Las usinas binacionales son palancas geopolíticas que Paraguay debe utilizar

Desde el fin de la Guerra Fría, las naciones poderosas del orbe han optado por avanzar sus intereses geopolíticos a través de su poder económico en vez de su poderío militar. Así, las naciones hacen valer sus riquezas naturales de valor estratégico como palancas geopolíticas para avanzar sus intereses en sus relaciones con otros Estados. En ese sentido, como país mediterráneo, el Paraguay ha sido históricamente confinado por Brasil y Argentina como un “prisionero geopolítico” y explotado como tal. Cuando finalmente, por azar de la geografía y de la naturaleza, Paraguay dejó de ser un “prisionero geopolítico”, pasó a convertirse en socio indispensable en las dos grandes represas hidroeléctricas que compartimos con esos dos países. Ese vuelco del destino ha puesto en manos del Gobierno paraguayo una poderosa palanca geoeconómica que hasta ahora no hemos sabido aprovechar por culpa de los venales gobernantes que se han sucedido tras la defenestración del dictador Alfredo Stroessner, el primero en la lista de traidores de lesa patria.

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Desde el fin de la Guerra Fría, con el colapso de la ex Unión Soviética y la emergencia de Estados Unidos como única superpotencia militar del mundo, las naciones poderosas del orbe han optado por avanzar sus intereses geopolíticos a través de su poder económico en vez de su poderío militar. En tal sentido, una de las palancas geopolíticas más poderosas ha sido indudablemente el petróleo, y, más recientemente, el gas natural. Así Rusia, aunque perdió la hegemonía política y económica que ejercía sobre los países de Europa del Este a través del Pacto de Varsovia tras la caída del Muro de Berlín, ha logrado recuperar una parte importante de ella sobre los países europeos merced a la provisión del 40 por ciento del gas natural que utiliza la mayoría de las naciones del Viejo Continente. Por su parte, más recientemente, Estados Unidos, que era un importador neto de gas natural, se ha convertido en exportador de este estratégico insumo energético, gracias a la explotación de los yacimientos de esquisto a través de la innovación tecnológica del “fracking”, y está decidido a utilizar su nueva riqueza natural como palanca geopolítica para contrarrestar la influencia económica de Rusia en Europa. Un efecto colateral de la emergencia de Estados Unidos y Australia, junto con Qatar, como los principales productores de gas natural en el mundo ha sido el estrepitoso derrumbe de los precios internacionales del petróleo, la palanca geoeconómica tradicional.

Este recuento viene a propósito de cómo actualmente las naciones hacen valer sus riquezas naturales de valor estratégico como palancas geopolíticas para avanzar sus intereses en sus relaciones con otros Estados. En ese sentido, como país mediterráneo, el Paraguay ha sido históricamente confinado por Brasil y Argentina como si fuera un “prisionero geopolítico” y explotado como tal. Valiéndose de la llave del acceso al mar en su poder, desde los tiempos coloniales la Argentina ha utilizado la hidrovía Paraguay-Paraná como palanca geopolítica para explotar a nuestro país bajo un régimen colonialista, lastrando su desarrollo económico por siglos.

Cuando finalmente, por azar de la geografía y de la naturaleza, Paraguay dejó de ser un “prisionero geopolítico” y pasó a convertirse en socio indispensable para que ambos poderosos vecinos pudieran explotar el potencial hidroenergético del caudaloso río Paraná con miras a impulsar su crecimiento económico, se dio el vuelco del destino que puso en manos del Gobierno paraguayo una poderosa palanca geoeconómica que hasta ahora no hemos sabido aprovechar por culpa de los venales gobernantes que se han turnado en el gobierno de la República tras la defenestración del dictador Alfredo Stroessner, el primero en la lista de traidores de lesa patria.

En efecto, pese a los leoninos tratados firmados por el dictador con sus pares de Brasil y Argentina para la construcción de Itaipú y Yacyretá, si tras su defenestración, 27 años atrás, hubieran accedido a la presidencia de la República gobernantes patriotas, con visión y coraje de estadista –como lo fue en su tiempo Don Carlos Antonio López–, desde la hora prima hubiesen echado mano de la poderosa palanca geopolítica energética que le corresponde a nuestro país en el emprendimiento hidroeléctrico binacional, activando en consecuencia una relación comercial de conveniencia mutua, de igual a igual en términos de nuestros intereses, e independientemente de nuestro tamaño país.

Esa catastrófica pérdida de oportunidad geopolítica selló el moderno infortunio del Paraguay, que lamentan las generaciones del presente y lamentarán las del futuro hasta que aparezca el gobernante del destino que se anime a empuñar esas poderosas palancas geopolíticas que nos pertenecen y accionarlas en provecho de la Nación, en vez de dejarlas en manos de nuestros taimados socios, como sucede actualmente.

Con esas potentes palancas geopolíticas enclavadas en las usinas hidroeléctricas binacionales en la margen derecha del río Paraná, y con un punto de apoyo en la patriótica voluntad del soberano pueblo paraguayo, accionadas inteligente y firmemente, nuestro Gobierno tiene la capacidad de deslizar las placas tectónicas sobre las que se asientan la seguridad nacional de Brasil y Argentina, forzándolos a revertir la inicua explotación colonialista a la que nos viene sometiendo desde hace medio siglo en ambos emprendimientos hidroenergéticos conjuntos.

Lo que necesitamos para liberarnos de ese trágico infortunio es que en las próximas elecciones presidenciales sepamos elegir al candidato que nos merezca confianza en cuanto a que, de ganar la Primera Magistratura de la República, se empeñará en accionar enérgicamente las palancas geopolíticas que tenemos en Itaipú y Yacyretá para hacer valer nuestro derecho a la repartición equitativa de beneficios en ambas binacionales, conforme con el espíritu de los tratados, si no de sus letras.

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