El Rey de Copas en una final más

Aquella victoria de 2-0 en el partido de ida y el esfuerzo hecho anoche, acompañado de mucha fortuna, dieron a Olimpia la satisfacción de anotarse para su séptima final e ir por su cuarta Copa Libertadores. Que difícil fue el partido, porque el equipo colombiano fue superior de principio a fin, tuvo numerosas ocasiones para marcar, pero si no eran los palos, era el arquero Martín Silva, quien siempre estuvo ahí para acallar el grito de gol de los más de 30.000 hinchas locales que esperaron ver la remontada.

El arranque del equipo local fue tan grande como la esperanza de sus aficionados, aunque esa presión de querer llegar temprano al gol lo llevó a cometer errores, y por entonces Olimpia jugaba de contra. Pasaron incontables ocasiones de gol a lo largo del primer tiempo para el cuadro cafetero, pero la diosa fortuna y Martín Silva no dieron lugar al festejo local.

Para el segundo periodo, Almeida recurrió a dos variantes. Mazacotte y Castorino, pero no cambiaron mucho las cosas, la presión local siguió, de nuevo pasaron claras ocasiones de gol, pero una vez más los palos y Silva estuvieron ahí. Incluso una falta de Manzur sobre Cuero dejó pasar el juez, hasta que llegó la confusa jugada en la que para nosotros no ingresó del todo el balón y el asistente dio gol (de Medina), convalidado por el juez. Quedaban 15 minutos de partido, los que pasaron, más los cuatro de adición, con Olimpia defendiéndose e Independiente atacando y marcando ocasiones de gol.