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Avanzando en silla de ruedas, brincando con muletas o apoyándose en prótesis de piernas y brazos, 15 hondureños mutilados provenientes de Progreso (Yoro, norte) llegaron a la capital mexicana tras una travesía de más de dos semanas desde su país –financiada con colectas–, para denunciar las tragedias que se esconden detrás del fenómeno migratorio.
“Pareciera que Honduras está en guerra de tantos mutilados que ve uno por el sueño americano”, dijo José Luis Hernández, de 28 años que en 2005 perdió un brazo, una pierna y parte de una mano cuando resbaló del lomo de “La Bestia”, el ferrocarril que atraviesa México de sur a norte y que es abordado clandestinamente por decenas de miles de migrantes cada año para alcanzar Estados Unidos.
Según el joven, presidente de la ONG Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad, hay más de 450 hondureños en su misma situación que padecen discriminación y no tienen acceso a servicios de salud.
Para estos migrantes, regresar a México no fue fácil, pues volvieron a vivir momentos traumáticos a bordo de “La Bestia”, esquivando la continua amenaza de los grupos criminales que extorsionan, violan, secuestran y asesinan en la ruta migrante.
Estados Unidos y México deportaron en 2013 a 70.658 hondureños.