Comunidad indígena progresa con la asistencia de su propio promotor

Yhaka Retã es otra de las comunidades indígenas que alcanzaron el autoconsumo. Un promotor nativo es quien promueve la explotación de la tierra. La Senavitat dejó aquí a medio camino la construcción de casas y la comunidad espera que el presidente Cartes, a quien desean conocer, haga terminar las obras.

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Esta comunidad, ubicada en el distrito de Raúl Arsenio Oviedo, a unos 120 kilómetros al noreste de Coronel Oviedo, abarca una superficie de 1.070 hectáreas. Aquí se da un fenómeno poco usual entre los indígenas: conviven y comparten la tierra las etnias mbya y ava guaraní. Para el cacique y líder espiritual Antonio Alfonso no tiene importancia porque “el indígena es uno solo”.

La palabra imposible no existe para ellos, y cuando hablan de proyectos no se cansan de reiterar que la idea es realizable y que no descansarán hasta alcanzar el objetivo.

“Nos propusimos el autoabastecimiento, y gracias al acompañamiento de nuestro promotor y los técnicos del Ministerio de Agricultura y Ganadería hoy tenemos grandes cultivos de mandioca, maíz, poroto, caña dulce, que nos permiten comer, vender y tener plata”, sostuvo Alfonso. Cuentan igualmente con un vivero que utilizan para reforestar la propiedad, que ya no tiene los montes de años atrás.

En medio de sojales

Al igual que las otras comunidades indígenas de la zona, está rodeada de interminables extensiones de cultivos de soja. En este territorio habitan 135 familias, que totalizan 2.000 nativos.

El promotor Simón Flores es una de las piezas claves de este desarrollo. Este nativo se graduó en técnico agrícola en Caaguazú y es quien orienta a los demás miembros para aprovechar mejor la tierra. También dirige la reforestación de la propiedad. Al respecto indicó que cada familia recibió 50 arbolitos y tiene la responsabilidad de cuidar y acompañar su crecimiento.

En una asamblea

Rolando González es otro de los referentes del asentamiento. El nativo indicó que la comunidad es numerosa y hace unos años, en una gran asamblea, decidieron superarse y se propuso que el trabajo iba a ser la única herramienta para salir de la pobreza. También se puso como meta que los objetivos están para ser alcanzados y que nada era imposible si todos trabajan unidos.

“En la capital dicen que somos haraganes, pero no es así. Solo falta acompañamiento para que el indígena progrese. De aquí nadie ha salido a mendigar y tampoco vamos a permitir que eso suceda. Esa es la decisión de los caciques de la zona”, apuntó.

Recorriendo la propiedad se pueden observar sus cultivos rodeando sus viviendas, algunas de pajas y otras construidas por la Senavitat, que, a propósito, dejó a medio camino varias viviendas porque aparentemente pararon los desembolsos a la constructora.

Más aulas

En Yhaka Retã funciona una escuela a la cual todos los niños y jóvenes tienen la obligación de ir para estudiar. Funciona desde el preescolar hasta el tercer curso. En sus aulas se puede ver una amalgama cultural. Aquí acuden los hijos de los paraguayos, de los brasileños y los indígenas, quienes se prestan entre sí los materiales didácticos para aumentar sus conocimientos.

La institución necesita más aulas y esperan que las autoridades nacionales se acuerden de los nativos y emprendan los trabajos para dotar de más salas de clase a la comunidad.

El director de la casa de estudio es Blas Ariel Gómez, quien informó que ha presentado la solicitud a la Embajada de Japón para que done nuevas aulas, y prometieron que el próximo año comenzarían las construcciones. La escuela se llama Ñemity Maraney, mientras que el colegio, Panambí. El educador pidió igualmente la colaboración de los lectores para que donen a la institución computadoras, porque los jóvenes ya quieren ingresar a la era de la informática.

avelazquez@abc.com.py

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