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Es que en el penal correccional de mujeres Casa del Buen Pastor, el diseño y la confección encontraron un lugar donde desarrollarse.
Alentadas por las autoridades penitenciarias, las reclusas decidieron dar rienda suelta a su imaginación y plasmar sus ideas en diseños de ropa para toda ocasión. La destreza de las artesanas del hilar aportaron frescura a los modelos, con delicados apliques de ñandutí, ao po’i y encaje ju.
Las exinternas Graciela Villalba y Lorena Sandoval están al frente del equipo conformado por unas veinte reclusas. El taller tiene 36 máquinas del tipo overlock, rectas y doble rectas.
La singularidad de nuestra artesanía, la creatividad de las diseñadoras y la habilidad de las flamantes modistas dieron luz a hermosos modelos de vestidos de fiesta y ropa casual, que fueron exhibidos en gran estilo, en ocasión de un desfile de moda realizado en octubre del año pasado en el local de la Senatur que, si bien fue el primero, de seguro no será el último.
Precisamente el día en que visitamos el penal encontramos en la sala de espera a Margarita Rizardi, quien se fue a encargar un vestido.
Margarita comentó que era amiga de Villalba antes de su detención y cuando se enteró de la iniciativa, no solamente acudió a hacer sus pedidos sino que llevó a varias amigas, que posteriormente regresaron por cuenta propia, satisfechas por la calidad del trabajo.
“Su trabajo es buenísimo y lo digo no solamente por la amistad. Yo admiro muchísimo el esfuerzo de las chicas y el logro que están teniendo, me encanta la iniciativa para reinsertarse en la sociedad cuando pase esa pesadilla, porque hay muchas realmente que injustamente están acá. Me parece una iniciativa buenísima, muy positiva. Yo recomiendo, hay muchas amigas que ya vienen. Su trabajo habla por sí solo”, manifestó Margarita.
Precisamente la publicidad “boca a boca” les valió encargos de pedidos de uniformes para el Cuerpo de Bomberos Voluntarios, funcionarios de la Cámara de Diputados, Ministerio de Industria y Comercio, además de particulares.
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