El presidente Cartes felicita a gobernadores deshonestos

En un acto público realizado recientemente en Mauricio José Troche, el presidente Horacio Cartes felicitó efusivamente a los gobernadores de Paraguarí, Miguel Cuevas, y de Misiones, Derlis Maidana, por la aplicación del Decreto 1056/13 en sus respectivos departamentos, pasando por alto comprobadas denuncias de numerosas irregularidades cometidas por ambas administraciones departamentales en la implementación de dicha disposición gubernamental. El referido decreto se refiere a compras simplificadas de alimentos básicos que producen en sus chacras agricultores pobres, a ser utilizados en almuerzo/merienda para escolares. El presidente Cartes, en vez de dar un fuerte estirón de orejas a los negligentes y deshonestos gobernadores, ha optado por congratularlos públicamente pese a su desprolija gestión institucional. Con su insólito espaldarazo público a los mismos, el Primer Mandatario ha negado su compromiso de combatir la corrupción y la impunidad prevalecientes en nuestro país que prometió impulsar.

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En oportunidad de un acto público realizado recientemente en la planta alcoholera de Petropar ubicada en la localidad de Mauricio José Troche, departamento de Guairá, en un arranque de actitud populista, el presidente Horacio Cartes felicitó efusivamente a los gobernadores de Paraguarí, Miguel Cuevas, y de Misiones, Derlis Maidana, por la aplicación del Decreto 1056/13 en sus respectivos departamentos, pasando por alto comprobadas denuncias de numerosas irregularidades cometidas por ambas administraciones departamentales en la implementación de dicha disposición gubernamental.

El objetivo primario del sistema de compras simplificadas establecido por el Gobierno en el decreto de referencia es mejorar el precio que obtienen los agricultores pobres por los alimentos básicos que producen en sus chacras con relación a los precios al detalle de los mismos en mercados de abasto y supermercados. Dado que el Gobierno no puede arbitrariamente regular los precios de los artículos de la canasta básica de alimentación, acertadamente decidió ensayar un plan piloto destinado a obviar la onerosa cadena de intermediación que condena a nuestros agricultores pobres a recibir apenas el 20 por ciento del precio al detalle de sus productos, en vez del 40 o 50 por ciento, como sus semejantes de los países desarrollados. Con tal propósito, encomendó a los gobernadores de los departamentos de Paraguarí y Misiones implementar la compra directa de los productores de los alimentos básicos para el almuerzo/merienda servidos a los alumnos de las escuelas públicas de sus departamentos.

En vez de afanarse en la consecución del loable objetivo básico del Decreto 1056/13 impulsando una sostenida y honesta campaña de implementación de la citada disposición gubernamental, los gobernadores Cuevas y Maidana no aguantaron la tentación de “africanizarse”; vale decir, de escamotear ese 20 o 30 por ciento del beneficio de intermediación comercial que debía corresponder a los campesinos agricultores. Para el efecto, y con el reaseguro de la impunidad vigente en nuestro país desde larga data, ambos gobernadores encontraron una forma muy simple y expeditiva para quedarse con la plata aportada por los contribuyentes: sustituir la cadena convencional de intermediación comercial de mercado por una “nomenklatura” criolla propia conformada por funcionarios de su propia gobernación, intendentes municipales políticamente afines, seccionaleros y comerciantes inescrupulosos, que nunca faltan.

De esa forma, con escasas excepciones, a un año de haberse implementado el plan piloto gubernamental, los agricultores pobres de Paraguarí y Misiones continúan recibiendo apenas el mínimo primordial del 20 por ciento de siempre, con lo que la plata pública destinada a incentivar su productividad va camino a convertirse en otro despilfarro más que solo beneficia a la corrupta clase política, que como carga muerta lastra la marcha del país hacia un mejor destino de prosperidad. Lamentablemente, el presidente Horacio Cartes, en vez de dar un fuerte estirón de orejas a los negligentes o deshonestos gobernadores departamentales, ha optado por congratularlos públicamente pese a su desprolija gestión institucional. La actitud del Primer Mandatario es doblemente incoherente. Por un lado, toma abierto partido a favor de administradores públicos presuntamente corruptos, mientras, por el otro, pregona ante la comunidad internacional que su gobierno está empeñado en combatir la corrupción y la impunidad que frenan el desarrollo del país.

Por la majestad del cargo y la dignidad personal que detenta, por ningún motivo un Jefe de Estado o de Gobierno democrático puede hacer apología pública de un delito condenado por la sociedad, como acostumbraba hacerlo el dictador Alfredo Stroessner cada vez que el tristemente célebre seccionalero de la Chacarita Ramón Aquino y sus secuaces garroteaban a los estudiantes de la Universidad Católica. Un reciente ejemplo de la integridad moral que se espera de un Primer Mandatario lo dio en estos días el presidente de los Estados Unidos de América, Barak Obama, quien sin ambages condenó enérgicamente el delito de tortura practicado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de su país con terroristas de Al Qaeda detenidos en Guantánamo y en cárceles clandestinas en otros países del mundo.

Con su insólito espaldarazo público a los cuestionados gobernadores de Paraguarí y Misiones, pese a las muy poco transparentes gestiones cumplidas por ambos en la implementación del Decreto 1056, el presidente Cartes ha negado su compromiso con el combate a la corrupción y la impunidad prevalecientes en nuestro país que prometió impulsar. Asimismo, ha dañado también la credibilidad pública en su gobierno en cuanto a su participación en el mejoramiento del sistema de justicia actualmente en proceso. Es más, su actitud va a contramano de lo que recientemente expresara en Veracruz, México, a nuestra enviada especial, Nancy Espínola: “Queremos llegar a todos los ciudadanos paraguayos y que nos puedan controlar; a todas las personalidades políticas, sobre todo quienes somos administradores, cuánto gastamos, cómo gastamos, y a qué costo compramos las cosas”.

Hasta ahora, el presidente Cartes no ha pasado de la retórica a los hechos en cuanto a su determinación de combatir la corrupción y la impunidad que permean las estructuras de los Poderes públicos. Esta negativa señal del Gobierno, junto con la inseguridad, son los principales factores que están transmitiendo una pobre imagen de nuestro país en el exterior.

De seguir así las cosas, el eslogan del “nuevo rumbo”, pregonado a los cuatro vientos durante su campaña electoral, podría no pasar de tal; pudiendo ser incluso peor en el final que la lírica promesa del presidente Juan Carlos Wasmosy de hacer progresar al Paraguay “cincuenta años en cinco”. Es de esperar que esta situación se corrija a tiempo.

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