La amenaza de los golpistas continúa en pie

El presidente Cartes renunció a postularse a la reelección para el periodo 2018-2023, pero el proyecto de enmienda no ha sido enviado al basurero, como corresponde por violentar la Constitución. Dado que el Mandatario carece de credibilidad, debido a sus reiteradas mentiras con respecto a este deplorable asunto, cabe suponer que otra vez se trata de un ardid para adormecer a la ciudadanía movilizada contra la infame iniciativa. La política criolla ofrece un montón de alternativas que los “líderes” sacan de la galera en los momentos oportunos, y no puede descartarse que, si bien el Presidente anunció que no se presentará a un segundo mandato, si se aprobara la enmienda recurra a alguna de ellas. Se dirá que estas conjeturas son absurdas, pero resulta que los antecedentes del Presidente y el llamativo hecho de que al infeliz proyecto de enmienda no lo haya sepultado en su discurso de antes de ayer, autorizan a sospechar que algo se está tramando, una vez más. La amenaza no está conjurada, así que la ciudadanía debe continuar en pie de alerta mientras el maldito proyecto de enmienda siga contaminando el ambiente.

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El presidente de la República, Horacio Cartes, renunció a postularse a la Presidencia de la República para el periodo constitucional 2018-2023, pero el proyecto de enmienda no ha sido enviado al basurero, como corresponde por violentar la Constitución. Dado que el Mandatario carece de credibilidad, debido a sus reiteradas mentiras con respecto a este deplorable asunto, cabe suponer que otra vez se trata de un ardid para adormecer a la ciudadanía movilizada contra la infame iniciativa. Como la enmienda llamativamente sigue en pie, no sería raro que el hoy ya conocido como persona zigzagueante reanude el asalto en el momento en que lo crea oportuno para satisfacer su sed de poder.

La política criolla ofrece un montón de alternativas que los “líderes” sacan de la galera en los momentos oportunos. De este modo, no puede descartarse que, si bien Cartes anunció su decisión de no presentarse otra vez “como candidato a Presidente de la República”, si fuera aprobada la enmienda de sangre se le ocurra aspirar en 2018 a la Vicepresidencia de la República y, con cualquier maniobra de sus leales, y una Justicia cómplice, reemplace luego al titular del Poder Ejecutivo electo. Cartes, de este modo, no habrá faltado a la palabra empeñada ante el arzobispo de Asunción.

Atendiendo a sus veleidosas actitudes, no habría que sorprenderse si recurre a esa triquiñuela. Es más probable, sin embargo, que sus acólitos aguarden a que la Cámara de Apelaciones confirme el fallo de primera instancia que rechazó el recurso de amparo planteado contra la media sanción del proyecto por parte de 25 senadores que armaron una reunión “mau” en una oficina de la bancada del Frente Guasu, bajo la presidencia de un usurpador.

También podrían estar esperando que la Corte Suprema de Justicia se pronuncie en igual sentido en el juzgamiento de la acción de inconstitucionalidad sobre el mismo procedimiento mafioso. El presidente de la Cámara Baja, Hugo Velázquez, informó que el tema no sería tratado por ese órgano antes de que se pronuncie la máxima instancia judicial, como si ello fuera necesario y sus impulsores no pudieran retirarlo de una buena vez.

Convalidado así el golpe de los senadores, gracias a la genuflexión del Poder Judicial, los diputados golpistas, a su vez, se sentirían autorizados para asestar el zarpazo final y Horacio Cartes a proseguir su campaña, respondiendo al “ruego” de las masas coloradas, que no puede desoír.

Se dirá que estas conjeturas son absurdas, pero resulta que los antecedentes del Presidente de la República y el llamativo hecho de que al infeliz proyecto de enmienda no lo haya sepultado en su discurso de antes de ayer, autorizan a sospechar que algo se está tramando, una vez más. Es descabellado pensar, por ejemplo, que los colorados deseen favorecer la ilícita pretensión del senador Fernando Lugo, cuya candidatura fue ratificada de inmediato por el Frente Guasu tras la renuncia de Cartes a la suya. En su comunicado, esta agrupación, con toda caradurez, afirma que la enmienda es una vía “constitucional y legítima” para habilitar la reelección y que debe ser estudiada por la Cámara Baja. Si el cínico exobispo mantiene su candidatura y el desgraciado proyecto fuera aprobado con el voto de los diputados “cartistas”, la ANR le estaría sirviendo en bandeja la Presidencia de la República.

En vista de que la alternativa que antecede resultaría inverosímil, bien se puede pensar que Horacio Cartes volverá al ruedo en el momento oportuno para disputarle a Lugo en las elecciones el sillón del Palacio de López.

Esta dramática historia solo puede tener un punto final con el merecido carpetazo que se le dé al fraudulento proyecto de enmienda. Aquí no están en juego las intenciones reales o supuestas de Horacio Cartes y de Fernando Lugo, sino la institucionalidad republicana. Aunque en verdad renuncie a toda otra aspiración que no sea la de convertirse en senador vitalicio en 2018, la herida causada al orden jurídico por Cartes y su compañero de ruta seguirá abierta, afectando seriamente la convivencia ciudadana. El inconstitucional proyecto de enmienda, aprobado en una sesión “mau” del Senado, no merece ni siquiera ser tratado en la segunda instancia parlamentaria. Pero sigue allí, pendiendo como una espada de Damocles sobre el país, quizás para que en el momento que se crea propicio, el Presidente de la República o algún otro lo reviva como al Ave Fénix.

La amenaza no está conjurada, así que la ciudadanía debe continuar en pie de alerta mientras el maldito proyecto de enmienda siga contaminando el ambiente.

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