El empleo en Paraguay

Lo que sigue es parte del análisis probablemente más actualizado y completo que se ha hecho sobre el crucial tema del empleo en el Paraguay. Es un extracto de una ponencia presentada por Marcos Robles, quien autorizó su publicación en el Suplemento Económico, en el taller ‘‘Estrategia y política de empleo’’, organizado por CADEP y la Universidad de Toronto, y el seminario ‘‘La situación del empleo en Paraguay’’, organizado por la OIT y el PNUD, ambos en julio.

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Robles es un economista peruano, especialista en macroeconomía y econometría, coordinador del capítulo paraguayo del Programa para el Mejoramiento de las Encuestas y la Medición de las Condiciones de Vida en América Latina y el Caribe.


POR EL LADO DE LA OFERTA

¿Por qué el problema laboral paraguayo es un problema de oferta?

Los indicadores demográficos indican que Paraguay tiene una de las tasas de crecimiento anual de la población más altas de la región (estimada en 2,6% para el 2000-2005) y que la población en edad de trabajar (PET) no está disminuyendo el ritmo de creciendo, como al parecer está ocurriendo en la mayoría de los países de América Latina.
La PET del Area Metropolitana de Asunción creció en los últimos años a tasas más o menos constantes (alrededor del 3,2% anual, casi la mitad de la tasa que están mostrando varios países de la región), en tanto que la Población Económicamente Activa (PEA) lo hizo de manera más coherente al comportamiento del ciclo económico (5,5% anual en 1984-89, 4,1% en 1990-95 y 2,3% en 1996-2001), a un ritmo inferior al de la población total del país (2,6% anual). Significa que si bien la presión sobre el mercado de trabajo por el lado de la PEA ha tendido a disminuir en los últimos años, no ha sido así por el lado de la presión poblacional (PET), que se ha mantenido relativamente alta.

Lo anterior implica que las tasas de participación laboral (relación PEA-PET) aumentaron durante el periodo de crecimiento económico (1983-95), pero no disminuyeron durante el periodo de estancamiento (1996-2001); se mantuvieron en niveles altos, alrededor de 65%. La participación de la mujer aumentó de manera importante en ambos periodos y a partir de los años de crisis también aumentó la participación de los hombres jóvenes. Una de las principales respuestas de tipo laboral de los hogares a la crisis fue entonces la intensificación del trabajo familiar, con la entrada de miembros adicionales en el mercado de trabajo. En el caso particular de los hogares pobres, ello derivó también en el empleo infantil.

El problema laboral del país es también un problema de oferta por los niveles educativos de su mano de obra. Los años de estudio tendieron a aumentar en cada generación respecto a la anterior, como en la mayor parte de los países: los que nacieron en los 30 tienen en promedio menos de 5 años de educación, los que nacieron en los 60 cerca de 8 años y los que nacieron en los 80 cerca de 9 años. Sin embargo, este adelanto ha sido insuficiente frente a lo que ha ocurrido en otros países, en particular frente a los del Sudeste Asiático, y lo peor es que al parecer se habría estancado en los últimos años. Este último hecho estaría muy asociado a la inestabilidad macroeconómica que ha venido experimentando el país recientemente. Como se ha indicado, una de las principales respuestas de tipo laboral de los hogares a la crisis ha sido el aumento de la participación laboral de otros miembros. En este contexto, debería entenderse entonces la información sobre (a) inasistencia escolar, un problema que en los estratos más pobres de la población alcanza casi a la mitad de los niños y jóvenes de edad para estar en secundaria y al 95% de los que tienen edad para estar en el nivel terciario, y (b) empleo infantoadolescente: que el 14% de los niños entre 10 y 14 años y el 36% de los adolescentes entre 15 y 17 años trabajen, y que sus jornadas laborales sean casi tan largas como las de los adultos.

Adicionalmente, puede decirse que mientras la escolaridad de la mayor parte de los trabajadores se habría estancado en los últimos años, la demanda de trabajadores calificados, ante los adelantos tecnológicos y de organización empresarial, habría tendido a ser mayor. Por ello no debe sorprender la existencia de disparidades salariales (el ingreso por la actividad principal de los que tienen 13 o más años de educación es 4,7 veces mayor de quienes tienen 1 a 6 años de escolaridad) y la pérdida de poder de mercado de quienes tienen bajo nivel educativo (el desempleo total de los trabajadores del quintil más pobre es 20% versus el 7% de los del quintil más rico).


POR EL LADO DE LA DEMANDA

¿Por qué el problema laboral paraguayo es un problema de demanda?

Si bien los factores de oferta ayudan a entender la situación laboral del país, son los factores de demanda quizás los más importantes. Sabemos que el comportamiento macro es el que al final determina el ritmo y la calidad de la generación de empleo. Según información del BCP, el PIB creció a una tasa media anual de 2,1% entre 1989 y 2001, por debajo del ritmo de crecimiento de la población en el mismo periodo (2,7%). Actualmente el país experimenta el periodo de recesión más prolongado desde mediados del siglo pasado. Los seis años consecutivos de reducción del PIB por persona de 1996-2001 superan al periodo de cinco años de depresión de 1981-1986, e iguala en magnitud la caída de la producción. El nivel actual del producto por persona es similar al que se tenía a finales de los setenta (hace 22 años). No debe sorprender entonces que se haya producido un deterioro importante de la situación laboral.

¿Por qué la demanda laboral se encuentra contraída? Se dice que la rigidez del mercado laboral es una de las razones. Significa que si no fuera por esta rigidez (a) el costo de la mano de obra sería más atractivo y la demanda sería mayor, es decir, se generaría un nivel de empleo más cercano al potencial, (b) habría más incentivos para la capacitación y, con ella, una mayor movilidad laboral, y (c) la estratificación del mercado de trabajo entre un segmento formal, protegido por la legislación laboral y con salarios altos, y uno informal, desprotegido y con ingresos bajos, también sería menor.

La falta de permeabilidad de los mercados laborales en Paraguay puede resumirse en las siguientes evidencias: (a) el comportamiento del empleo asalariado poco afín al ciclo económico, es decir, justo en el tipo de empleo donde las regulaciones son más evidentes, (b) el nivel del salario mínimo respecto al salario promedio, al costo de una canasta básica de consumo o al salario de reserva, (c) la mayor importancia de la experiencia laboral o la edad, respecto a años anteriores, como factores que protegen al individuo del desempleo, a diferencia de otros países que han desregulado sus mercados, y (d) la escasa movilidad del personal dentro y fuera de la empresa (o inflexibilidad funcional) que se manifiesta en la escasa capacitación o escolaridad de la mano de obra y el número de años en su ocupación. Otros elementos no analizados que redundan en la flexibilidad de los mercados de trabajo son las regulaciones sobre estabilidad laboral, despidos, seguridad social, modalidades contractuales, jornadas laborales, negociaciones laborales, etc.

Estos temas solo han sido tratados de manera parcial en el marco de la reforma laboral en el país. Es necesario que sean nuevamente replanteados a la luz de la experiencia de otros países que avanzaron con más celeridad y en el marco de una estrategia que considere la segmentación del mercado laboral paraguayo. La reducción de costos salariales y no salariales y la desregulación del mercado podrían ampliar el tamaño del sector formal, pero también deteriorar las condiciones laborales en este sector, si no están acompañadas de acciones que pongan énfasis en los otros aspectos como el acceso a financiamiento, la capacitación, el fomento a la creación de nuevas empresas, entre otros.

DOS DATOS RESUMEN LA SITUACIÓN ACTUAL DEL EMPLEO EN PARAGUAY:

1. El porcentaje de la fuerza laboral sin empleo alcanza al 15%, un porcentaje que es mucho más alto en el caso de los trabajadores jóvenes, mujeres y pobres.

2. El porcentaje de la fuerza laboral urbana con empleo que trabaja en actividades informales llega al 52%, es decir, generalmente, en condiciones muy precarias.


Ninguno de ambos hechos constituye un fenómeno de carácter coyuntural, ni en su origen ni en sus consecuencias, y tiene su explicación tanto en fuerzas del lado de la oferta como del lado de la demanda.

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