Artimaña de “tero tero”

El gobierno de Evo Morales ha pegado el grito al cielo ante la hipótesis de que eventualmente el Paraguay pudiera establecer un convenio de cooperación militar con Estados Unidos. Pese a que la noticia fue desmentida en el Paraguay, el Senado boliviano interpeló al respecto al canciller de ese país, David Choquehuanca. Detrás de la teatral reacción del Gobierno del país del Altiplano, más anecdótica que política, se esconde una estafa intelectual que desnuda el cinismo con que en la práctica el Gobierno boliviano honra el precepto constitucional de que “Bolivia es un país pacifista”. Lo que busca Evo Morales es mantener la atención de su pueblo lejos de los álgidos problemas domésticos. Como “el tero tero”, esa ave muy conocida en nuestros campos, que hace gran alharaca en un lugar, mientras pone los huevos en otro.

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El gobierno de Evo Morales ha pegado el grito al cielo ante la hipótesis de que eventualmente el Paraguay pudiera establecer un convenio de cooperación militar con los Estados Unidos de América con la finalidad de combatir eficazmente el creciente tráfico de cocaína proveniente de Bolivia a través del Chaco mediante el establecimiento de una base militar en la ciudad de Mariscal Estigarribia. Aunque tal intención por parte del Gobierno paraguayo fue categóricamente desmentida por la ministra de Defensa de nuestro país, María Liz García, el ministro de Relaciones Exteriores boliviano, David Choquehuanca, fue sometido a una interpelación por el Senado de esa nación con relación a tal noticia.

Detrás de la teatral reacción del Gobierno del país del Altiplano, más anecdótica que política, se esconde una estafa intelectual que desnuda el cinismo con que en la práctica el Gobierno boliviano honra el precepto de su Constitución de que “Bolivia es un Estado pacifista”. “No existe ningún proyecto armamentista ni plan para enfrentar a algún país hermano. Por el contrario, Bolivia promueve la paz y la seguridad hemisférica”, replicó por su parte el ministro de Defensa, Rubén Saavedra Soto, acerca de las declaraciones de su homóloga paraguaya con relación al armamentismo promovido por Venezuela y Bolivia en la región.

Esta hipocresía subyacente en la política exterior del gobierno de Evo Morales quedó al descubierto en ocasión de la IX Conferencia de los Ministros de Defensa de las Américas, llevada a cabo en la ciudad boliviana de Santa Cruz en noviembre de 2010, cuando el Primer Mandatario boliviano defendió vehementemente el acuerdo de cooperación que había suscrito con el teocrático régimen de Irán, a raíz de los reparos formulados en la ocasión por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, quien aconsejó cautela a las naciones que hacen acuerdos con este país impulsor del terrorismo internacional.

“Bolivia, bajo mi dirección, tendrá acuerdos, alianzas con todo el mundo; nadie me va a prohibir, tenemos derecho”, expresó enfáticamente el gobernante boliviano en presencia de Gates. La postura asumida últimamente por el presidente Evo Morales, junto con sus colegas “bolivarianos” de Unasur y Alba en el foro de la OEA , en contra del soberano derecho de autodeterminación del Paraguay en sus asuntos internos, por la destitución del expresidente Fernando Lugo por el Congreso de la Nación, es la más cabal demostración de que la soberanía e independencia que Bolivia reclama para sí a ultranza es un derecho universal que ella no reconoce para las demás naciones, entre ellas, la nuestra, en particular.

Por su parte, el Paraguay ha sido siempre respetuoso del ordenamiento jurídico internacional. Por esa razón, hasta ahora no ha cuestionado formalmente el injustificado rearme militar que lleva adelante el Gobierno de Bolivia, aun tratándose de un país exbeligerante, vencido en el campo de batalla, pero no en el de la ambición de una revancha. Fiel a su vocación pacifista, el Paraguay más bien ha optado por asumir el indeseable costo del dilema de seguridad al que lo expone la frenética carrera armamentista emprendida por el presidente Evo Morales. Aunque el “Memorándum de Entendimiento en materia de Seguridad y Defensa” firmado entre los gobiernos de Venezuela y Bolivia el 22 de mayo de 2008 en Caracas es a todas luces lesivo para la seguridad nacional del Paraguay, nuestro Gobierno no ha formulado formalmente reclamo alguno, justamente porque reconoce el principio de autodeterminación de un Estado en el manejo de sus asuntos internos, contrariamente a la conducta de intromisión de que ha dado muestras recientemente el Gobierno boliviano y otros gobernantes “bolivarianos” de la región dentro del Mercosur, Unasur y la OEA en perjuicio del Paraguay.

Por el acuerdo de marras, el Gobierno de Venezuela ha financiado la repotenciación total de las Fuerzas Armadas bolivianas, con la renovación de su obsoleto parque bélico y el establecimiento de dos centros de comando militar conjunto: uno, el Comando Militar Amazónico, ubicado en la localidad de Puerto Rico, en el departamento de Pando, y el otro, el Comando Militar del Plata, ubicado en San Ignacio de Velasco, en el departamento de Santa Cruz. Como parte de la cooperación militar convenida, se conformó también una Fuerza Binacional de Ingeniería (Militar) Social, integrada con 6 batallones de ingenieros, que con un presupuesto de 38 millones de dólares han completado la construcción de unos 3.000 kilómetros de rutas y aeropuertos en los departamentos de Santa Cruz y Cochabamba.

A más de la cooperación militar y financiera del Gobierno venezolano, el gobierno de Evo Morales ha efectuado la compra de 6 aeronaves caza de última generación de entrenamiento avanzado y combate K-8, de fabricación china, para la Fuerza Aérea, a un costo de 57,8 millones de dólares, y seis helicópteros de combate de la misma procedencia para equipar un regimiento de caballería aeromóvil, a igual costo que los aviones caza. Estas aeronaves fueron ensambladas el año pasado en la base aérea de Chimoré, en el departamento de Cochabamba, y ya se encuentran en servicio actualmente. También existen tratativas para compra de más armas y aeronaves de Rusia, mediante un crédito de 150 millones de dólares concedido por este país.

A más de estos convenios armamentistas con los países más arriba citados, el gobierno de Evo Morales ha firmado acuerdos de cooperación militar y comercial con China para la construcción y puesta en órbita de un satélite propio boliviano, así como con Irán, para desarrollo de tecnología nuclear y explotación de uranio, semejante a lo convenido por este país con Venezuela.

Obviamente, este rearme militar de Bolivia ha absorbido la mayor parte del dinero público, en detrimento de la atención de necesidades sociales apremiantes del pueblo boliviano, como salud, educación, viviendas y desigualdad social. Actualmente, las Fuerzas Armadas reciben nueve veces más dinero que el Ministerio de Educación. Desde que Evo Morales asumió el poder, el gasto militar de Bolivia se incrementó de 64% a 123% en la última década. Según informes publicados por el Ministerio de Economía y Finanzas de Bolivia, la cartera de Defensa lleva el 26% del total del presupuesto asignado al Poder Ejecutivo. Estos recursos sirven para mantener unos 70.000 efectivos que componen actualmente las Fuerzas Armadas bolivianas. Comparadas con las nuestras, ellas las superan en dotación de hombres en una proporción de 10 a 1.

De hecho, mientras la dotación de nuestro III Cuerpo de Ejército asentado en el Chaco no supera los 500 hombres, el Ejército boliviano tiene volcadas sobre el área de influencia de nuestra frontera 4 de sus 9 Divisiones de Ejército, con una dotación de al menos 3.000 hombres cada una, y ha invertido unos 13 millones de dólares para dotarlas de un sistema de comunicación de última generación para potenciar su capacidad de comando, coordinación y control operacional.

Para el experto en temas militares y consultor boliviano Samuel Montaño, las Fuerzas Armadas bolivianas disponen hoy del mayor presupuesto de la historia del país. Sin embargo, hace pocos días, el pasado 6 de agosto de 2012, dando rienda suelta a su afiebrado ensueño de “refundar Bolivia”, en su discurso durante la conmemoración del 187º Aniversario de la Independencia Nacional, el presidente Morales dijo que el objetivo central de su gobierno es erradicar la pobreza extrema de cara a 2025.

“Tenemos conocimiento y, sobre eso, hay voluntad política. En 2025, en el Bicentenario de la antes República, ahora Estado Plurinacional, el objetivo es erradicar la pobreza”, expresó el mesiánico líder “bolivariano” marxista con su acostumbrada fanfarronería. Irónicamente, mientras habla de acabar con la acuciante pobreza que agobia a su pueblo, desde que asumió el poder despilfarra los escasos recursos de su país para armarse hasta los dientes.

Al respecto, dice el conocido economista boliviano Alberto Bonadona: “Es una lástima que un país tan pobre como Bolivia les ponga tanto dinero a las causas bélicas y represivas”. De hecho, los analistas de la realidad nacional de Bolivia bajo la conducción del presidente Evo Morales coinciden en que la “prioridad” presupuestaria a favor del gasto militar hace pensar que el Gobierno espera utilizar el apoyo de las fuerzas militares y policiales para consolidarse, al menos hasta el año 2025, como lo dejó entrever elípticamente hace pocos días. Es que en la medida en que su afán por eternizarse en el poder crece, su popularidad se desinfla, por lo que el autoritario gobernante busca recurrentemente desviar la atención de su pueblo fuera del fatídico escenario doméstico. Ora hacia Chile, con el vano reclamo de un acceso al mar; ora hacia el Paraguay, esta vez por la destitución de su compañero de ruta marxista, el expresidente Fernando Lugo, y más recientemente por la expresión de deseo de un diputado paraguayo de convenir con el Gobierno norteamericano la instalación de una base militar en Mariscal Estigarribia para frenar el creciente flujo de cocaína a través del Chaco ahora que Bolivia se ha convertido en el segundo productor mundial de esta droga con 265 toneladas por año.

Casi a la mitad de su segundo mandato, Morales tiene una desaprobación del 53% de la población y una aprobación del 42%, según una encuesta realizada el pasado mes de julio por la firma Captura Consulting.

Valiéndose de una retórica psicológicamente eficaz, Evo Morales busca mantener la atención pública de su pueblo lejos de los álgidos problemas domésticos, orientándola hacia afuera, en quimeras de reivindicaciones imposibles: históricas, étnicas, territoriales y culturales.

Los paraguayos debemos estar alertas porque, en el caso de que al bolivariano marxista Evo Morales se le ponga negra la morcilla por los fracasos de sus programas económicos y la protesta de los diferentes grupos étnicos a los que busca encorsetar en los principios marxistas, a este señor se le podría ocurrir lo mismo que al general Leopoldo Fortunato Galtieri cuando, en 1982, en medio de una gran crisis en la Argentina, se le ocurrió invadir militarmente las islas Malvinas. Como el “tero tero”, un ave muy conocida en nuestros campos, que hace gran alharaca en un lugar mientras pone los huevos en otro.

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