De la música sí se vive

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Monserrat Maldonado (28) es una cantante lírica paraguaya que con pasión y estudio se abre camino en el mundo operístico. "Yo quería ser como Xuxa o Paulina Rubio", recuerda con una sonrisa perfecta, pero el destino la llevaría hacia una esfera más elevada. Vida, trabajo y sueños transcurren en la capital porteña, entre el estudio de la licenciatura y las presentaciones con el Coro Estable del Teatro Colón.

Monserrat nos esperaba elegante y radiante. La reunión fue en la casa de su primera maestra, hoy amiga entrañable, la profesora María Victoria Real Delor, directora del Conservatorio José Asunción Flores. También participó del encuentro la reconocida profesora de canto Ñeca González, quien recuerda: "La primera vez que oí cantar a Monserrat, me puse a llorar, ¡tenía una voz preciosa! Empezamos corrigiendo de a poquito, viendo que desarrollaba más y más. Cuando acabó de estudiar conmigo llegaba al do sobreagudo, que es nota de soprano". Victoria agrega: "Estamos muy orgullosas de que nuestra alumna haya llegado tan lejos. Es el resultado de la exigencia de los programas de música. Monserrat estudió 8 años, fue constante, sacrificada y tenaz; la recuerdo un día que le pedí que viniera a las 6 de la mañana, justo llovió torrencialmente, pero ahí estaba ella, empapada, puntual y sonriente. Está empezando una carrera, no sabemos qué le depara el destino, pero va segura. No solo canta bien, además es una gran artista que maneja la emoción".   

El comienzo de la felicidad

"Empecé jugando. Mis padres (papá trabajaba en Antelco, mamá era modista) captaron que el canto me gustaba más de la cuenta. A los 13 años mi papá me regaló un teclado y me llevó a estudiar", rememora una Monserrat agradecida, hoy brillante profesional. "Yo quería ser Thalía, Xuxa, de pronto me asusté, no entendía mucho hacia dónde me llevaban las clases, pero me entregué por completo a mis maestras. Ni mis padres entendían, papá decía: "¿por qué no hacen folclore?".   

–Por tu felicidad, ningún arrepentimiento.   

–Es que el lírico te da más formación. La gente admira a los músicos orejeros y está bien, pero también tiene que empezar a valorar el esfuerzo que hacemos los de estudio.   

–¿Seguiste alguna otra carrera?  

–Soy docente por el ISE. Enseñé en escuelas. Oportunidades de trabajo les debo mucho a mis profesoras que me acompañaron siempre. Ellas también me llevaron a la audición en la Uninorte, que fue una gran escuela, ahí interpreté roles de obras de Puccini, Verdi, Wagner…, mi estreno fue nada menos que haciendo de "Suzuki" en Madame Butterfly. En Buenos Aires mis compañeros se sorprenden, porque generalmente son roles para cantantes con mucha trayectoria.   

–¿Es buena o mala esa osadía?   

–Es un orgullo. Lo que estoy viviendo allá comenzó acá, en mi país; poco creemos en lo nuestro, pero tenemos que saber que tenemos profesores excelentes. Ahora comprendo qué cosas tengo que corregir, pero hablo de mi trabajo y experiencias, no sobre lo que me hayan enseñado, en eso me fui impecable.   

–¿Cuándo asumís interiormente tu compromiso de por vida con el arte?  

–(Ríe) Vos sabés que lo descubrí hace años cuando, bailando un tango, se me rompió el pantalón en la parte trasera. El público vio todo. Entonces supe que el escenario era un lugar de vida, donde se sufre y se disfruta, pura adrenalina.   

Al Colón

Corría el 2009, Monserrat llevaba 5 años de trabajo como docente y cantante. "No podía más, estaba agotada, pero necesitaba los dos trabajos. Me sentía mal porque no me estaba cuidando, cantaba en la escuela a la mañana y a la noche en la ópera. Y eso no se hace". La llamada telefónica del tenor Reinaldo Samaniego (compatriota y amigo) que estaba en Buenos Aires trajo aires nuevos. "Me dijo: ‘deberías probar la audición en el Teatro Colón, tu voz es única, vení y arremeté". Con el visto bueno de sus profesoras, Monserrat pensó en un desafío que no sería fácil. "Era un cambio radical, además me acababa de casar. Mi marido (Augusto Matto, también estudiante de canto) me dijo que fuera, que era lo que me hacía feliz. Un año vivimos separados, fue muy duro, por eso decidimos estar juntos". Monserrat partió sola para la prueba y, fiel al consejo amigo, arremetió e ingresó. Este año cursará el 3er. año (de 4 más 2 de maestría) de la carrera de Canto Lírico. "Ellos ven tu potencial, son extremadamente exigentes y la competencia es muy alta. De 70 seleccionados para la audición, solo 3 éramos extranjeros".   

–¿Cómo festejaste ese gran primer paso?  

–Me puse feliz, pero nadie te dice nada, vas y ves si está tu nombre en la lista de ingreso, después te presentás el primer día de clase y conocés al repertorista y al maestro de canto que van a estar contigo los años de carrera. Tenemos materias como Práctica Escénica, Historia del Arte, y hasta el último año Teoría de la Música. Fonética es imprescindible, un idioma cada año: italiano, ruso, alemán, francés e inglés.   

–A tu formación académica le sumaste un trabajo de lujo, ser parte del Coro del Colón.   

–Estoy más que contenta con todo. El año pasado tuve la oportunidad de hacer un concierto en el Salón Dorado del Colón. Con el mismo repertorio fuimos a las ciudades de Salta y Bahía Blanca, parte del proyecto que se llama "Del Colón al país".   

–¿Cuánto mundo abre la música, no es cierto?  

–¡Y cómo! El año pasado fui seleccionada para ir a un concurso internacional de canto en Belvedere, Austria. En Facebook un ex compañero de colegio me escribió: "Tu sueño se cumplió". Hoy puedo decir que de la música sí se vive. Comprendo y siento muy hondo aquello que cantaba Paraná: "Fronteras nunca encontré con mi guitarra y mi voz".   

–¿Tenés planes de regresar?  

–Sí, no quiero resignar una familia por mi carrera, pero antes quiero probar hasta dónde puedo llegar. Ahora mi meta es estabilizarme en el Coro, pulirme, también hacer mi carrera como solista.   

Con un maestro, grande y solidario

Augusto y Monserrat viven en Palermo Viejo, aprendiendo la vida cada día. "Los músicos argentinos son admirables en el reclamo de sus derechos –relata la cantante admirada–, si no tienen las condiciones, no tocan. El año pasado, cuando estuvo Plácido Domingo, aunque no cantó en el Teatro Colón para el público (por problemas gremiales internos), sí lo hizo para el personal. En determinado momento se subió a cantar con el Coro. ¡No lo creí, un maestro, un grande que no pierde la solidaridad!".   

Monserrat finaliza la nota resaltando el amor por su tierra, familia y amigos: "Cuando vengo siempre canto, para mi familia o en las bodas de mis amigas, de gente buena. De lejos, se aprecian más los valores familiares que tenemos en Paraguay". La entrevista acaba con un regalo inolvidable: "Himno al amor" y "Mis noches sin ti" en la emotiva voz de Monserrat Maldonado.

Toquecito profesional

Profesora en teoría y solfeo y profesora superior de canto por el conservatorio José Asunción Flores (Fdo. de la Mora). Desde el 2005 hasta el 2009 integra la compañía de ópera de la Uninorte. En el 2010 ingresa a la carrera de canto lírico en el Instituto Superior del Teatro Colón y  es seleccionada para formar parte, en la misma institución, del coro estable.
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