El EPP se burla del Gobierno

El grupo terrorista del EPP viene perpetrando una seguidilla de atentados a gusto y paladar en la zona del aparatoso pero ineficaz despliegue de la FTC en el norte del país, hace casi un año. Para la ciudadanía, ya acostumbrada a la absoluta inacción de las fuerzas de seguridad del Estado y a las mentiras con que las autoridades responsables tratan de encubrir su inoperancia, este incidente no pasa de ser una burla más al Gobierno del presidente Cartes en réplica a su promesa de que el EPP no iría a marcarle la hoja de ruta a su Gobierno, como lo venía haciendo a los anteriores. Tras un año de tan estéril como costoso despliegue de la Fuerza Pública, llegada es la hora de que el Primer Mandatario ponga fin a las tropelías con que el EPP se burla de su Gobierno y de su promesa de acabar con su maleficio. Es hora de que Cartes abandone los paños tibios y se decida a eliminar de una vez por todas a este grupo narcoterrorista que mantiene en vilo a la sufrida población de los departamentos norteños.

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Hace pocos días, la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) de militares y policías localizó en un bosque del predio de la estancia “La Novia”, en la localidad de Arroyito, distrito de Horqueta, dos campamentos recientemente abandonados por células del grupo terrorista Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Las guaridas descubiertas se encontraban a unos 300 metros de un retiro de la mencionada estancia, que ya había sufrido un ataque de la banda forajida el 1 de diciembre de 2013, y a poco más de 500 metros del sitio en que había quedado empantanado un vehículo blindado de transporte de personal de la Policía, que había sido tiroteado desde el monte aledaño.

Este incidente protagonizado por la banda criminal se suma a la seguidilla de atentados que viene perpetrando a gusto y paladar en la zona desde el aparatoso pero ineficaz despliegue de la FTC en el norte del país, hace casi un año. Para la ciudadanía, ya acostumbrada a la absoluta inacción de las fuerzas de seguridad del Estado y a las mentiras con que las autoridades responsables tratan de encubrir su inoperancia, este incidente no pasa de ser una burla más al Gobierno del presidente Horacio Cartes en réplica a su promesa de que el EPP no iría a marcarle la hoja de ruta a su Gobierno, como lo venía haciendo a los anteriores.

Dándose cuenta de que la gente ya no digiere sus mentiras con referencia al fiasco de la lucha contra el EPP, hace algunos días el ministro del Interior, Francisco de Vargas, se vio obligado a reconocer que al menos en cinco oportunidades la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) logró ubicar refugios del grupo criminal en los montes de la zona norte del país, pero que por diversos motivos no se los pudo capturar o eliminar a sus componentes.

En la referida oportunidad el ministro fue franco y directo al admitir sin remilgos el fiasco de la costosa operación que llevan a cabo fuerzas militares y policiales contra el grupo criminal que desde hace una década asuela impunemente los departamentos de Concepción y San Pedro, sin que cuatro sucesivos gobiernos –incluido el actual– hayan podido poner fin a sus fechorías. Las cada vez más frecuentes y audaces incursiones de los forajidos y la manifiesta inacción o incapacidad de las fuerzas de seguridad para contenerlos –pese a los medios y recursos puestos a su disposición para el efecto– han acabado por desacreditar completamente las habituales fanfarronadas con que los ministros del Interior y de Defensa, así como los comandantes militares y policiales responsables, venían engañando a la ciudadanía al asegurar que los tenían “acorralados” o “pisándoles los talones”, cuando la realidad mostraba lo contrario.

En situaciones de crisis –como la creada por el EPP– el Primer Mandatario debe enviar a la Nación una fuerte señal de liderazgo, destituyendo a los altos funcionarios públicos inútiles o deshonestos, sean civiles, militares o policías. Lamentablemente, en ese sentido hasta ahora el presidente Cartes no ha cumplido su promesa de rectificar rumbos. Con su frecuente espaldarazo a colaboradores chambones o deshonestos, lo único que hace es decepcionar al pueblo que lo eligió como presidente de la República confiado en su promesa de remover el peso muerto de la inseguridad, la corrupción y la impunidad que hace tiempo lastra la marcha del progreso económico y social de la Nación.

Tras un año de tan estéril como costoso despliegue de la Fuerza Pública, llegada es la hora de que el Primer Mandatario ponga fin a las tropelías con que el EPP se burla de su Gobierno y de su promesa de acabar con su maleficio.

Debe destituir y pasar a retiro al inepto comandante actual de la FTC, y nombrar en su remplazo a un oficial general con liderazgo y espíritu militar a la altura de la delicada responsabilidad que conlleva la difícil misión de combatir una insurgencia terrorista. Debe encomendarle la misión estableciendo un plazo para conquistar el objetivo: la captura o eliminación de la banda terrorista. Si llegado ese plazo el mismo no logra cumplirla, debe destituirlo y pasarlo a retiro por incapacidad profesional. En algún momento encontrará al oficial general con suficientes agallas y capaz de conquistar el objetivo estratégico de poner fin a las andanzas y burlas del EPP.

Derrotar al EPP no es misión imposible, aunque tampoco fácil. No es para comandantes timoratos o ineptos. Aparte de evitar que el terrorismo progrese y se instale en la capital de la República y en otras ciudades importantes haciéndose incontenible, como en Colombia y algunos países africanos y del Medio Oriente en la actualidad, el éxito de las Fuerzas de Seguridad contra la insurgencia terrorista puede marcar también un punto de inflexión en la actual moral corporativa de los militares, recuperando la mística de aquel Ejército del Chaco que se cubrió de gloria en una guerra victoriosa que salvó al país de la mutilación y la deshonra, al decir del Mariscal José Félix Estigarribia, su conductor invicto.

¿Qué otra opción, aparte de la fuerza militar, tiene el Gobierno para acabar con el EPP? Ninguna. Por consiguiente, es hora de que el Comandante en Jefe abandone los paños tibios y se decida a eliminar de una vez por todas a este grupo narcoterrorista que mantiene en vilo a la sufrida población rural de los departamentos norteños y amenaza con extenderse a las ciudades si no se lo contiene.

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