Tráfico de colmillos amenaza aun más al gran yaguareté

LA PAZ (AFP). El tráfico de colmillos de yaguareté se ha disparado en Bolivia. Un lucrativo negocio que tiene como destino el mercado chino, donde las piezas de este felino en condición de vulnerabilidad son usadas como afrodisíacos o joyas.

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En 2014 las autoridades bolivianas empezaron a recibir informaciones sobre el contrabando de estas piezas “a cambio de dinero” en el departamento de Beni, en el noreste, explica Rodrigo Herrera, asesor de la Dirección de Biodiversidad y Áreas Protegidas del Ministerio de Medio Ambiente y Agua.

De acuerdo con expertos, hay fuertes indicios que vinculan el auge de este comercio con la creciente presencia de ciudadanos chinos en el país.

En los últimos años, el gobierno de Evo Morales adjudicó millonarias obras públicas a empresas de China, lo que modificó radicalmente el flujo migratorio: si en 2011 habían ingresado 2.624 chinos, en 2016 la cifra trepó a 12.861.

Esto “ha creado un mercado” y los chinos que ya vivían en el país “han visto este mercado y han disparado ofertas”, estimó Herrera.

La demanda ha azuzado la caza de yaguaretés (Panthera onca), poniendo en jaque a esta especie, de mayor tamaño que el leopardo africano, con el que presenta gran parecido.

Según el experto, cada colmillo puede adquirirse aquí por entre 500 y 700 bolivianos (70-100 dólares), pero llega a cotizarse en el mercado regional en unos 1.700 dólares y en China, hasta en 5.000 dólares.

Pero incluso el cráneo es codiciado, con tarifas que alcanzan hasta 10.000 dólares. Los traficantes rescatan también cabezas, piel y, en el caso de los machos, hasta el pene.

“De cada animal, una persona pobre (generalmente campesina) puede obtener hasta 2.000 dólares, que es mucho dinero” en un país donde el salario mínimo equivale a unos 290 dólares, señala Herrera.

Asunto diplomático

En menos de cuatro años se han interceptado unos 400 dientes, la mayoría cuando eran enviados por correo a direcciones en China.

En ese lapso la justicia boliviana abrió 15 procesos legales, 11 de ellos contra ciudadanos chinos que viven en el país y se dedican a actividades de comercio, en particular de alimentos, según datos oficiales.

Incluso la embajada de China se vio obligada a intervenir: instó a los “ciudadanos chinos que viven en Bolivia a respetar y observar estrictamente las leyes y reglamentos tanto chinos como bolivianos en contra del tráfico ilegal de animales”.

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