El conflicto más antiguo del mundo

Los israelitas (mayoritariamente judíos) consideran que Jerusalén es su capital desde hace más de 3.000 años, por razones religiosas y políticas. 

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Desde las dos destrucciones del Templo de Jerusalén y la consecutiva dispersión del pueblo judío, el judaísmo siempre evocó un retorno a Jerusalén. La Ciudad Santa era la capital del reino de Israel del rey David (siglo X antes de Cristo) y más tarde del reino judío asmoneo (siglo II antes de Cristo). 

Sitio santo. Los palestinos (mayoritariamente islámicos), que representan alrededor de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como capital de su futuro Estado. Para ellos, la ciudad también tiene un estatuto religioso esencial: la Explanada de las Mezquitas, lugar desde donde –según el islam– el profeta Mahoma ascendió al cielo, es el tercer sitio santo para los musulmanes. 

Dos Estados. La creación de un Estado palestino que coexista en paz con Israel es la solución de referencia internacional al más antiguo conflicto político-religioso del mundo. 

Posición. En 1995, el Congreso estadounidense aprobó una ley que establece que “Jerusalén debía ser reconocida como capital de Israel”, y que la embajada sería transferida a esta ciudad el 31 de mayo de 1999. Desde entonces, los presidentes de EE.UU. aplazaron dos veces por año la mudanza de la sede diplomática. 

Era Trump. Durante la campaña electoral, Donald Trump, se comprometió a reconocer Jerusalén “como la capital indivisible del Estado de Israel”. Desde que asumió la presidencia postergó el traslado una vez, escuchando quizás las advertencias sobre el riesgo de que el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén genere violencia en la región.

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