Necesitamos gobernantes con vocación democrática

El desarrollo de la democracia a través del tiempo en nuestro continente ha permitido, mediante varias reformas, que la democracia representativa admita nuevas vías para que la ciudadanía pueda manifestar su voluntad y demandas. Entre ellas se encuentran la revocatoria de mandato, el referéndum y la iniciativa popular, los cuales forman parte de mecanismos de la democracia directa. Nuestro país optó por el juicio político para remover a ciertos mandatarios y magistrados. No son instrumentos de fácil aplicación, teniendo en cuenta que las autoridades ungidas por el voto popular cuentan, de hecho y de derecho, con férrea protección para evitar que sean manoseadas y, menos aún, destituidas con facilidad. Cuando se plantean propuestas como la reforma constitucional con el cuento de mejorar tales o cuales situaciones, la ciudadanía no se debe dejar engañar ni encantar con los nuevos cantos de sirena, porque en el fondo, el funcionamiento correcto de la democracia depende más del espíritu y de la vocación de sus líderes antes que de la perfección normativa.

Cargando...

La revocatoria de mandato es una figura desconocida en nuestro ordenamiento jurídico que, sin embargo, tiene plena validez en otros países. Se trata de una figura constitucional por medio de la cual la ciudadanía decide remover de su cargo a un representante elegido por procedimientos legales y legítimos, antes de que concluya el período para el cual fue elegido.

El desarrollo de la democracia a través del tiempo en nuestro continente ha permitido, mediante varias reformas, que la democracia representativa admita nuevas vías para que la ciudadanía pueda manifestar su voluntad y demandas. Entre ellas se encuentran la revocatoria de mandato, el referéndum y la iniciativa popular, los cuales forman parte de mecanismos de la democracia directa.

Paraguay no incorporó a su Constitución la revocatoria de mandato por temor a que la misma se convierta en un factor de inestabilidad, de cuestionamientos y disputas permanentes, y en cambio optó por el juicio político para remover a ciertos mandatarios y magistrados. No obstante, son contados los casos en que, tanto el juicio político como la revocatoria de mandato, fueron utilizados hasta ahora para cortar la potestad de presidentes de países con gobiernos constitucionales.

Sin embargo, tanto el juicio político como la revocatoria de mandato son procedimientos constitucionales elegidos libre y democráticamente en cada país, como mecanismos de las sociedades que llegan a un estadio de extrema impaciencia respecto a la mala gestión de los mandatarios.

No son instrumentos de fácil aplicación, teniendo en cuenta que las autoridades ungidas por el voto popular cuentan, de hecho y de derecho, con férrea protección para evitar que sean manoseadas y, menos aún, destituidas con facilidad. Son procedimientos de la democracia que sirven para poner a prueba el compromiso de los gobernantes con la letra y el espíritu del ordenamiento jurídico vigente, así como el carácter personal para hacer frente al ejército de adulones que en todas partes recomienda aferrarse al poder cuando los justificados reclamos exigen abandonar el gobierno.

La última vez que en nuestro país se aplicó el juicio político fue en 2012 para destituir al entonces presidente Fernando Lugo, por lo que la clase política consideró un mal desempeño del mandatario en sus funciones. Lugo demostró una momentánea coherencia con su juramento de respetar la Constitución al aceptar la votación del Congreso de destituirlo, aunque ahora, contradictoriamente, está en campaña pretendiendo la reelección, en abierto desafío a la taxativa prohibición que establece en ese sentido nuestra Carta Magna.

Otra figura similar al juicio político es la empleada en la República Federativa del Brasil que dio como resultado la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff, y la consecuente formación de un Gobierno provisional que la sustituirá, o deberá devolverle el poder si ella logra demostrar su inocencia de las acusaciones formuladas en su contra.

En Venezuela, sin embargo, rige la revocatoria de mandato, figura constitucional que constituyó uno de los factores de la demagogia bolivariana para hacer creer a las masas fanatizadas de que los elegidos son simples empleados del pueblo, de quienes se puede prescindir simplemente cuando se les den las ganas. Los populistas recurren y reavivan las distintas formas de participación cuando se trata de buscar motivos para cambiar la Constitución y amoldarla a sus conveniencias e intereses coyunturales, pero, llegado el momento, no dudan un segundo en negar e incumplir los preceptos constitucionales que afectan a sus planes políticos, como ocurre en este momento.

El pueblo venezolano se hartó de los groseros atropellos a los derechos humanos, de los abusos contra la oposición, contra la libertad de prensa, de la incapacidad de su gobernante y últimamente también de la precariedad y el hambre que padece la población, la cual se ve obligada a cruzar la frontera en busca de alimentos y otros artículos básicos de la canasta familiar.

En situaciones como estas es cuando los pueblos se dan cuenta de la falsedad de ciertos modelos políticos, como el populismo autoritario que aliena a la población generalmente pobre y de baja instrucción cívica y destruye las instituciones republicanas, así como la independencia del Poder Judicial y el pluralismo de la legislatura, además de partidizar las Fuerzas Armadas.

Los venezolanos están comprobando que las iniciativas encaminadas a lograr la revocatoria de mandato tropiezan con obstáculos creados por los propios mandatarios que ellos eligieron, y que prometieron “ante Dios y la Patria” cumplir con todos los preceptos constitucionales. Se están dando cuenta de que su líder no solo ya no los representa sino que los traiciona, y se vuelve en contra de ellos; pero no pueden removerlo porque la Constitución ya no rige en Venezuela, sino la orden del dictador, validada por una horda de adulones con apoyo de las armas y la ayuda ideológica internacional.

Es por eso que, cuando se plantean propuestas como la reforma constitucional con el cuento de mejorar tales o cuales situaciones, la ciudadanía no se debe dejar engañar ni encantar con los nuevos cantos de sirena, porque en el fondo, el funcionamiento correcto de la democracia depende más del espíritu y de la vocación democrática de sus líderes antes que de la perfección normativa, lo que conlleva la gran responsabilidad del elector de elegir correctamente a los mejores postulados, y de tener el coraje de remover los obstáculos para que puedan competir los más aptos y confiables con miras a conducir a la nación, y no los refugos digitados en las “listas sábana”.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...