LOS LECTORES OPINAN

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Yryvu y otras aves de rapiña
Julio Giménez

Este tema del abuso de las prerrogativas que otorgan los cargos públicos, ya sean estos derivados de elecciones o por nombramiento directo, es de larga data, pero gracias al gran trabajo de la prensa, respaldada por la ciudadanía, se han develado numerosos entuertos y están empezando a aparecer verdaderos monumentos a la corrupción.

Dejando de lado otros, me permito limitarme a los siguientes: 1) Caso Congreso: es una paradoja que un senador Blas Llano, que tiene décadas como parlamentario sea el que se anime a dar “la palada inicial” de la racionalización de los gastos en el Senado. ¿Él no conocía esto? ¿Él no aprobaba los sucesivos presupuestos en donde se incluían estas abusivas gratificaciones, creaciones de cargos de director a mansalva, para beneficiar a sus paniaguados?

Dejando de lado esos antecedentes y su muy cuestionable derrotero político y, con la sospecha del origen de su buen pasar económico, es importante la iniciativa que lleva adelante, especialmente en cuanto a cortar los beneficios fuera de lugar para una casta de funcionarios que despojan al Estado y al pueblo de los recursos que principalmente se obtienen de los impuestos.

2) Ocultación de información en Itaipú y Yacyretá: nos produce rabia e indignación lo que ocurre en las binacionales, cotos privados de algunos sectores políticos de cada gobierno, pero ahora agravado porque con sofismas pretenden burlar la Constitución Nacional y las leyes de la Nación, presentando a esas entidades como organismos por encima de la nación, para continuar con el secretismo que encubre quién sabe cuántos abusos y manejos discrecionales, también en perjuicio del Estado y del pueblo. Ya sabemos por informaciones extraoficiales de los tremendos salarios y otras remuneraciones que perciben sus administradores, dejando constancia de que unos pocos son muy solventes profesional y moralmente hablando. Es aún más indignante que estudios jurídicos de gran predicamento sacrifiquen su prestigio, presentando dictámenes a la carta, a la medida y el interés del cliente, dejando de lado expresas disposiciones constitucionales y legales, construyendo sofismas que se asientan sobre aparentes disquisiciones pseudolegales y jurisprudenciales, sin tener en cuenta que el derecho es lógica y sentido común. Además, algunos de esos “jurisconsultos” han estado figurando entre los posibles candidatos a miembros de la Corte Suprema de Justicia, por parte de los políticos que están ahora manipulando para conformar su propia Corte o “cohorte”.

Por todo ello podemos calificar a todos estos personajes, tanto del Congreso como los de las binacionales, como yryvu, como caranchos –con las debidas disculpas a estos nobles animales que desempeñan un papel muy importante en el ecosistema– como aves de rapiña y de carroña que han diseccionado a la Nación y que se ceban en sus entrañas y vísceras, disponiendo y aprovechándose de sus despojos para sus propios beneficios.

Publiquen todo
Juan Ramón Ayala

Es increíble que James Spalding y Juan Schmalko, directores de Itaipú y Yacyretá, tengan la osadía para negar información que pertenece a todos los ciudadanos. La caradura de los que “maman” del erario público no tiene límites. Pueden utilizar todos los rebuscados argumentos jurídicos para seguir tapando sus fechorías, pero eventualmente tendrán que ceder hacia lo que es obvio: Itaipú y Yacyretá son instituciones públicas como cualquier otra y, por ende, toda la información que obra en su poder es de interés ciudadano. Los que pagamos impuestos todos los meses estaremos muy atentos.

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