letras imborrables en el fútbol colombiano, cuando a mediados del siglo pasado llegaron al Deportivo Pereira. Aurelio Balbuena, es el último paraguayo con vida en esta ciudad.

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Deportivo Pereira es un equipo que se fundó hace 72 años (12 de febrero de 1944) y que actualmente cumple su quinta temporada en la división B, circunstancia que no borra su enorme tradición en la “A”, pese a que no ha ganado ninguna estrella en el fútbol colombiano.

El delantero Carmelo Enrique Colombo, que llegó en 1949, fue el primer jugador paraguayo en el equipo “Matecaña” (así también se le conoce al Deportivo Pereira), y desde entonces, a la fecha son 100 los guaraníes que se han vestido de “amarillo y rojo”.

A Colombo lo convenció de venir a jugar al Deportivo Pereira el cónsul colombiano en Asunción Fabio Vásquez Botero, un pereirano que lo cautivó con una frase: “estar en Pereira es como estar en París”.

Carmelo Enrique Colombo no solo se hizo jugador pereirano, sino que fue el promotor de que muchos más de sus compatriotas “aterrizaran” en la Perla del Otún (otro de los nombres que identifican a Pereira).

Se añora la garra

Los paraguayos no fueron aves migratorias, como suele suceder con el jugador de fútbol. Llegaron para quedarse, primero, en el corazón de los aficionados, y segundo, para asentarse en la ciudad de Pereira, que como ellos mismos dijeron, se parece mucho a Asunción, esencialmente por el calor humano.

En Pereira se les recuerda con mucho afecto, gracias a que entre 1950 y 1980 Deportivo Pereira se dio el lujo de contar con guaraníes de primer nivel, entre ellos mundialistas, cuya clase, talento y garra aún se añora.

Cómo sería su influencia, que en 1951 llegaron a estar en el terreno de juego con la camiseta del Deportivo Pereira diez paraguayos y un colombiano. De ellos, cinco habían vestido la camiseta de la selección paraguaya en el Mundial de 1950: Enrique Ávalos, César López Fretes, Sixto Cantor Cantero, Armando Vargas y Marcelino Vargas.

En Pereira hay una generación que creció viendo la categoría de jugadores como Casimiro Ávalos (goleador histórico con 141 goles y 10 temporadas con el equipo); el defensor Ángel Chávez (276 partidos con el Pereira), el goleador Apolinar Paniagua, Arístides del Puerto, Ramón Rodríguez, Clemente Rolón, Mario Rivarola, Benicio Ferreira, Crispín Rafael Verza, Osvaldo Pangracio, Críspulo Jara, Graciano González, Arsenio Valdez, Eliseo Gaona, Claudio Lezcano, Roberto Paredes, Isaías Bobadilla, Tito Ramón Correa, Alcides Sossa, César Santomé, Lorenzo Calonga, Ovidio Casartelli, Vicente Sánchez, Ranulfo Miranda, Eligio Insfrán, Pedro Fernández, entre otros.

Muchos de ellos se radicaron en Pereira y extendieron su arraigo y profundizaron el querer de los pereiranos, al convertirse en comerciantes (Benito Galeano e Isaías Bobadilla, por ejemplo); entrenadores (César López Fretes es recordado por su “kínder” – equipo que conformó exitosamente con jugadores muy jóvenes-) y al formar sus familias con mujeres pereiranas y con hijos nacidos aquí, en la “Querendona, Trasnochadora y Morena” .

Agradecimiento

Esos muchachos corajudos, descendientes de quienes pelearon en El Chaco, que llegaron al Deportivo Pereira ávidos de jugar, de mostrar su talento, se fueron enamorando de esta ciudad, y empezaron a ser parte de ella; maduraron y se envejecieron al lado de esos hinchas que los veían desde las tribunas; algunos regresaron a sus orígenes, en Paraguay, y muchos otros se quedaron; prefirieron morir en Pereira, solo por el hecho de agradecerle a la ciudad tanto cariño que recibieron.

El habitante de Pereira, sea o no hincha del Deportivo Pereira, quedará eternamente agradecido con el gesto de gallardía y honradez que tuvo un grupo de jugadores paraguayos que en 1953 perdonaron una deuda por salarios que el club tenía con ellos, precisamente como retribución al cariño de la ciudad y al amor que le tomaron al Deportivo.

Hoy en la ciudad de Pereira solo queda un paraguayo de aquella generación que trajo consigo el idioma guaraní y la exquisita receta de las famosas empanadas paraguayas. Aurelio Balbuena tiene 67 años, dos hijas pereiranas, está viudo hace 17 años, y como muchos de sus coterráneos futbolistas, también ve en Pereira el lugar ideal para terminar sus días.

Balbuena, el último

A María Cielo Martínez, una joven pereirana la conoció en el estadio. Ella iba a ver al Deportivo Pereira en compañía de una amiga de otro exfutbolista paraguayo: Mario Rivarola.

Después de 3 años de noviazgo, María Cielo se convirtió en la esposa de Aurelio (25 de septiembre de 1949), un jugador paraguayo que llegó al Deportivo Pereira en 1977, y que como lo habían hecho sus compatriotas, no solo jugó y encantó a la afición por su coraje deportivo, sino que también, como muchos de ellos, escogió a la ciudad de Pereira para pasar el resto de su vida.

Balbuena jugaba del medio campo hacia adelante; era veloz, fuerte y pateaba con las dos piernas. Después de estudiar y enamorarse del fútbol en Quiindy, hizo parte de la escuela de formación del club 24 de Junio; jugó interligas y escaló hasta llegar a Sol de América.

Posteriormente fue al Everest Sport Club, de Ecuador; Guaraní de su país, y de ahí saltó al Deportivo Pereira y luego al Deportes Quindío, en la vecina ciudad de Armenia, Colombia. Se retiró del fútbol a los 37 años.

El último paraguayo en Pereira, por supuesto, no abandona sus raíces; ya no tiene con quien hablar guaraní, excepto con la esposa de Bobadilla.

Después de terminar su carrera deportiva, tuvo un establecimiento comercial en Armenia al que llamó Restaurante Guaraní, y ya en Pereira creó el club de fútbol “La Furia Guaraní” y actualmente tiene la Escuela de Fútbol Guaraní, en donde enseña a niños de entre 6 a 12 años de edad.

Especial para ABC Color

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