El casamiento a medias de los aché

Trece novios indígenas aché de la comunidad Cerro Morotî no pudieron casarse por civil por carecer de certificado de nacimiento. Sí lo hicieron por el rito religioso.

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Impecablemente trajeados y con una elegancia única estaban los novios. Las novias lucían radiantes con vestidos blancos, y caminaban juntos hacia el altar, donde el pastor Mario Pérez esperaba a las parejas. Una vez frente al representante de Dios, cada uno daba su consentimiento de que llegaba para participar voluntariamente del acto. Así el religioso estaba siendo testigo del primer casamiento colectivo de indígenas aché, de la comunidad Cerro Morotî, ubicada en las proximidades de San Joaquín, departamento de Caaguazú. El pastor recordaba a cada uno de los contrayentes el compromiso que implicaba formar una familia, una responsabilidad que no desconocían, pero que para cualquier religión es oportuno reiterar para que, si alguien quiera desertar, lo haga a tiempo. Y llegó el momento de darse el consentimiento y todos dijeron el tradicional “sí, quiero”. Y se consumó el matrimonio colectivo religioso de 13 parejas. Los indígenas se casaron por el rito de la iglesia evangélica Fuente de Vida, que tiene su sede en Cnel. Oviedo y en Asunción, y que desde hace más de 8 años es una de las organizaciones que acompaña a los nativos en la superación diaria.

Todo era alegría, hasta que llegó el momento para formalizar la unión en el libro negro. Allí el oficial del Registro Civil, Heriberto Recalde, no pudo formalizar a la voluntad de los contrayentes porque todos los trámites se realizaron con la fotocopia de cédula de identidad, sin embargo, para este acto se necesitaba del certificado de nacimiento. A raíz de esta situación no se pudo celebrar el matrimonio civil. Al término de la ceremonia religiosa ya hubo una fiesta; no obstante el acto civil será en otra ocasión para que la fiesta continúe, “porque hay amor puro entre nosotros, murmuraron algunas parejas”.

El “karai” juez prometió gestionar los documentos para que finalmente se firme el tradicional “libro hû”, que los comprometa como una sociedad única ante la ley civil.

El acontecimiento fue una verdadera fiesta. Fue la formalización de una relación de años de convivencia. El acto demuestra además que los nativos cada día se incorporan a las normas de convivencia del mundo occidental.

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