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BOA VISTA, Brasil (EFE). “Son unas 4.000 personas en los siete albergues” que ha instalado en Boa Vista el Gobierno brasileño y el resto está en la calle, dijo el general Eduardo Pazuello, responsable de la operación humanitaria desplegada para ayudar a los inmigrantes venezolanos.
Pazuello, designado para dirigir esas tareas por el Gobierno del presidente Michel Temer, apuntó que en los próximos días estarán en operaciones otros dos albergues, a los que se sumarán otros en unas semanas, con la meta de llegar a fin de este mismo mes con la situación “equilibrada” y sin personas en las calles.
Aún así, aclaró que eso dependerá de la evolución de la ola de inmigrantes que, desde inicios del año pasado, ha crecido sin cesar y llevado a Brasil a cerca de 40.000 venezolanos, que escapan de la aguda crisis económica, social y política que atraviesa su país.
Si bien unos 6.000 están aún en esa situación de vulnerabilidad, muchos de los venezolanos que llegaron a Brasil ya han conseguido empleo y cuentan con ingresos que les han permitido abandonar los albergues y sustentarse con su propio trabajo.
Quienes permanecen en locales públicos reciben comida, atención sanitaria, educación, asistencia en la búsqueda de empleo y cuentan con espacios adecuados supervisados por organismos internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que se han sumado a esa labor humanitaria. Para la mayoría, sin embargo, Boa Vista y el propio estado de Roraima, es solamente una escala antes de llegar a otras áreas.