Acertada decisión judicial a favor de la prensa libre

El diputado Freddy D’Ecclesiis fracasó en su intento de acallar a los medios de prensa recurriendo a una acción de amparo contra varios diarios, canales y radios, para evitar la difusión de informaciones relacionadas con su presunto vínculo con el narcotráfico. Acertadamente, el juez José Agustín Delmás, con recto sentido y ágil diligencia, rechazó sin darle trámite, nada más leer el escrito y enterarse de la pretensión del recurrente. El diputado pedía que el juez hiciera tabla rasa de los derechos y garantías establecidos en varios artículos de la Constitución, con relación a las libertades de expresión, de prensa, del empleo de los medios de comunicación masivos, de ejercicio del periodismo y del derecho a informarse. Es inaudito que alguien solicite semejante barbaridad jurídica, más aún tratándose de un legislador. La rápida respuesta que dio el juez Delmás a la descabellada pretensión del cuestionado diputado D’Ecclesiis, es la más sensata y la mejor que pudo haber adoptado el magistrado en beneficio del saneamiento moral de nuestro país.

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El diputado Freddy Tadeo D’Ecclesiis fracasó en su intento de acallar a los medios de prensa recurriendo a una acción de amparo contra los diarios ABC Color, Ultima Ora (sic) y Popular, las televisoras Canal 14, Telefuturo y SNT, y las radios Cardinal, Ñandutí y todas las emisoras de San Estanislao, para evitar la difusión de informaciones relacionadas con su presunto vínculo con el narcotráfico. Acertadamente, el juez José Agustín Delmás, con recto sentido y ágil diligencia, rechazó sin darle trámite, nada más leer el escrito y enterarse de la pretensión del recurrente.

Lo que el diputado recurrente solicitaba era nada menos que se expidiera una orden judicial para que los medios de prensa se abstengan de publicar informaciones y noticias referentes al narcotráfico que puedan comprometerle o quedar de algún modo asociadas a él. Es decir, pedía que el juez hiciera tabla rasa de los derechos y garantías establecidos en varios artículos de la Constitución, con relación a las libertades de expresión, de prensa, del empleo de los medios de comunicación masivos, de ejercicio del periodismo y del derecho a informarse.

Es inaudito que alguien solicite semejante barbaridad jurídica, más aún tratándose de un legislador, que se supone debe ser conocedor de la ley; pero parece que los habitantes de este país ya tenemos que ir acostumbrándonos a ver y escuchar los disparates que algunos de nuestros legisladores se lanzan a decir y hacer en forma pública, sin mostrar ningún temor al ridículo ni a forma alguna de sanción social.

No obstante, es preciso celebrar que el juez Delmás haya mostrado, en este caso específico, las virtudes de legalidad y celeridad que tanto se le reclama a la administración de Justicia en general. Nuestra Justicia andaría mucho mejor si se rechazaran de este modo expeditivo la mayoría de los casos disparatados, audaces o claramente inapropiados, pero al mismo tiempo sencillos de evaluar y calificar como tales, que los jueces y tribunales reciben con tanta frecuencia, y a cuyos expedientes, en vez de actuar de este modo, le dan entrada y trámite para postergar por largos períodos de tiempo la respuesta negativa que pudo haberse dado de forma inmediata por ser la presentación claramente inconstitucional.

Por otra parte, este diputado D’Ecclesiis, con su grosera pretensión de acallar a la prensa por vía judicial, muestra su mediocridad intelectual y su carácter prepotente, sin duda, pero también la clásica desfachatez e hipocresía del político que, cuando se lanza a competir, cuando entra en campaña electoral y le son útiles, es el más entusiasta admirador de la libertad de prensa y de los medios de comunicación que la hacen posible, pero tras ganar las elecciones y convertirse en funcionario electo comienza a mostrar las garras del autoritarismo y no tolera las críticas.

Se ponen de inmediato a intentar intimidar a los medios, a los periodistas, amenazando con demandas y otras acciones, como esta tontamente intentada por el diputado D’Ecclesiis. Se expresan despectivamente con relación a la libertad de opinión misma, alegando que “hay que poner algún límite a la prensa”, proponiendo leyes restrictivas y medidas punitorias contra quienes “falseen la verdad”, contra “la dictadura de la prensa”.

En esto coinciden perfectamente con los matones del bolivarianismo latinoamericano y sus prácticas agresivas contra la prensa independiente, como lo ilustra, por ejemplo, la anécdota del mandamás ecuatoriano Rafael Correa, que hace poco ordenó sancionar a un medio de prensa de su país porque no informó sobre un viaje que había hecho a Chile, y que él calificaba de “noticia de interés público” que, por tanto, de acuerdo a su mentalidad de dictadorzuelo, toda la prensa tenía la obligación de publicar.

Los políticos como D’Ecclesiis van a tener conflictos permanentes con las libertades en general, y con la de prensa en particular, dado su notorio temple antidemocrático y escasa preparación profesional para ser legislador. Esta clase de personas, lamentablemente, llegan a la política no por vocación de servicio público sino porque se cuelan a través de las nefastas “listas sábana” que tanto daño hacen al país. Para esta clase de políticos la libertad de prensa siempre será un obstáculo en su carrera y un enemigo al que neutralizar.

Los otros políticos, los que nada temen porque mantienen su conducta pública y privada ajustada a las normas legales, a las éticas y a las de convivencia social, nunca van a ver a los medios de comunicación masiva y a los periodistas como enemigos sino como aliados críticos en la búsqueda de un futuro más promisorio.

La rápida respuesta que dio el juez Delmás a la descabellada pretensión de censura a la libertad de expresión y de prensa propuesta por el cuestionado diputado D’Ecclesiis, es la más sensata y la mejor que pudo haber adoptado el magistrado en beneficio del saneamiento moral de nuestra política.

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