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En la fiesta de Todos los Santos es costumbre visitar a los difuntos y anotar intenciones para orar en las misas por los seres queridos fallecidos. Son manifestaciones muy arraigadas en la religiosidad del paraguayo.
Antiguamente, se pasaba el día en los camposantos, donde se rezaba el rosario y se repartía aloja, gaseosa o alguna golosina en nombre de los fallecidos. Si bien esta costumbre ha pasado de moda por el ajetreado movimiento de la ciudad, muchos aún van a los camposantos para rezar, cambiar el paño de la cruz y encender una vela, para luego volver a las labores cotidianas, práctica que se revivirá mañana, en el día dedicado a los difuntos.
La Iglesia Católica llama “santos” a aquellos que han dedicado su vida al Señor. Algunos fueron canonizados, o sea declarados oficialmente santos por el Sumo Pontífice, y por su intercesión se han conseguido admirables milagros. Son varios millares. Pero existe una cantidad de santos no canonizados, que ya “están gozando de Dios en el cielo”. A ellos está dedicada esta fiesta de hoy. Ayer ya se pudo apreciar la presencia de numerosos vendedores en los alrededores de los cementerios ofreciendo flores, velas y paños.