Puerto Guaraní, comunidad olvidada del Alto Paraguay

PUERTO GUARANI, Alto Paraguay (Carlos Almirón, corresponsal). En la década del ’60 esta comunidad norteña asentada a 750 Km. de la capital del país experimentaba un modelo de crecimiento envidiable, gracias a la extracción del quebracho de sus selvas vírgenes para posteriormente realizar la elaboración del tanino en una fábrica que existía en la comunidad. Al acabarse los quebrachos y al no existir programa de reforestación, la fábrica paró sus actividades y sus directivos se mandaron mudar cargados de un tremendo caudal económico, dejando atrás un pueblo fantasma.

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La población de Puerto Guaraní orillaba los 3.000 habitantes, quienes contaban con las comodidades sociales básicas, como ser un hospital dotado de profesionales médicos e insumos que aseguraban a los pobladores una eficiente atención.

Muchos pobladores se vieron obligados a emigrar a otros lugares en busca de trabajo, quedando en el sitio solo aquellos corajudos que se las ingeniaron para sobrevivir sin recibir ningún tipo de ayuda más que unos pocos ganados vacunos que recibieron como indemnización.

La población actual no sobrepasa los 600 habitantes y la mayoría de ellos se dedica a la ganadería en pequeña escala. Otros tantos dependen de changas ocasionales que se presentan en las grandes estancias que existen en sus alrededores. La población cuenta con una sola calle principal y otras tantas pequeñas ramificaciones que en los días de lluvias se convierte en un verdadero charco.

La comunidad cuenta además con un colegio y escuela dependientes del Estado, un precario puesto de salud y un obsoleto sistema de comunicación caracterizado por los reiterados cortes del sistema de la Copaco.

Como las otras comunidades del departamento, también en esta población se acrecientan los malos servicios de la ANDE, en tanto que en el tema salud también sus pobladores deben sortear barreras a fin de conseguir atención eficiente mientras que los casos de cirugía son trasladados al Brasil.

Y como si fuera poco, los pobladores se encuentran prácticamente aislados, pues la única forma menos complicada de salir de esta comunidad es por el río Paraguay, utilizando las precarias embarcaciones que llegan a la misma, presentando peligro, además de pérdida de tiempo, pues para llegar hasta la ciudad de Concepción, punto final del viaje, se tardan 24 horas aguas abajo y 48 horas aguas arriba; o sea, al retornar.

En forma quincenal llegan a la comunidad estas embarcaciones que, además, surten de mercaderías a los pobladores.

La otra forma de salir de la población es por tierra, pero representa todo un drama, pues se deben sortear 67 Km. para llegar al empalme rutero, pasando por una estancia propiedad de los Rieder, y en dicho trayecto se encuentran 46 portones, cuyos puntos de entrada se encuentran ganeralmente llaveados, por lo que se debe recorrer a pie más de 5 Km. en busca de la llave. Por lo general casi nunca reciben la visita de autoridad alguna, se lamentaba un poblador.
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