Deplorable retorno al pasado

La disputa electoral por la presidencia del Partido Colorado y de la mayoría de su Junta de Gobierno, que en este momento está alcanzando su momento más álgido, comienza a mostrar que los viejos métodos de tristes épocas anteriores continúan gozando de la afición de quienes, en este momento y circunstancialmente, controlan el Gobierno del país y la directiva de ese partido. Es decir, vuelve a repetirse la nefasta práctica de la época de Stroessner y de los gobiernos colorados que le sucedieron, cuando el dinero, los vehículos, los funcionarios, el combustible, las líneas y los medios de comunicación, hasta los espacios públicos eran puestos a disposición discrecional para uso y abuso de los candidatos del oficialismo del partido en el Gobierno. ¿Cómo se llama a esto en cualquier idioma? Arbitrariedad y robo desvergonzado. La arbitraria y descarada dilapidación de recursos estatales y municipales en las luchas partidarias constituye un peligroso retorno al pasado al que la inmensa mayoría de los paraguayos de hoy se niega a regresar.

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La disputa electoral por la presidencia del Partido Colorado y de la mayoría de su Junta de Gobierno, que en este momento está alcanzando su momento más álgido, comienza a mostrar que los viejos métodos de tristes épocas anteriores continúan gozando de la afición de quienes, en este momento y circunstancialmente, controlan el Gobierno del país y la directiva de ese partido.

Pongamos nombres propios a los protagonistas y mencionemos hechos concretos, para que las alusiones y denuncias que se efectúan no sean vagas e imprecisas: el presidente de la República, Horacio Cartes; la presidenta de la ANR, Lilian Samaniego; y el candidato de ambos, diputado Pedro Alliana, junto con el equipo de funcionarios públicos que ya dedica su tiempo a impulsar esta candidatura, comienzan a poner al servicio de esta campaña los recursos del Estado.

Es decir, vuelve a repetirse la nefasta práctica de la época de Stroessner y de los gobiernos colorados que le sucedieron, cuando el dinero, los vehículos, los funcionarios, el combustible, las líneas y los medios de comunicación, hasta los espacios públicos eran puestos a disposición discrecional para uso y abuso de los candidatos del oficialismo del partido en el Gobierno.

Dicho en otras palabras, Horacio Cartes, Lilian Samaniego y Pedro Alliana les harán correr con los gastos de las internas de su movimiento partidario a todos los ciudadanos productores y contribuyentes del país, sean cuales sean las preferencias políticas de estos. Sea o no sea uno colorado, sea o no sea uno oficialista, nos guste o no, tendremos que soportar las manos de Cartes, Samaniego y Alliana penetrando en nuestros bolsillos.

¿Cómo se llama a esto en cualquier idioma? Arbitrariedad y robo desvergonzado.

Ahora resulta que el señor candidato del oficialismo, diputado Alliana, puede contar hasta con espacios reservados en la vía pública para estacionar sin dificultades su vehículo, así como con la presencia excepcional de un policía municipal de tránsito, en horas completamente desusadas para estos, a fin de asegurarle al personaje el lugar. De esta manera, al residente asunceno que paga sus impuestos y tasas le estará vedado ocupar el estacionamiento reservado para un diputado de Ñeembucú, convertido, por obra de la varita mágica de los mandamases del Partido Colorado, en ciudadano de primera categoría en todo el territorio de la República.

Lamentable. Con estos actos se despliega ante la vista el mismo escenario de la era de la prepotencia y la iniquidad que, tal vez ingenuamente, creemos que va siendo superada por la libertad de expresión existente, la conciencia cívica democrática y la vigencia de sus reglas justas e igualitarias.

Es un exceso, un despropósito político notable, que el Presidente de la República se entrometa en las internas de un partido, aunque sea el suyo, renunciando a ser “el presidente de todos los paraguayos” –como les agrada proclamarse a los que ejercen este mandato– para pasar a ser un simple operador de campaña electoral, rebajando su nivel y la dignidad de su cargo.

A nosotros, como voceros de la opinión pública, nos concierne el interés general, pues un Presidente, una senadora, un diputado y decenas de altos funcionarios públicos dedicados a promocionar una figura electoral partidaria y conducir una campaña constituye, francamente, un robo escandaloso al pueblo, a esa ciudadanía que trabaja y paga sus tributos que, en forma lamentable, se utilizan en gran parte para solventar las cuantiosas remuneraciones y beneficios adicionales de políticos parásitos vividores.

Por supuesto, nadie –fuera de los que tienen la manija– quiere volver a experimentar esas presiones, intimidaciones y represalias de los que mandan sobre los mandados, como las sufridas durante los nefastos 35 años de la dictadura stronista. En este momento el precandidato “Marito” Abdo Benítez ya habló incluso de intendentes presionados para apoyar al “caballo del comisario”, so pena de arriesgarse a sufrir recortes en los royalties que reciben sus comunas. Vergonzoso.

La arbitraria y descarada dilapidación de recursos estatales y municipales en las luchas partidarias constituye un peligroso retorno al pasado al que la inmensa mayoría de los paraguayos de hoy se niega a regresar. Se lo recordamos al presidente Horacio Cartes porque este es, justamente, uno de los vicios perniciosos de nuestra política criolla que haría muy bien en rectificar aplicándole el “nuevo rumbo” que prometió al país.

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