Pirotecnia política para cambiar media docena por seis

El juicio político contra tres miembros de la Corte Suprema de Justicia, decidido por mayoría de votos en la Cámara de Diputados, fue justificado como medida conducente a resolver la necesidad política de iniciar una profunda reforma de la administración de Justicia en nuestro país. Lamentablemente, en la ocasión anterior en que también se empleó esta herramienta constitucional, la “pulverización” llevada adelante a tambor batiente acabó de muy mala manera, reemplazándose a magistrados que, si bien en ese momento estaban siendo cuestionados válidamente, resultaron ser menos malos que los que vinieron a reemplazarlos. Todo indica que el proceso actual seguirá el mismo camino. Lo que la ciudadanía está temiendo que ocurra ahora es que acabemos este proceso cambiando media docena por seis, expulsando a algunos para meter a otros, peones de los dueños de turno del poder, que no serán mejores, repitiendo la experiencia anterior ya mencionada. Y hay que temer también que este publicitado juicio no pase de ser una maniobra de distracción en momento en que la sociedad posa sus ojos en los narcopolíticos y narcolegisladores.

Cargando...

El juicio político contra tres miembros de la Corte Suprema de Justicia, Sindulfo Blanco, Óscar Bajac y César Garay, decidido por mayoría de votos en la Cámara de Diputados, fue justificado como medida conducente a resolver la necesidad política de iniciar una profunda reforma de la administración de Justicia en nuestro país.

Lamentablemente, en la ocasión anterior en que también se empleó esta herramienta constitucional, la “pulverización” llevada adelante a tambor batiente (bajo el régimen de Duarte Frutos) acabó de muy mala manera, reemplazándose a magistrados que, si bien en ese momento estaban siendo cuestionados válidamente, resultaron ser menos malos que los que vinieron a reemplazarlos. Todo indica que el proceso actual seguirá el mismo camino.

Entre otras cosas, se invoca una causa política: que la ciudadanía clama por la reforma del Poder Judicial. Esto es cierto; pero es completamente falaz la manera en que los legisladores que justifican este juicio político emplean este reclamo como abono de sus intenciones.

Lo que la ciudadanía está temiendo que ocurra ahora es que acabemos este proceso cambiando media docena por seis, expulsando a algunos para meter a otros, peones de los dueños de turno del poder, que no serán mejores, repitiendo la experiencia anterior ya mencionada.

Y hay que temer también, con mucha seriedad, que este publicitado juicio político no pase de ser una maniobra de distracción de los legisladores, utilizada tácticamente para desviar la mirada pública hacia otro sector del Gobierno precisamente cuando los ojos y oídos de la sociedad estaban puestos sobre los narcopolíticos y narcolegisladores a raíz de la gran cantidad de revelaciones sacadas a la luz con posterioridad al asesinato del periodista Pablo Medina y su asistente.

No es el cambio de unas cuantas personas, sino la transformación integral, estructural y funcional de la administración de Justicia, como se dijo tantas veces, el objetivo reclamado por la sociedad nacional; sobre esto no hay nada que debatir, y los propios políticos lo exponen así en sus discursos, sea que íntimamente les importe o que les convenga realmente o no el asunto, que esto último ya es harina de otro costal.

Lo que sí constituye un argumento irrefutable es lo afirmado por el diputado Ramón Romero Roa, vocero de la Comisión de Asuntos Constitucionales de su Cámara, al afirmar: “No creo que la reforma se pueda dar con las mismas personas que por varios años son las responsables y nunca presentaron un proyecto para una reestructuración”. En efecto, con la mayoría de estos jueces, magistrados y ministros de la Corte que tenemos en este momento, no se darán la anhelada renovación moral ni el cambio de orientación tan reclamado.

Ocurre que la enfermedad grave que contagia a cada miembro que se adscribe a una “nueva” Corte o tribunal es la politiquería. Lo que la gente denomina “cuoteo político” es el vicio que inficiona todo el proceso y augura que los que vendrán no serán mejores que los que se vayan; o, incluso, que podrían ser peores, según se tiene ya aprendido en la experiencia.

En este momento, los que siempre digitaron a los miembros de la Corte y de este modo convirtieron al Palacio de Justicia en una filial de partidos y movimientos, en una oficina montada para gestionar el tráfico de influencias comandado por politicastros, se largan a afirmar que los responsables de la auténtica renovación de la Corte Suprema son los miembros del Consejo de la Magistratura, encargados, dicen, de seleccionar a “los mejores”. Esto no es más que otra argucia, otra falacia de estos mentirosos profesionales, con la intención de quedar eximidos de responsabilidad en los fracasos posteriores. Cabe recordar, tan solo para desenmascararles, que este Consejo de la Magistratura seleccionador ya existía en los casos anteriores, casos en que no salieron electos “los mejores” por causa de que las ternas se arman afuera, y porque una mayoría de sus miembros también se presta a las maniobras de los que instalan a sus ahijados y recomendados en dichas ternas. Los senadores y diputados fueron siempre y siguen siendo los más activos “participantes” de los conciliábulos previos a una de estas elecciones; y todavía se permitieron, en alguna ocasión, rechazar ternas completas porque sus integrantes no cumplían sus “requisitos”.

El juicio político contra estos tres miembros de la Corte Suprema de Justicia podrá estar justificado o no, lo que se verá mejor durante este proceso. Lo que su resultado, cualquiera sea, no asegura en absoluto es que produzca el efecto de servir de punto de partida para la tan anhelada moralización y profesionalización de los tribunales. Todo parece indicar que estamos ante otra aventura ruidosa pero intrascendente de nuestra pequeña política para que el statu quo permanezca intacto.

Toda la podredumbre que inficiona los tres Poderes del Estado continuará incólume mientras las fatídicas “listas sábana” permitan a los impresentables de siempre perpetuarse en el poder para continuar pisoteando los anhelos de la población de vivir en un país más justo y más honesto.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...