La escasez y miseria en la Venezuela chavista, narradas desde adentro

Magaly Rodríguez, periodista de la revista “Todo en Domingo” del diario El Nacional de Venezuela, conversó con ABC Color en Buenos Aires sobre la realidad económica actual del pueblo venezolano, enfrentado a una crisis de escasez crónica de alimentos, medicinas y bienes de uso básico.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/53C6OG7XFVHY7KVIXXNAUK7QIU.jpg

Cargando...

Su testimonio revela el sufrimiento que le toca vivir en su país, al igual que miles de sus compatriotas, con el gobierno de Nicolás Maduro.

–¿Cómo es la vida en Venezuela? 

–La situación en Venezuela en estos momentos es difícil, estamos en una etapa de hiperinflación, de mucha incertidumbre, de mucha zozobra económica y psicológica sobre todo, porque cada día y, literalmente, cada hora, se hace más complicado el acceso a muchas facilidades básicas: a medicinas, alimentos.

Los precios aumentan muy, muy rápido y el poder adquisitivo se deteriora también muy rápido.

Hay un control de cambio muy estricto, y eso hace que la mayoría de las cosas se negocien a precio de dólar negro, y en vista de toda la incertidumbre que hay y de la volatilidad de los mercados, eso hace que también los precios se incrementen muy rápido. 

–¿Qué se observa a nivel político? 

–Bueno, a eso se suma que vivimos una situación política tensa, hay mucha concentración de poder en el oficialismo que es el que viene mandando desde los últimos 20 años.

Ha habido consecuencias importantes en una serie de políticas públicas que no resultaron como se esperaba y han confluido en esta situación. 

En estos momentos estamos viendo cosas que no veíamos hace mucho tiempo: gente comiendo de la basura, gente que tiene que inventarse cualquier cantidad de oficios para tratar de llevar el pan a sus casas, niveles de inseguridad importantes por toda la necesidad que hay. Estamos enfrentándonos a todas esas cosas al mismo tiempo.

–¿Cuánto gana una persona como sueldo mínimo? 

–En Venezuela se instauró desde hace varios años un control del cambio muy estricto, donde el Estado es el único que tiene el poder de comprar y vender los dólares legalmente.

Se supone que tenía un objetivo puntual para regular el mercado, pero al final terminó instaurándose siendo bien estricto, o sea el venezolano promedio no puede ir a una casa de cambios a comprar dólares porque sencillamente no están disponibles.

El Estado centralizó todo lo que entra por concepto de venta de petróleo, que es todavía nuestro principal negocio para ellos canalizarlo hacia sus programas y hacia la empresa privada.

Y pasó que se quedó encerrado en políticas públicas y hay dudas de cómo ha sido el manejo de ese dinero.

De hecho, hay una ley de “ilícitos cambiarios” donde está prohibido que los venezolanos obtengan bienes en dólares, o compren dólares de manera irregular digamos, fuera del control.

Pero, bueno, es lo que muchos han encontrado como manera de poder mantener a sus familias.

Porque la situación es tan dura que la gente saca los dolares que tenía guardado, y los utiliza en el mercado negro, y como es tan complicado el acceso a los dólares, eso hace también que el impacto y los precios sean muy altos.

Si calculamos en dólar negro el salario mínimo está ahorita como en 3 dólares mensuales, o sea es una cantidad absurda para que la gente pueda alimentarse, pagar el colegio de sus hijos, pueda pagar su renta, sus gastos médicos.

El precio lo pone el Estado en función de unas variantes que ellos toman, del precio de lo que se recibe por concepto de petróleo, cuya producción ha decaído.

Cuando caen los precios cae la producción también. Es una mecánica que no ha permitido que el mercado fluctúe con mayor comodidad, lo cual también estabilizaría un poco los precios. En la medida en que el dólar se vuelve más caro, todo cuesta más caro.

–¿Se soluciona la vida para el que gana más? 

–Eres ultramillonario porque ganas 50 dólares al mes porque con eso técnicamente puedes hacer mucho, pero la verdad es que puedes estar enfermo y tener los 50 dólares en el bolsillo y no tener la medicina que te hace falta.

Es horrible. Y si lo quieres comprar afuera cuesta 200 dólares.

Los economistas sacan la cuenta de lo que cuesta mantener una familia de cuatro personas, si tienes que pagar un colegio privado, habitación, vestido, alimentos, la cantidad sobrepasa los 20 sueldos.

Pero ¿quién gana 20 sueldos? ¿cuánto tienes que trabajar para ganar 20 sueldos? 

La gente vende sus casas, sus carros; vende todo lo que tiene para poder comprar un pasaje para irse, poder ahorrar y mandarle a sus familias, para sacarlos.

Es parte del drama porque hay muchos migrantes que llegaron a Venezuela: españoles, italianos, portugueses que hicieron negocios y dicen yo mi vida ya la hice, y no me quiero ir. 

¿Cómo vuelvo en este invierno de mi vida? Aquí ya tengo mi casa. Los papás no se quieren ir (entre lágrimas).

–¿Cómo notas todo esto en tu vida diaria? 

–No toma mucho esfuerzo sentirlo, en mi casa vivimos mi mamá, mi hermana y yo.

Mi hermana se fue a Panamá como parte de ese grupo de jóvenes que terminaron la universidad y como se cerraban los mercados, la oportunidad iba a estar en otro sitio.

Los países a los que más estamos migrando los venezolanos son Panamá, Chile, Argentina y Colombia.

Incluso países que por tradición no habían sido nuestros destinos migratorios como Perú o Bolivia, más bien antes los recibíamos.

Estamos llegando a todas partes, la mayoría de la población joven se siente asfixiada por la falta de oportunidades académicas, laborales, para tener familia.

–¿Cómo lo percibes en la salud? 

–La población no tiene acceso a sus tratamientos, pacientes con enfermedades crónicas como la hemofilia han fallecido porque no tienen acceso a los medicamentos.

En la alimentación, cuando empezaron a descontrolarse los precios, el Gobierno hizo que ciertos alimentos sean “inmunes”, tenían que vender harina a dos dólares a pesar de que su costo era mucho mayor.

Se encogió la oferta de los alimentos, empezaron a importarse y son parte de una bolsa que trae papel sanitario, mantequilla, y otros productos.

La frecuencia con que se distribuye no se corresponde con la velocidad con que se consumen.

No es un “regalo”, la comunidad paga, y también son mecanismos que son aprovechados; hay gente que consigue dos bolsas, entonces la vende a un precio más alto a quien no tiene.

El ahorro no me alcanza, es un apagar incendios continuamente.

Hay colectivos, pero son menos, hay gente que se sube en un colectivo y roba a todo el colectivo.

Es un cuero seco que lo pisas por un lado y se levanta por otro.

–¿Hasta cuándo va a aguantar el pueblo venezolano? 

–Se ha perdido la confianza en el Poder Electoral, en los resultados, porque a pesar de la situación el oficialismo “gana” con números superiores incluso a los que tenía Chávez. La situación no era buena, y ahora se ha deteriorado.

La gente se va por tierra aunque le tome 10 días, aunque sea para barrer calles y dé para vivir. 

Ves gente que come de la basura, familias enteras que esperan las bolsas, hay gente que vende café en las calles, recogen vasos ya usados, los lavan y los vuelven a vender.

Si uno parte de la premisa de que Venezuela se ha visto como reserva petrolera, con muchos recursos naturales, la cantidad de dinero que entró daba para muchísimas cosas, pero las cosas han ido de mal en peor.

–¿Qué le dirías a Maduro si lo tuvieras enfrente? 

–Le diría que (se le caen las lágrimas) piense en la cantidad de familias que se han tenido que separar por malas políticas, egoísmos, por cosas que perfectamente se podían resolver con antibióticos.

Me sorprende hasta dónde puede llegar la ambición humana y cómo en defensa de unas ideas se pueda causar tanto daño con tanta arbitrariedad.

Durante muchos años la gente decía: “Chávez no sabe lo que está pasando porque la gente que lo rodea no le explica”. Venimos de un sistema que necesita reconstruirse.

Maduro es el sucesor que Chávez decidió. Hay gente que todavía dice que es chavista pero no madurista.

Yo creo que en Venezuela ya no queda nada por pasar, no ha encontrado una oposición sólida. Hay desconfianza porque no se sabe hasta dónde ellos negocian. 

Lo que más nos va costar es encontrar líderes que tengan el compromiso de afrontar lo que se viene, es difícil imaginar cómo salir de esto.

Venezuela no es un país que le tiene miedo al trabajo, su gente se levanta a las cuatro de la mañana, busca más de un trabajo, hemos recibido a gente que pasó por esto y ahora estamos así.

A nadie le gusta estar lejos de su país.

mirtha@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...