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El arranque había sido inmejorable, con un tanto tempranero de Arturo Aranda desde fuera del área, aprovechando el campo mojado y el rápido desplazamiento del balón.
A partir del gol, el fútbol control, saliendo a la medida de las posibilidades y cortando las conexiones ofensivas del rival.
Todo iba bien hasta que se produjo la igualdad, mediante un disparo de larga distancia de Andrey, que tuvo un mal bote y venció la floja resistencia de Meza.
Poco después, Leandro aprovechó los desajustes defensivos para establecer el segundo brasileño. Nuestros muchachos perdieron totalmente la concentración con la que encararon la media hora inicial.
El hecho de otorgarle al adversario espacio y pelota fue factor principal de la derrota, ante futbolistas con mayor riqueza técnica.
En el segundo tiempo, el árbitro peruano Santiváñez no marcó un penal (el balón dio en el brazo de un zaguero canario) y para lavarse las manos cobró una infracción previa, en las cercanías del área.
Las esperanzas albirrojas renacieron con el autogol de Caique, para el 2-2 transitorio, en momentos en los que nuestro equipo presionaba, intentando al menos evitar la caída (la segunda del torneo), pero un error del zaguero Echagüe derivó en la conquista de Leandro para la victoria clasificadora de Brasil.
A Paraguay le queda pelear por la última plaza mundialista. El fútbol demostrado ya no es el mismo, porque fue perdiendo consistencia. Una vez más, el “Chico” Díaz no apareció y el panorama se complicó. En algún momento, nuestros chicos se ilusionaron con la conquista de la corona, pero la realidad marca otra cosa.