Combatir la narcopolítica

El vicario del Pilcomayo, Mons. Lucio Alfert, instó a los feligreses en Caacupé a acabar con los narcopolíticos, haciéndose eco de un reclamo generalizado que hasta hoy no se traduce en acciones gubernativas concretas para borrarlos del mapa, con la ley en la mano. Los comicios municipales han servido, justamente, para evidenciar que el dinero del narcotráfico ha jugado un papel decisivo en ciertas localidades. La dramática situación amenaza con hacer del Paraguay un narcoestado, en el que el crimen organizado disponga de la vida y hacienda de quienes tengan el coraje de resistirse a sus macabros designios.

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El vicario del Pilcomayo, Mons. Lucio Alfert, instó a los feligreses reunidos en Caacupé a acabar con los narcopolíticos, haciéndose eco de un reclamo generalizado que hasta hoy no se traduce en acciones gubernativas concretas para borrarlos del mapa, con la ley en la mano. Los comicios municipales han servido, justamente, para evidenciar que el dinero del narcotráfico ha jugado un papel decisivo en ciertas localidades, como La Paloma y Capitán Bado. En la primera, fue electo como intendente Cristóbal Villalba, hermano del exintendente Carlos (Cabrito) Villalba y de la cuestionada diputada Cristina Villalba, considerada la “madrina” de algunos políticos zonales de torcido andar y vinculados con el narcotráfico. En Capitán Bado fue electo en igual carácter el prófugo Denilso Sánchez, hermano de Carlos (Chicharõ) Sánchez, procesado por el delito de lavado de dinero del narcotráfico y partícipe de la campaña electoral desde la celda que hasta unos días ocupaba en la penitenciaría de Tacumbú.

La Ley Nº 4743, que regula el financiamiento político, se ha revelado como un instrumento inútil para impedir que el dinero proveniente de esa actividad ilícita siga corrompiendo a parte del electorado, hasta el punto de otorgar un mandato popular a quienes no dudarían en mancharse las manos de sangre para eliminar a cuantos se interponen en su camino. El presunto autor intelectual del asesinato de nuestro periodista Pablo Medina y de su acompañante Antonia Almada fue el entonces jefe comunal de Ypejhú, Vilmar “Neneco” Acosta, cuya principal fuente de ingresos no habrá sido ignorada por los vecinos de esa pequeña localidad.

La miseria induce a muchos compatriotas a vender sus conciencias a delincuentes de marca mayor, que están empotrados no solo en los municipios o en las gobernaciones, sino en los tres Poderes del Estado. Y aquí no hay distinción de partidos que hacer, como surge del hecho de que los principales dirigentes colorados y liberales del municipio de Sargento José Félix López (Puentesiño) tengan órdenes de captura con relación a la toma de rehenes cometida por una turba para forzar la liberación de un traficante de marihuana.

La dramática situación amenaza con hacer del Paraguay un narcoestado, en el que el crimen organizado disponga de la vida y hacienda de quienes tengan el coraje de resistirse a sus macabros designios.

La exhortación del obispo Alfert puede entenderse no tanto como un llamado de alerta ante un peligro inminente, sino más bien como una convocatoria a la ciudadanía y a las autoridades para que reaccionen contra un flagelo que ya es actual. Pronunció su acuciante homilía en la “capital espiritual” del país, allí donde cada 8 de diciembre se congregan no solo los sinceros creyentes, sino también las autoridades que, por acción u omisión, colaboran con el narcotráfico. No sería nada raro que en esta ocasión apareciera por allí la nombrada diputada Cristina Villalba, la misma a quien el propio presidente Horacio Cartes presentó en el Palacio de Gobierno al papa Francisco.

Esta exhortación llega en un momento oportuno, en que nuevos y graves hechos están llevando al olvido a los narcopolíticos, que a este paso cobrarán mayor fuerza en los tres Poderes del Estado si la población no se moviliza para rescatar al país de las garras del crimen organizado.

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