Ladislao Kubala

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El Comité Ejecutivo electo en diciembre de 1994 para regir los destinos de la Liga Paraguaya de Fútbol se impuso como condición fundamental para encarar su gobierno, la "resurrección" de las selecciones nacionales ausentes de todas las competencias mundiales desde bastante tiempo atrás. La cuestión era priorizar todo lo referente a este rubro, sabiéndose claramente que una federación nacional es reconocida y gana reputación más que nada a través de su seleccionado.   

Paraguay ocupaba el puesto número 87 en el ranking de FIFA en el mes y año en que fue constituido el primer Comité Ejecutivo. Y en Sudamérica ocupaba el 8º lugar, por delante de Perú y Venezuela. El panorama era desalentador. El primer desafío que enfrentó el flamante Comité Ejecutivo fue decidir si tomaba parte o no de una eliminatoria con Uruguay, para participar de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata. Los dos juegos debían disputarse en enero. El 28 de diciembre la LPF aceptó jugar, y en un sorteo llevado a cabo en el entonces local de la CSF, en el último piso del edificio del Banco do Brasil, resultó que Paraguay sería visitante en el encuentro de ida, y local, a la vuelta. Ganamos y nos clasificamos. Condujo esa selección Julio Carlos Gómez.   

Pero para 1995 no estaba a la vista solamente el torneo Panamericano, sino también la Copa América de Uruguay, el torneo Preolímpico, otra Copa América, en 1997, y las eliminatorias para el Mundial de Francia de 1998.   

Pero hablemos un poco más del ranking de la FIFA de 1995. Antes de la Copa América sufrimos un constante descenso: del puesto 87 bajamos a 94 en febrero de 1995, 101 en abril, y en mayo caímos a lo más bajo de la historia: 103.   

Paraguay ya se había clasificado para los Panamericanos y el presidente, Oscar Harrison, hacía gestiones por todo el mundo para descubrir al "salvador" de la Albirroja. Muchos nombres sonaron como candidatos, pero al final se decidió por Ladislao Kubala, nombre que se mantuvo en secreto,  hasta que arribó el nuevo DT.   

Kubala acompañó a la delegación a los Juegos Panamericanos de Mar del Plata como observador y, con grandeza de espíritu y sentido profesional, permitió que Gómez dirigiera al equipo.

Al regreso, asumió plenamente el cargo de seleccionador, con Gómez como ayudante, pero este renunció, por lo cual fue nombrado Pedro Nelson Fleitas como asistente de Kubala. Húngaro de nacimiento, Kubala obtuvo también la nacionalidad de su madre, que era checoslovaca, y adoptó finalmente la española tras los sucesos políticos de 1956.

Es el único futbolista del mundo que jugó por tres selecciones nacionales, las mismas cuya nacionalidad adoptó en algún momento de su vida.   

PATRIOTISMO Y PERTENENCIA   

Kubala conocía muy bien a los jugadores que iba a dirigir. Vivía informado al día de todo cuanto pasaba en el fútbol mundial. Y lo primero que hizo no fue hablar de tácticas ni de técnicas, ni de sistemas, ni de premios. Nada de eso figuraba como prioridad en su computadora cerebral. Para Kubala lo primero era hacer que los jugadores sintieran el orgullo de representar al país y que adoptaran la camiseta nacional como segunda piel.   

Les convenció de que no había nada más grande en el mundo para un deportista que jugar por su país y que todos deberían sentirse deseosos de ser convocados y orgullosos de vestir la camiseta nacional. Y les dijo más: si así lo hacen, "van a ganar fama, van a ser queridos por todos, van a ser respetados, y detrás de todo eso vendrá el dinero". ¡Caramba! Tenía razón el veterano entrenador.   

Y a la hora de trabajar, primero él, a la hora de descansar era el último en abandonar la cancha. No permitió injerencias de ningún tipo en "su" vestuario". No admitía a nadie que no fuera jugador un miembro del cuerpo técnico, médico o auxiliares. Estableció un código que respetaron todos. Desde el presidente hasta el último dirigente. Hasta al tesorero le dijo una vez que quiso pagar premios en el vestuario que "para eso estaban las oficinas" y le pidió que se retirase con todo el dinero…   

Dio ejemplo, educó y transformó a un grupo de casi mercenarios en auténticos profesionales del fútbol, en patriotas del deporte, en orgullosos miembros de la recudida colectividad de jugadores internacionales de la historia del fútbol paraguayo.   

Dirigió 12 partidos, de los cuales ganó 6, empató 4 y perdió 2. Bajo su dirección el equipo paraguayo anotó 15 goles y le hicieron 11.

Nació en Budapest, Hungría, el 10 de junio de 1927 y le pusieron por nombre Lazlo y su apellido materno es Stecz. Falleció en Barcelona, el 17 de mayo de 2002. Jugó tres partidos por Hungría, 6 por Checoslovaquia y 19 por España, entre ellos en el Mundial de Chile, con el paraguayo Eulogio Martínez. Debutó en el Ferencvaros de Hungría en 1946 y fue rutilante figura de Barcelona. Concluyó su carrera en el fútbol canadiense, en 1967, con 40 años. El primer club que dirigió fue Barcelona.   

Por todo eso Kubala ocupa un lugar privilegiado, entre los inmortales del nuevo tiempo. Se retiró del país a fines de 1995 agobiado por el calor abrasador de nuestro verano, dejando un recuerdo imborrable entre quienes conocimos su callado y eficaz trabajo, que se tradujo en este presente envidiable que ayudó a construir.
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