Buscan continuar robando la voluntad a los electores

El espantoso descalabro moral e institucional que sufre actualmente el Paraguay es consecuencia directa de las “listas sábana”. Este sistema ha puesto a nuestro país en manos de verdaderas gavillas que manejan los partidos, cuyos miembros año tras año aparecen en las listas y, cuando ya no pueden continuar o son desplazados por alguna trapisonda, ponen en su reemplazo a sus allegados para que continúe la farra con el dinero público. Lejos de buscar una salida a los cuestionamientos de la Justicia Electoral a la ley vigente, el Senado se apresta a “reconsiderar” este jueves el tema de las “listas sábana”, no para mejorarlas o buscar una mayor apertura, sino para anular la exigua ventaja conseguida con la ínfima flexibilidad que estaba en vigencia. Los dirigentes partidarios y candidatos que se benefician del manejo discrecional de las listas electorales no intentan encontrar otro sistema mejor que reemplace al actual, porque no van a arriesgarse a perder la mina de oro que tienen actualmente en sus manos.

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El espantoso descalabro moral e institucional que sufre actualmente el Paraguay es consecuencia directa de las “listas sábana”. Este sistema ha puesto a nuestro país en manos de verdaderas gavillas que manejan los partidos, cuyos miembros año tras año aparecen en las listas y, cuando ya no pueden continuar o son desplazados por alguna trapisonda, ponen en su reemplazo a sus allegados para que continúe la farra con el dinero público.

Los escandalosos e increíbles casos y fatos que vienen llenando las páginas y los espacios de la prensa son el resultado directo de este perverso sistema que ha secuestrado la voluntad popular para ponerla en manos de un grupo de politicastros que, muchas veces, con dinero mal habido, se perpetúan en sus cargos y van llenando con su clientela la pesada burocracia nacional. A las “listas sábana” se les deben atribuir la actual desesperante falta de medicamentos en los hospitales, la precariedad de aulas y materiales de estudio en las escuelas, el pésimo estado de los caminos y puentes que castiga a la población más pobre del país, la falta de computadoras para los escolares y tantas otras carencias que sufre la parte de la población que no figura en la clientela privilegiada de los políticos. ¡Y están indicando que con esta farra quieren continuar!

En efecto, el Senado se apresta a “reconsiderar” este jueves el tema de las “listas sábana”, no para mejorarlas o buscar una mayor apertura, sino para anular la exigua ventaja conseguida con la ínfima flexibilidad que estaba en vigencia. Lo que se estudiará es un proyecto de ley presentado por el senador Juan Carlos Galaverna, que consiste en la derogación de lo que se conoce como sistema de “listas semiabiertas”, alegando que, además de no conducir a la finalidad deseada, presenta innumerables inconvenientes prácticos a la hora del cómputo de votos, argumento con el que está de acuerdo el propio Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE). La ley que estaba en vigencia contempla un ínfimo desbloqueo parcial, ya que permite a los electores por lo menos votar por un candidato en particular de la “lista sábana” que los popes partidarios, dueños de los partidos, les presentan en cada elección.

La modalidad que ahora se quiere derogar ni siquiera fue aun experimentada en comicios generales. Según sostiene el TSJE, con base en un simulacro realizado, la misma no produjo el resultado esperado y reclamado, de que los electores adquirieran el poder de cambiar el orden de candidatos dentro de las “listas sábana”, porque resulta que el voto que el elector otorga a su candidato preferido, al ser un voto simultáneamente concedido al partido o movimiento en cuya lista figura dicho candidato, también pasa a beneficiar a los demás integrantes de esta.

De modo que cabe inferir que el sistema de lista “semidesbloqueada” no fue más que una maniobra de distracción de los parlamentarios para frenar la fuerte presión ciudadana que los había acorralado con sus manifestaciones de repudio a las “listas sábana”.

Lejos de buscar una salida a los cuestionamientos de la Justicia Electoral plasmados en el proyecto del senador Galaverna, los dirigentes partidarios y candidatos que se benefician del manejo discrecional de las listas electorales no están dispuestos a buscar y hallar otro sistema de reemplazo del actual por un sencillo motivo: no van a arriesgarse a perder la mina de oro que tienen actualmente, que les permite hegemonizar el poder y la capacidad de distribuir, como se les antoje o convenga, las prebendas que con los recursos del Estado construyen su poderío y su riqueza personal.

La solución del problema de este viciado sistema electoral de representación política estaría –esto lo reconocen todos– en que las listas completas de candidatos pudieran ser integradas en el orden que el elector prefiera, evitando someterse a las impuestas verticalmente por las cúpulas. Se cree que este régimen proporcionaría el resultado esperado por las mayorías: que los legisladores sean el resultado directo de la voluntad ciudadana y no el de la voluntad excluyente de los dirigentes y las cúpulas, o del poder económico de grupos de presión o de otros orígenes espurios.

Las autoridades del TSJE responden a esta inquietud afirmando que, en su carácter de organismo técnico, están en posición de aplicar cualquier solución que se adopte, siempre y cuando se les dote de los recursos económicos, tecnológicos y humanos necesarios. Esta declaración implica, lisa y llanamente, que toda la cuestión puede ser resuelta por la voluntad de los legisladores.

Pero como la mayoría de estos, así como muchos de los dirigentes de organizaciones políticas, no están de acuerdo con perder la manija que poseen actualmente de integrar a su conveniencia las listas electorales, dan largas al asunto, logrando que transcurra el tiempo y comience la carrera hacia nuevos comicios, lo que aviesamente les sirve de pretexto para no cambiar el sistema eleccionario y volver a postergar su debate.

La cuestión, como se ve, es eminentemente política, tanto desde el punto de vista teórico como práctico; es decir, debe ser debatida en los organismos políticos y en el seno de la ciudadanía organizada.

Esto significa que un proyecto de modificación del actual sistema electoral paraguayo que asegure mayor participación, o una real participación de la ciudadanía en la formación de listas y en el orden de candidatos que en ellas debe darse, es responsabilidad directa de los legisladores. Por lo que es de esperar que, si van a derogar el actual régimen de listas “semidesbloqueadas”, introduzcan otro que permita verdaderamente la participación ciudadana, eliminando definitivamente el perverso sistema de las “listas sábana”.

Si es que pareciera ilusorio esperar que quienes tienen en sus manos el manejo de las listas electorales renuncien voluntariamente a esta extraordinaria herramienta de poder, solo resta el recurso de que la ciudadanía en pleno tome en sus manos este caso, y por medio de la presión constante y la acción de concienciación cívica a través de los medios de comunicación masivos, las redes sociales, las calles y las organizaciones y asociaciones gremiales, acorrale a senadores y diputados, y los obligue a trabajar en pos de un sistema electoral representativo, equitativo y democrático como el que se merece el pueblo paraguayo.

Es hora de desterrar del campo político a las verdaderas pandillas que se han adueñado de los partidos, que manejan discrecionalmente los recursos y el aparato del Estado para perpetuarse en el poder, junto a sus agentes y operadores. La población debe levantarse en masa para protestar y exigir que se le devuelva el secuestrado derecho de elegir a sus autoridades, y de ninguna manera aceptar más a los “representantes del pueblo” que desde arriba se le impongan, como los diputados Carlos Portillo, Jorge Baruja, Perla de Vázquez, José María Ibáñez, los senadores Víctor Bogado, Óscar González Daher, Juan Carlos Galaverna, Jorge Oviedo Matto y otros impresentables que deshonran la voluntad popular que dicen ejercer.

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