Descarada instigación de Venezuela a un golpe de Estado en Paraguay

La Cámara de Diputados declaró “persona no grata” al canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, por inmiscuirse en asuntos internos de nuestro país. La ministra de Defensa Nacional, María Liz García de Arnold, acusó al mismo de haber instigado al alto mando militar a “responder” a la situación de crisis suscitada con el juicio político al entonces presidente Fernando Lugo, tomando partido a favor de este. Como quedó comprobado con posterioridad, los altos mandos rechazaron la descarada propuesta. La atrevida cuan desesperada intromisión del canciller venezolano en la política interna paraguaya es prueba contundente de la clara injerencia de algunos gobiernos de la región que, mediante “petrodólares”, quieren alinear también a nuestro país en la senda del bolivarianismo chavo-marxista.

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La Cámara de Diputados del Congreso ha aprobado una resolución declarando “persona no grata” al canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, por haberse inmiscuido en asuntos internos de nuestro país, amenazando al Parlamento y menoscabando la soberanía nacional. Mediante otra resolución, insta al Ministerio Público a investigar la denuncia formulada por la ministra de Defensa Nacional, María Liz García de Arnold, acusando al canciller Maduro de haber instigado al alto mando militar a “responder” a la situación de crisis suscitada con el juicio político al presidente Fernando Lugo, tomando partido a favor del mismo.

Como lo manifestó públicamente la ministra de Defensa, ella corroboró que, en efecto, el canciller venezolano, acompañado del embajador ecuatoriano en Asunción, Julio Prado, se reunió el 15 de junio, a las 16:00, con los más altos jefes de las Fuerzas Armadas en el despacho del titular del Gabinete Militar de la Presidencia de la República, general de división Ángel Vallovera Antúnez, quien realizó la convocatoria de los militares paraguayos. La ministra García de Arnold no pudo ser más clara en su denuncia: “El canciller (Maduro) arengó a que respondieran a una situación que se estaba dando y que afectaba al expresidente, pidió que respondieran en ese momento, conforme a lo que le ocurriera al expresidente Lugo”.

A poco de conocerse la noticia, la Embajada de Ecuador en Asunción se apresuró a deslindar toda responsabilidad del embajador en la citada reunión, afirmando que el mismo asistió al Palacio de Gobierno solo para acompañar al canciller de su país, Ricardo Patiño.

De hecho, las declaraciones de la ministra de Defensa de Paraguay se sustentan en testimonios de los altos jefes militares presentes en el encuentro de referencia y que ganaron estado público como rumores desde el primer momento. Como quedó comprobado con posterioridad, los altos mandos militares rechazaron tajantemente la descarada petición del canciller bolivariano, enrostrándole que ellos se mantendrían dentro de los mandatos constitucionales, las leyes y los reglamentos militares.

No sorprende que tan grosera intromisión en nuestros asuntos internos, y con tan condenable propósito, haya sido perpetrada por el canciller de un gobierno como el de Venezuela, donde las Fuerzas Armadas han sido tan politizadas que las mismas están “casadas” con el régimen dictatorial de Hugo Chávez, al punto de declarar públicamente que por ningún motivo van a aceptar una eventual vuelta al poder de un gobierno opositor, al decir de su actual comandante, el general Henry Rangel Silva. “Eso no lo va a aceptar la gente, la FAN no, y el pueblo menos”, había enfatizado en otra oportunidad el mismo jefe militar. Sus dichos fueron duramente cuestionados por la oposición venezolana, tras lo cual afirmó que no lo dijo en esos términos, sino que lo publicado fue sacado de contexto.

Recientemente, el gorila venezolano se ha encargado de ratificar el ignominioso sometimiento del glorioso ejército venezolano –“forjador de libertades”– a su despótica voluntad personal, al advertir a los militares de su país que “quien no es chavista no es venezolano”. No es de extrañar, entonces, que haya sido precisamente su canciller, Nicolás Maduro, quien tuviera la desfachatez de llegarse hasta nuestro país para instigar al alto mando de nuestras Fuerzas Armadas a llevar a cabo un golpe militar contra el orden constitucional de la República, a fin de retener en el poder al destituido presidente Fernando Lugo.

Por suerte, y pese a los recurrentes manoseos a los que fueron sometidas por el depuesto presidente durante sus cuatro años de gobierno, las Fuerzas Armadas de la Nación han sabido preservar la institucionalidad democrática conseguida tras 35 años de duro sometimiento bajo el régimen dictatorial de Alfredo Stroessner, en nada diferente al que sufre actualmente la institución castrense venezolana bajo Hugo Chávez.

Este hecho, más anecdótico que político, viene a confirmar lo que este diario ha venido advirtiendo desde que Fernando Lugo accedió al poder, acerca de un solapado pero sistemático esfuerzo del comandante en Jefe para politizar las Fuerzas Armadas de la Nación por diferentes medios que iban desde el socavamiento de la moral corporativa de la institución mediante la profanación política de los cuarteles –como lo sucedido en el recinto del Comando de Ingeniería del Ejército– hasta la arbitraria destitución de comandantes militares con brillante foja de servicio, pasando por misiones institucionales sin objetivos ni directivas concretas de ejecución, como las dispuestas supuestamente para combatir al autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), sin ningún resultado positivo.

Otra faceta del esfuerzo del expresidente Lugo para minar la institucionalidad de las Fuerzas Armadas constituye la macrocefálica reorganización administrativa del Ministerio de Defensa Nacional, llevada a cabo al solo efecto de crear decenas de cargos gerenciales para funcionarios civiles ideológicamente comprometidos con la vulgata chavista del “socialismo del siglo XXI”.

De igual modo, se sospecha que el proyecto de ley actualmente en estudio por el Congreso que crea la figura híbrida del “soldado profesional voluntario” impulsado por el expresidente de la República y defendido a capa y espada por el actual comandante de las Fuerzas Militares, general Felipe Melgarejo, tenía originariamente la finalidad de reclutar selectivamente exconscriptos –de origen campesino, mayoritariamente– para formar con ellos una guardia pretoriana ideologizada leal al ex primer mandatario, igual que hizo Hugo Chávez en Venezuela con las milicias bolivarianas, copia fiel a su vez de las SS creadas por Hitler para destruir el profesionalismo del conservador ejército alemán. Por lo que se ha visto, el canciller Maduro creyó que Lugo ya había domesticado suficientemente a los militares paraguayos, pero se equivocó.

Más allá de la turbulencia política creada a nivel regional por los Jefes de Estado ideológicamente afines al dictador Hugo Chávez, todo parece indicar que, en retrospectiva, el pueblo paraguayo va a comprobar que la destitución de Fernando Lugo mediante el juicio político no solo ha sido constitucional, sino también legítima y además oportuna, pues de no haber procedido el Congreso como lo hizo, el ahora expresidente lo hubiera disuelto mediante presión de sus violentos partidarios antes de las elecciones generales marcadas para abril del próximo año, mediante un golpe de Estado “presidencial”, como puede pensarse del que tuvo todas esas características en Ecuador para que Rafael Correa pudiera afianzarse dictatorialmente en el poder.

La atrevida cuan desesperada intromisión del canciller venezolano en la política paraguaya instigando a altos mandos de las Fuerzas Armadas a llevar a cabo un golpe militar contra el orden constitucional de la República es prueba contundente de la clara y descarada injerencia de algunos gobiernos de la región que, mediante abundantes “petrodólares”, quieren alinear también a nuestro país en la senda del bolivarianismo chavo-marxista.

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