En once años, el proyecto Aña Cua sufrió una sorprendente mutación

El proyecto Aña Cua sufrió una sorprendente mutación en 11 años. En la licitación N° 321 de finales de enero de 2006 aún era una “central hidroeléctrica”, mientras que en la actual, la Nº 669, se redujo a una mera “ampliación de la central hidroeléctrica de Yacyretá”, no así su costo.

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El cotejo de ambas convocatorias permite, además, explicar por qué, incluso en la invitación para el día 14 de este mes para asistir a la presentación del proyecto, sus responsables evitaban hablar de otra central.

Según la tarjeta que distribuyó el director de la EBY, Ing. Ángel María Recalde, invitaba a la “presentación del proyecto de maquinización del brazo Aña Cua”, uno de los brazos del río Paraná, con una extensión superior a los 2.000 metros.

El propósito que encubría tan sibilina redacción, se infiere, era no llamar la atención del Senado.

Al hojear la edición de ABC Color del día 26 de enero de 2006, tropezamos con un aviso de cuatro columnas por 20 cm en el que la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) convocaba a los interesados a participar en la licitación N° 321 para la construcción de la “central hidroeléctrica del Brazo Aña Cua. Construcción y puesta en servicio”.

En el segundo párrafo del llamado de referencia, la decisión de construir una central era aun más evidente: “la Entidad ... invita a empresas o asociaciones temporales de empresas ... para la elaboración de la ingeniería de detalle y la construcción de las obras civiles (...) de la central hidroeléctrica del brazo Aña Cua”.

En el 2006, la alta administración de la EBY incluso aceptó la extraña figura del iniciador privado, categóricamente ausente en la legislación paraguaya.

El 15 de ese mes, en un aviso más pequeño, la EBY lanzaba la misma licitación, pero con otro número (669) y, aparentemente, con otro propósito: “...la ejecución del suministro electromecánico de generación para la ampliación de la central hidroeléctrica de Yacyretá en la margen izquierda del Brazo Aña Cua”.

En rigor, de acuerdo con el numeral 7 del Anexo B del Tratado de Yacyretá, en el sitio se erigió un vertedero de hormigón, “dotado de 16 compuertas radiales, cuyas dimensiones serán del orden de 15 m de ancho y 15,5 m de altura, una longitud aproximada de 300 m, capaz de verter hasta 40.000 m3/seg, con el embalse a cota 84,5 m...”. Luego, no hay instalaciones de generación que deban o puedan ampliarse.

Sobre el punto, el grupo de trabajo que integró la Universidad Católica con decanos, docentes y especialistas del sector Energía, en un documento que publicó ABC Color el domingo último, advertía que “la central Aña Cua no está contemplada en el Anexo B del Tratado de Yacyretá, ni en ningún otro convenio bilateral, de modo que la ejecución de obras en ese sitio requerirá previamente la formalización de un acuerdo bilateral complementario para su correcta ejecución, dentro del marco jurídico establecido por las respectivas constituciones vigentes para las dos partes”.

Una competencia del Estado paraguayo

“Una obra como la del Aña Cua es totalmente nueva y no corresponde emprenderla sin el cumplimiento de las prescripciones constitucionales vigentes en nuestro país, que requiere la aprobación legislativa. De no ser así, se construirían en nuestro territorio obras binacionales mediante la decisión de un organismo administrativo compuesto por nacionales de ambos países. Esta decisión es competencia exclusiva del Estado paraguayo” se lee en las conclusiones del panel que reunió la Universidad Católica.

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