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Expresa que el año 2018 se inicia con desafíos y un escenario social, económico y político de cierta incertidumbre de cara a las elecciones generales, comicios a los que califica de estar lejos de definir un modelo de desarrollo rural diferente al que culmina hoy.
Refiere en ese sentido que ninguno de los dos principales candidatos a presidir la República garantizan un modelo de desarrollo rural sustentable y sostenible que apunte a la institucionalidad y a la dignificación de la persona, y sobre todo, con un compromiso real a favor de la agricultura familiar campesina como modelo de producción de alimentos sanos.
Señala que desde el poder público claramente las directivas apuntaron en el 2017 a fortalecer modelos de desarrollo y producción que, en muchos casos, lejos estuvieron de dignificar al hombre y de reivindicar modelos que realmente se constituyan en herramientas para superar la pobreza y la extrema pobreza que padecen importantes mayorías de la población.
Resalta que el “inmoral apoyo al modelo del agronegocio, las fumigaciones que envenenan a las personas y agreden al ambiente, los cultivos extensivos como la soja y las presiones para vender pequeñas parcelas”, encontraron resistencia en algunos puntos del país como en las zonas de Caaguazú y Concepción, donde las comunidades respectivas impidieron la siembra mecanizada de soja y sobre todo la fumigación.
También menciona como puntos negativos la quema de viviendas de campesinos e indígenas por parte de agentes del Estado “al servicio de terratenientes extranjeros”.
La Red Rural insta a las autoridades a tener una lectura clara de que la ciudadanía ya no está dispuesta a tolerar “barbaries que impunemente se cometen en desmedro de los más vulnerables de este país”.