No bajar la guardia

Tal como estaba previsto que sucedería, la bien justificada y motivada explosión de impaciencia estudiantil desatada en la Universidad Nacional de Asunción tiende a apaciguarse. Sin embargo, la insistencia de algunos grupos estudiantiles en mantener el estado de protesta parece deberse a varios factores. Por de pronto, a la profunda desconfianza que generan las autoridades políticas de la República, la Justicia y las instituciones enclenques que vacilan entre la corrupción, la cobardía y la politiquería. Sospechan (con pleno fundamento en la experiencia) que, tan pronto bajen la guardia, los corruptos descubiertos, denunciados, investigados y –algunos de ellos– procesados serán beneficiados con exoneraciones, privilegios especiales y “olvidos” en el trámite de sus procesos judiciales. Tienen plenos motivos esos estudiantes para temer que el “oparei” acabe por frustrar sus logros obtenidos por la vía de la acción protestataria, aunque hoy, felizmente, deben contar con algo muy valioso que antes de esto no se manifestaba: una ciudadanía que los apoya, una opinión pública plenamente informada de la oscura realidad que ellos supieron develar.

Cargando...

Tal como estaba previsto que sucedería, la bien justificada y motivada explosión de impaciencia estudiantil desatada en la Universidad Nacional de Asunción (UNA) tiende a apaciguarse, como es normal, dadas ciertas circunstancias como la proximidad del fin del año lectivo y la consecuente necesidad de prepararse para los exámenes, recuperar las clases perdidas y normalizar las pendientes y, sobre todo, evitar que los trastornos académicos acaben por hacer perder el semestre a muchos.

Si, en efecto, los estudiantes involucrados en los movimientos de protesta decidieron retornar a la calma por el tiempo que convenga, es algo que debe considerarse una determinación oportuna y sensata, tanto por lo expuesto en el párrafo anterior cuanto porque tal actitud no constituye un retroceso ni una claudicación, sino todo lo contrario: es lo que conviene hacer luego de haber obtenido pleno éxito en varias demandas que, sin lugar a dudas, estaban justificadas por la realidad de los hechos.

Su mejor resultado fue conseguir el apartamiento del cargo del que era rector, Froilán Peralta, actualmente en manos de la Justicia acusado de lesión de confianza. Asimismo, lograron la renuncia de varios decanos, vicedecanos, consejeros, directores y docentes; o estos presentaron su renuncia espontáneamente ante la situación creada y para evitarse malos ratos.

Quedan algunos reclamos pendientes, algunas renuncias exigidas y no obtenidas y ciertos planteamientos dirigidos a la reforma profunda de la institución universitaria, los cuales no deberían ser considerados apresuradamente, menos aún dentro del clima de nerviosismo que impera en este momento, por lo que es aconsejable que las partes involucradas e interesadas en este proceso de transformación se tomen más tiempo para que, con mayor serenidad y mejor organización, todos los representantes estamentales se hallen en mejores condiciones para sentarse a las mesas de análisis, debates y toma de decisiones que tendrán que presidir las profundas reformas que se pretenden para la UNA.

La insistencia de algunos grupos estudiantiles en mantener el estado de protesta parece deberse a varios factores. Por de pronto, a la profunda desconfianza que generan las autoridades políticas de la República, la Justicia y las instituciones enclenques que vacilan entre la corrupción, la cobardía y la politiquería. Sospechan (con pleno fundamento en la experiencia) que, tan pronto bajen la guardia, los corruptos descubiertos, denunciados, investigados y –algunos de ellos– procesados serán beneficiados con exoneraciones, privilegios especiales y “olvidos” en el trámite de sus procesos judiciales.

Sospechan, también, que las actuales autoridades de la UNA, las que entraron en reemplazo de las anteriores, no pueden ser demasiado diferentes a estas, desde el punto de vista ético, sobre todo, por cuanto son personas vinculadas al mismo ambiente político partidario y burocrático de los Froilán Peralta, Antonio Rodríguez Rojas, Juan Gualberto Caballero y los más de cuarenta procesados por “planillerismo” y otras figuras ilícitas parecidas, así como los demás personajes del ámbito académico que actualmente se hallan bajo sospecha de corrupción grave, vinculada a actos de nepotismo e irregularidades administrativas de diverso tipo.

Tienen plenos motivos esos estudiantes para temer que el “oparei” acabe por frustrar los logros obtenidos por la vía de la acción protestataria, aunque hoy, felizmente, deben contar con algo muy valioso que antes de esto no se manifestaba: una ciudadanía que los apoya, una opinión pública plenamente informada de la oscura realidad que ellos supieron develar y la determinación firme de algunos fiscales y jueces de no dejarse amedrentar por los caudillejos influyentes y los inescrupulosos dirigentes partidarios que maniobran para proteger a sus recomendados. Cuentan también con la prensa libre, que montará guardia para vigilar que sus victorias no sean anuladas.

Con este formidable respaldo que citamos, los estudiantes de la UNA –y también los de las demás universidades y colegios de enseñanza secundaria– deberían sentirse momentáneamente bien sostenidos, gratificados, satisfechos y orgullosos, pues es el premio merecido otorgado a sus esfuerzos. En tres o cuatro meses, transcurridas las vacaciones, iniciado un nuevo año lectivo y retomado el hilo de la acción, es de prever que estarán mucho mejor preparados para comenzar el largo proceso que demandará la reforma integral de la universidad, en el orden ético, en el legal-estatutario, en lo administrativo y los demás aspectos que se vienen señalando como viciados o defectuosos.

Hoy llega el momento de la calma y la serenidad, como ayer fue el de la denuncia sin contemplaciones y la acción enérgica e intransigente. En los próximos meses, los estudiantes tendrán la chance de sentarse a debatir qué tipo de nueva UNA se debe fundar entre todos, junto a los adultos que tienen experiencia, conocimientos y recursos. Para cumplir esta misión con solvencia y responsabilidad, tendrán que prepararse, pues la improvisación no les llevará a otro resultado que una gran decepción.

La acción estudiantil debe afianzarse, y para lograrlo, es de esperar que sus líderes sepan medir sus fuerzas y sus tiempos y administrar sus recursos (que no son infinitos), a fin de allegar más éxitos a sus magníficos logros actuales. Deben tener en cuenta que los lobos estarán maniobrando para retornar a sus madrigueras, si es posible, con mayor fuerza.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...