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En dicha ocasión había dicho que durante la contienda recibió una ráfaga de ametralladora que le rompió la clavícula, pero que eso no le amilanó y pasó su fusil a la mano izquierda para seguir disparando al enemigo invasor. Estuvo los tres años en el campo de batalla.
Vivió hasta sus últimas horas en la compañía Naranjaisy de Villeta y se encontraba bajo el cuidado de Adriana Báez. Tiene una hija, pero nada se sabe de ella.