Congreso, el más “desprestigiado”

SÃO PAULO (AFP). La indignación por los escándalos de corrupción rodea de incertidumbre las presidenciales de octubre en Brasil, pero los analistas descartan que sirva para renovar el Congreso, una de las instituciones más desprestigiadas del país.

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Siete de cada diez brasileños desconfía de los partidos y casi el mismo porcentaje (67%) del Congreso, según DataFolha. 

La corrupción (con 21%) encabeza la lista de graves problemas de los brasileños, seguida por la salud (19%), según La encuesta de la firma Datafolha de abril. 

El tema está en el candelero desde que la Operación judicial “Lava Jato” destapó en 2014 una enorme trama de sobornos enquistada en el Estado, en torno a la petrolera Petrobras, con implicados de casi todos los partidos. 

“Hay una voluntad de la población de renovar. De hecho, hay un clamor contra la corrupción”, señala Sylvio Costa, director de la consultora política Congresso em Foco.

App anticorrupción 

De acuerdo con el sitio periodístico especializado Congresso em Foco, un tercio de los 513 diputados y más de la mitad de los 81 senadores están bajo “investigaciones criminales o acciones penales”. 

Los fiscales de la “Lava Jato” instaron a votar por políticos con “pasado limpio”, en sintonía con el sentimiento popular sobre la urgencia de cambiar un sistema ampliamente basado en la compra de apoyo -mediante sobornos o reparto de cargos públicos- para poder gobernar. 

Pero aun así, “el escenario más probable es que no haya una gran renovación” en las legislativas, afirma Costa. 

El director ejecutivo de la organización Transparencia Brasil, Manoel Galdino, tampoco cree que las convulsiones de la “Lava Jato” cambien el mapa en el Congreso, “no porque los electores no quieran o no estén preocupados por la corrupción, sino porque los políticos tradicionales van a controlar bastante los recursos de campaña (...) y los nuevos candidatos no van a llegar a los votantes”. 

Una nueva legislación impuso recortes drásticos a los aportes financieros a las campañas, pero esa medida tendría un efecto paradójico.

“Prevemos que más del 70% del dinero de campaña (...) vaya a políticos implicados en escándalos de corrupción”, señala Galdino.

Nulos y en blanco 

En un país donde la votación es obligatoria y los votos blancos y nulos no se contabilizan, los expertos evitan pronosticar un incremento fuerte de esas opciones. 

En 2014, los votos nulos, en blanco y las abstenciones sumaron 29%. 

En la elección de gobernador del estado de Tocantins (norte) en junio, los votos en blanco y nulos y las abstenciones llegaron a 49%. 

Gadino descarta una desafección semejante en las presidenciales, “porque las personas saben que el próximo presidente impactará en sus vidas y es mejor que voten por alguien, el menos peor”. Pero “son varios los indicadores de que tal vez no sea posible una importante renovación, por lo menos no ahora, en 2018”, concluye Costa.

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