Paraguay debe liberarse del cepo del Mercosur

México, Chile y Perú son miembros del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), que se firmó recientemente, pese a que esos países integran la exitosa Alianza del Pacífico (AP), que crearon en 2008 junto con Colombia. Los países del Mercosur no podrían hoy aspirar a lo mismo, pues el documento conocido como Decisión 32/00 les prohíbe llegar por su cuenta a acuerdos preferenciales con países de extrazona u otros bloques, aunque convengan a sus intereses. Como ya sostuvimos en editoriales anteriores, el Paraguay debe denunciar la Decisión 32/00 si el Mercosur continúa actuando como un cepo cuando algunos de los socios “chicos” intentan algún acuerdo en extrazona, mientras los grandes conciertan importantes negocios sin preocuparse de pedir permiso al bloque. Nuestro país no puede seguir enclaustrado por culpa de la intransigencia de un vecino acostumbrado al proteccionismo cerril. Es preciso que el Paraguay goce de la libertad que tienen los miembros de la pujante AP para acceder a los grandes mercados internacionales, sin necesidad de abandonar el Mercosur.

Cargando...

Doce países del Pacífico, entre los que figuran México, Chile y Perú, acaban de firmar un Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), que podría servir de modelo a otros de libre comercio, que están siendo discutidos. Las negociaciones empezaron en 2008 y no fueron abandonadas por esos tres países latinoamericanos ni cuando en 2011 integraron con Colombia la exitosa Alianza del Pacífico (AP). En adelante, se beneficiarán del libre comercio en virtud de dos importantes convenios, entre los cuales no habrá ninguna incompatibilidad.

Los países que integran el Mercosur no podrían hoy aspirar a lo mismo, pues el documento conocido como Decisión Nº 32/00 les prohíbe llegar por su cuenta a acuerdos preferenciales con países de extrazona, aunque ello beneficie a sus respectivas economías. Cualquier acuerdo o alianza debe realizarse en bloque, lo que les resta a los socios la posibilidad de concertarlos con otros países o bloques aunque sean convenientes para sus intereses.

Como ya sostuvimos en editoriales anteriores, el Paraguay debe denunciar la Decisión 32/00 si el Mercosur continúa actuando como un yugo cuando algunos de los socios “chicos” intentan algún acuerdo en extrazona, mientras los grandes conciertan grandes negocios sin preocuparse de pedir permiso al bloque, como es el caso, por ejemplo, de Argentina con China. Nuestro país no puede seguir enclaustrado por culpa de la intransigencia de un vecino habituado al proteccionismo cerril.

Es preciso que el Paraguay goce de la libertad que tienen los miembros de la pujante AP para acceder a los grandes mercados internacionales, en función de sus propios intereses y en ejercicio de su soberanía, sin necesidad de abandonar el Mercosur. Lo mismo que Uruguay, y más recientemente Brasil, que también desean liberarse de la Decisión Nº 32/00, debe ejercer su potestad soberana de llegar a acuerdos comerciales con terceros países o agrupaciones de países de extrazona, sin estar supeditado a la voluntad o a intereses coyunturales de los demás socios del bloque. Si México, Chile y Perú creyeron oportuno abrir nuevos horizontes comerciales aunque la AP haya hecho enormes progresos en solo cuatro años, con mayor razón han de tener esa posibilidad los socios de un bloque empantanado al cabo de casi un cuarto de siglo de existencia.

En el contexto de América Latina y el Caribe, la AP concentra el 50% del comercio total, atrae el 45% de la inversión extranjera directa y su producto interno bruto de 2,1 billones de dólares equivale al 37%; a nivel mundial ocupa el octavo lugar como exportadora y como potencia económica; sus tasas de crecimiento son elevadas y sus clases medias se van ampliando; el 20 de julio pasado entró en vigor un Acuerdo Marco, que suprime el 92% de los aranceles, estando prevista una eliminación gradual de los restantes. Estos elocuentes datos son el resultado de políticas económicas serias, ajenas a los disparates ideológicos que han convertido al Mercosur en un foro bolivariano antes que en una zona de libre circulación de bienes, servicios y factores productivos, mediante la supresión de los derechos aduaneros, de las restricciones no arancelarias o de otras medidas similares, tal como quiere el Tratado de Asunción. Mientras los mandatarios de la AP han fomentado el comercio intrazona, abriéndose al mismo tiempo al mundo, los de nuestra región se han dedicado a condenar al Paraguay por la destitución vía juicio político del presidente Fernando Lugo, a incorporar a la Venezuela chavista en contra del Tratado constitutivo, a pronunciarse sobre la Franja de Gaza y las Malvinas y hasta a proclamar a Néstor Kirchner y a Hugo Chávez como ciudadanos “ilustres”. Hizo bien, pues, el presidente Horacio Cartes al recordar en su último encuentro con los diplomáticos extranjeros que el Mercosur tuvo un origen económico-comercial, lo que indujo a la embajadora italiana Antonella Cavallari a señalar con tino que, “entonces, se tiene que volver un poco a ese origen, y la pauta principal es concluir acuerdos comerciales”.

Ese necesario retorno a las raíces será entorpecido por el ingreso de Bolivia, aprobado durante la arbitraria suspensión de la membresía paraguaya. En vísperas de la II Cumbre de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, el furibundo bolivariano Evo Morales, para quien “cualquier comercio debe ser de solidaridad y no de competitividad”, amenazó con que su país abandonará el Mercosur si este llega a un acuerdo de libre comercio con la UE. Este destacado vocero de quienes desean que el Mercosur siga subordinando el libre comercio a los prejuicios ideológicos brinda una razón adicional para dudar seriamente de que los fines del Tratado de Asunción vayan a concentrar pronto el interés de los Gobiernos de los Estados parte.

La AP funciona muy bien porque allí se prioriza el libre comercio antes que la retórica populista. Si además se considera la extrema lentitud del Mercosur –las negociaciones con la UE ya llevan dieciséis años–, es palmario que el Paraguay debe estrechar sus lazos con aquel bloque regional, del cual es socio observador desde 2013. En su X Cumbre, realizada en julio último en Paracas (Perú), el vicecanciller paraguayo, Rigoberto Gauto, anunció que, desde su actual presidencia pro témpore del Mercosur, nuestro país “hará lo posible para incrementar el acercamiento del bloque a la AP”. En tal sentido, en su reciente visita a nuestro país, la presidenta chilena Michelle Bachelet abogó por un mayor diálogo entre la AP y el Mercosur, reiterando en otros términos lo que poco antes había apuntado en México, es decir, la necesidad de hallar una “convergencia entre ambos bloques”.

Hasta ahora, ese posible acercamiento no ha entusiasmado a nuestros recalcitrantes socios bolivarianos del Mercosur. Sea que se concrete o no, el Paraguay debe ejercer su derecho soberano a negociar acuerdos de libre comercio con otros países o grupos de países. Ello implica la necesidad de revocar el cepo que conlleva la Decisión Nº 32/00, la que debe ser denunciada por lesiva al interés nacional. Esa camisa de fuerza resulta insoportable para nuestro país.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...