El presidente Cartes debería liquidar el negociado de la línea 500 kV

Cuando Don Carlos Antonio López decidió instalar el primer ferrocarril paraguayo, uno de los primeros de América, con máquinas adquiridas de Inglaterra, ya en aquella lejana época tuvo la visión y el patriotismo de procurar dar el máximo valor agregado nacional a la importante inversión hecha. Así, sobre la base de los modelos incorporados y materiales locales, el arsenal procedía al mismo tiempo a construir también coches, vagones y materiales accesorios para equipar las estaciones. La evocación de este verdadero “milagro económico” viene a cuento de la actitud actual de las autoridades de la ANDE, que, invocando sospechosos contratos con agencias financieras internacionales, ha impedido a la industria metalúrgica nacional la posibilidad de proporcionar valor agregado a la cuantiosa inversión que hará el país para el tendido de la línea de 500 kV entre Ayolas y Villa Hayes. Con toda razón, los industriales del sector se han mostrado indignados por la insólita negativa de permitirles la participación directa en las licitaciones previstas para la obra. El presidente Cartes debería revertir este perjuicio.

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El 14 de junio de 1861 tuvo lugar el primer paseo en el ramal urbano del flamante ferrocarril paraguayo construido por el gobierno de Don Carlos Antonio López; fue desde la estación hasta el puerto. Su concreción fue implementada en 1854, una de las primeras del continente. En 1856, mientras soldados del ejército realizaban los trabajos para el tendido de las vías, en Inglaterra la firma Blyth procedía a cumplir los primeros pedidos del Gobierno paraguayo: locomotoras, vagones, rieles, chapas de acero, asientos, etc. Sobre la base de los modelos incorporados y materiales locales, el arsenal procedía al mismo tiempo a construir también coches, vagones y materiales accesorios para equipar las estaciones.

Vale decir, el constructor de nuestra naciente República ya en aquella lejana época tuvo la visión y el patriotismo de procurar dar el máximo valor agregado nacional a la importante inversión hecha en libras esterlinas contantes y sonantes para la implantación del más moderno ferrocarril de la América del Sur en ese tiempo. El ferrocarril y el astillero donde se construyeron barcos mercantes de ultramar fueron los puntales del progreso económico y social impulsado por el preclaro gobernante para convertir en esa época al Paraguay en una de las naciones más prósperas del continente. Dado que el Paraguay no tenía suficientes recursos para financiar totalmente la construcción de una línea férrea moderna como aquella, la única opción visualizada por el insigne gobernante fue negociar la transferencia de tecnología mediante la contratación de técnicos ingleses y, concomitantemente, la mejor utilización posible de recursos humanos y materiales de que el país disponía. Concretamente, de la habilidosa mano de obra paraguaya y la única industria ya establecida: los arsenales de la República.

La evocación de este verdadero “milagro económico” que sacó al Paraguay de su atraso primigenio elevándolo a la altura de las más pujantes economías de la región en aquel tiempo tiene, a más de reminiscencia épica, una connotación actualísima. En efecto, el presidente Horacio Cartes ha prometido solemnemente gobernar con honestidad y patriotismo. Esto quiere decir que está determinado a defender los intereses de la Nación. Por lo tanto, el pueblo espera de él la implementación de sus intenciones mediante claras medidas de gobierno enderezadas a tal fin. De hecho, recientemente, el Primer Mandatario ha dado a la ciudadanía una prueba de coherencia de actitud al disponer la cancelación del inconveniente y costoso proyecto de maquinización de la presa Yguazú, emprendimiento sospechosamente administrado por altos funcionarios de la ANDE, en connivencia con un grupo de interés escudado tras la consultora japonesa Koei Ltd., contratada para el efecto.

Lamentablemente, el mazazo propinado por el Presidente a los concusionarios de la ANDE al parecer no ha sido suficiente, al menos si la realidad económica del país debe prevalecer sobre la angurria de funcionarios corruptos empotrados en los máximos niveles de la ANDE y sobre las decisiones políticas de mantenerlos en sus cargos.

En efecto, sucede que la engorrosa negociación concretada por la institución con las agencias financieras internacionales para la obtención de empréstitos destinados al financiamiento de las obras de la línea de transmisión de 500 kV de Ayolas a Villa Hayes, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y otras, increíblemente, ha impedido a la industria metalúrgica nacional la posibilidad de proporcionar valor agregado a la cuantiosa inversión que hará el país mediante la provisión de las torres de acero para el tendido de la línea. Esto implica, sobre todo, la inaceptable exclusión de mano de obra paraguaya.

Más allá de la procaz retórica con que el presidente de la ANDE, Víctor Romero, y sus adláteres buscan engañar a los industriales metalúrgicos en cuanto a sus supuestos esfuerzos por hacer rever al BEI su negativa a permitir la provisión de las torres metálicas para la línea, evidencias documentadas prueban lo contrario. Vale decir, son las propias autoridades de la ANDE las que, por alguna oculta razón, han viciado el proceso de financiamiento de las obras en cuestión en cuanto a la legítima participación de la industria nacional en ellas.

Con toda razón, los industriales del sector se han mostrado indignados por la insólita negativa del BEI de permitirles la participación directa en las licitaciones previstas para la construcción de la primera infraestructura de ese tipo a ser financiada totalmente por el Estado paraguayo, mediante préstamo internacional con garantía del Tesoro.

En tal sentido, con abierta franqueza, han señalado que por el tenor de la nota del BEI se puede deducir que la ANDE formuló el pedido de manera capciosa, como para que la respuesta sea la recibida. “Con versos así es que siempre nos dejan fuera”, señaló el Ing. Walter Bogarín al respecto. Por su parte, el Ing. Diego Oddone, del Consorcio Metalúrgico Bicentenario, dijo: “Bajo estas condiciones, el único servicio que queda a las empresas paraguayas es el de montar, alinear, estirar cables, ajustar tornillos y colocar bases de hormigón; mientras que el 100% del suministro será comprado de otros países”.

Retrotrayendo al presente el recuerdo de quien fue el más grande estadista que tuvo jamás el Paraguay en sus dos siglos de vida independiente, la gente tiene derecho a condenar la antipatriótica actitud de las autoridades de la ANDE en el caso de referencia. En vez de procurar, como Don Carlos, maximizar los beneficios que para la economía nacional reporta una inversión en obras de infraestructura propiciando la transferencia de tecnología y valor agregado local, resulta irónico que sean las propias autoridades nacionales las que se encargan de impedirlo, movidos por inconfesables –pero sospechables– intereses.

El presidente Cartes sabe que la productividad, la prosperidad e integridad de los sistemas sociales y económicos que tiene en vista su gobierno solo serán posibles si sus ministros y sus altos funcionarios subalternos actúan con honestidad y patriotismo en la administración de los recursos aportados por los contribuyentes y de los provenientes de préstamos internacionales y donaciones. En tal sentido, con el mismo acierto y patriotismo con el que actuó desactivando el proyecto de la represa Yguazú, debería revertir también el perjuicio contra los intereses del pueblo paraguayo que funcionarios inescrupulosos de la ANDE están a punto de concretar en este caso de la línea de transmisión de 500 kV entre Ayolas y Villa Hayes.

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