Se deben despejar todas las dudas

El súbito enrarecimiento del clima político sucedido desde el día de ayer, después de que el país hubo entrado en lo que se anunciaba como un positivo proceso de certidumbre y confianza respecto a los documentos e informes oficiales acerca de las últimas elecciones, provino de la denuncia de supuestos hechos irregulares que, a estas alturas, son suficientemente conocidos de la opinión pública. Líderes de la oposición mencionan la presunta adulteración de cifras y modificaciones arbitrarias de transmisión de resultados, en los cuales aparecen como ausentes personas que efectivamente sufragaron, como consta en sus certificados. Asimismo, aparecen numerosas cifras que difieren entre las consignadas en las actas de las mesas y las que se transmitieron a los centros de cómputos. Las sospechas de fraude que se denuncian son, sin duda, el asunto más delicado de tratar en este instante, asunto que exige calma, mente fría y mucho detenimiento, porque lo que está en juego es de gran importancia para la paz y la convivencia general como para no aconsejar apresuramientos. Se deben develar todas las dudas para la pacificación de los ánimos y para que el nuevo Gobierno que surja de estas elecciones no comience su gestión en el marco de la sospecha y la incertidumbre.

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El súbito enrarecimiento del clima político sucedido desde el día de ayer, después de que el país hubo entrado en lo que se anunciaba como un positivo proceso de certidumbre y confianza respecto a los documentos e informes oficiales acerca de las últimas elecciones, provino de la denuncia de supuestos hechos irregulares que, a estas alturas, son suficientemente conocidos de la opinión pública por habérseles dado rápida divulgación por medios de prensa y redes sociales.

Líderes de la oposición mencionan la presunta adulteración de cifras y modificaciones arbitrarias de transmisión de resultados, en los cuales aparecen como ausentes personas que efectivamente sufragaron, como consta en sus certificados. Asimismo, aparecen numerosas cifras que difieren entre las consignadas en las actas de las mesas y las que se transmitieron a los centros de cómputos.

Más allá de las acusaciones de anomalías que se formulan de modo particular y que podrán ser aclaradas o desmentidas por el correcto juzgamiento de las actas, lo alarmante es el cruzamiento de inculpaciones que están proliferando y que tienen el nocivo efecto de crear irritación y despertar tendencias agresivas en las comunidades y en los grupos. Algunos acusan a los colorados de fraude generalizado, otros denuncian que colorados y liberales se pusieron de acuerdo para robar votos a los minoritarios, otros sostienen que algunas autoridades de mesa adulteraron los resultados según pactos de conveniencia ocasional, y así sucesivamente.

El hecho de que estos comicios estén siendo observados de cerca por delegaciones respetables, como la de la Organización de los Estados Americanos y la de la Unión Europea, debió haber obligado a las autoridades de mesa de todo el país a ser más responsables y prudentes en su misión. Hoy, como consecuencia de sus ausencias, presuntos errores y engaños, las autoridades electorales, ministros, magistrados, jueces, fiscales y funcionarios del TSJE tienen que encarar una situación crítica que en ninguna ocasión anterior, en las últimas casi tres décadas, padeció.

Y esto es muy de lamentar porque instala un umbral de corrosión institucional en un organismo que gozaba de la confianza general en lo que a correctos escrutinios comiciales se refiere. El TSJE ahora tiene que poner su máximo empeño en el proceso de juzgamiento de resultados que está ejecutando, de tal suerte que lo hecho mal o fraudulentamente se corrija antes de que cause mayores males. El futuro de la democracia nacional depende, de pronto y sin que se hubiese esperado, de la honestidad, habilidad y transparencia del trabajo de los escrutadores y sus vigilantes, más que de ningún otro factor.

No está de más señalar que, en oportunidades como esta, no hay que ocultar defectos comprobados de nuestro sistema electoral. La denominada Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) no tiene que ser otra cosa que un mecanismo indicativo y no conclusivo en una elección. Debe servir para tranquilizar a la ciudadanía y aplacar su natural ansiedad, propia de una jornada electoral, pero no debe emplearse para asegurar resultados provisorios como si no lo fueran, dándoles un énfasis contundente de información cierta e irreversible. Por eso, merece una dura crítica el presidente del TSJE, Jaime Bestard, por haber prácticamente proclamado presidente del Paraguay al colorado Mario Abdo Benítez con base en esos resultados preliminares.

Tienen toda la razón los observadores de la OEA al recomendar que el TREP sea sometido a reglas claras mediante una legislación de carácter nacional y su respectivo reglamento, cuyo proyecto deberá reunir a los técnicos más aptos para diseñar el procedimiento adecuado. No se debate si el TREP es útil o dañino, sino cómo se lo puede regular mejor para asegurar que produzca sus efectos positivos evitando los negativos. Porque si en vez de ser un mecanismo para dar certidumbre y tranquilizar a los competidores los irrita y los llena de suspicacia, significa que algo en él no está funcionando como debería.

Las sospechas de fraude que se denuncian desde ayer, sin duda, constituyen el asunto más delicado de tratar en este instante, asunto que exige calma, mente fría y mucho detenimiento, porque lo que está en juego es de gran importancia para la paz y la convivencia general como para no aconsejar apresuramientos. Las manifestaciones de indignación, aunque sean sinceras, no ayudan en nada provechoso todavía. No mientras las actas estén siendo escrutadas y el juzgamiento de las dudosas esté pendiente. Los mecanismos para las denuncias y las comprobaciones son claros y se debe apelar a ellos para subsanar los inconvenientes.

Aguárdese con calma, pues, el término de los escrutinios y juzgamientos que realiza el TSJE; que cada sector político sostenga la confianza que depositaron en sus propios apoderados y veedores, personas que están presenciando el procedimiento y que serán los mejores vigilantes de la corrección final del resultado.

Se deben develar todas las dudas para la pacificación de los ánimos y para que el nuevo Gobierno que surja de estas elecciones no comience su gestión en el marco de la sospecha y la incertidumbre. La paz y la confianza son condiciones esenciales para buscar soluciones a los numerosos problemas que tiene el Paraguay.

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