El Mariscal, uno de los “jinetes del apocalipsis”

Igor Fleischer Shevelev (75) acaba de resumir diez años de investigación histórica de los países del Río de la Plata en dos tomos de 800 páginas. La obra, que tiene pasajes para el debate, se llama “Los cuatro jinetes del apocalipsis” personificados en Pedro II, Bartolomé Mitre, Venancio Flores y Francisco Solano López. Se trata de una obra llena de polémica, quizás con una buena dosis de “antilopismo”. No obstante, hay una redención: la victoria póstuma del Paraguay y el heroísmo de su pueblo.

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Una obra llena de polémica y aspectos históricos que llaman a la reflexión y al debate. Tal vez mucha gente esté de acuerdo con su planteamiento, pero quizás sean más los que estarán en contra.

“El Mariscal López fue tomado prisionero en Cerro Corá, fue conducido a otro lugar y se le dio un lanzazo y otro lanzazo y se le fusiló. No murió en el Aquidabán Nigüi. Silvestre Aveiro, que era su jefe de Estado Mayor, le acompañó hasta el último lugar... Al leer todo el libro vas a ver que López era un asesino en serie, alevoso, le gustaba matar, y toda la gente a la que le gusta matar tenía miedo de morir. Es la sicología de los grandes asesinos. Tienen miedo de morir. Gadafi fue así también. Se escapó, se le agarró en una alcantarilla...”, expone con frialdad y crudeza Igor Fleischer, un ingeniero industrial, apasionado de la historia y cónsul honorario de Rusia en nuestro país.

A su criterio este “retrato” de Solano López lo comprueban Juan Crisóstomo Centurión y Aveiro en varias partes de sus relatos.

También aborda el genocidio en un largo capítulo: “Vas a quedar horrorizado. Era un bestia, salvaje, ese señor. Eso de latigar a su madre. A su hermano le torturó y fusiló. A Venancio López le hizo caminar 500 kilómetros y murió antes de llegar a Cerro Corá a causa del cansancio”.

Estos pasajes de la historia se resumen en el tomo II del libro, quizás el más polémico y apasionado, pero el libro primero aborda la “Génesis de los Estados del Plata: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay”, desde la época de la conquista tras el descubrimiento de Cristóbal Colón hasta finales de la Guerra del 70.

¿Por qué ese periodo? Porque en esa época se consolidan los países de la región, y el que logró esa consolidación de los países del Plata, a cambio de la destrucción total del Paraguay, es el Paraguay.

“El Paraguay fue destruido, aniquilado, la población masacrada, pero logró el equilibro del Plata porque ninguno de los tres países de la Alianza volvió a tener conflictos bélicos entre ellos y tampoco con el Paraguay: en el Brasil se instituyó la República como consecuencia de la Guerra del Paraguay, pues cayó el imperio. Y como consecuencia de la declaración del gobierno provisorio paraguayo en 1869, que declaró abolida la esclavitud, en el Brasil también se abolía al poco tiempo. La Argentina homogeneizó la Nación. Estaba cada provincia por su lado, pero la Guerra de la Triple Alianza consolidó el país como una unidad nacional. Se anexaron los grandes territorios, como Misiones, que eran parte del Chaco, y la conquista del desierto –que llaman los argentinos– que es toda la Patagonia y que lograron incorporar al país”, se explaya y argumenta el autor.

En cuanto al Uruguay dice que siguió su derrotero sin intervención de nadie: “El país tiene una historia que realmente es ininteligible. Para conocer la historia del Uruguay, de la época de la conquista, es muy difícil porque pasaba de mano en mano, de portugueses a españoles, de españoles a portugueses, después de brasileros a argentinos, después de argentinos a brasileros, de manera que ese país como consecuencia de la guerra quedó en un estado de absoluta satisfacción nacional. Pero a costa del Paraguay. O sea, el Paraguay tuvo una victoria póstuma”, sostiene.

No tuvo razón de ser

Igor Fleischer hace hincapié, sobre la base de testimonios de los contemporáneos, en que la Guerra de la Triple Alianza “no tuvo razón de ser”.

Fundamenta que “el Paraguay no tenía ningún motivo para invadir el Brasil, no tenía ningún motivo para hacerle una guerra a la Argentina, que fue totalmente gratuita. El ejército era muy poderoso, pero mal conducido, de manera que en la primera fase de la campaña de Uruguayana se perdió el 50% de los efectivos por nada, porque era una campaña descabellada”, donde hubo terror, genocidio y masivas muertes que, a su criterio, “no pueden achacarse también a la Alianza”.

Comenta que “los combates que hubo en la guerra eran muy sangrientos. Había muchos muertos, inclusive muchos prisioneros asesinados, pero eso era propio de una guerra. En la Argentina cuando había revoluciones entre las provincias era la misma cosa. Acá la muerte era por hambre, el hambre era premeditado porque se movilizó para el ejército a todos los varones. Se decomisaron todas las herramientas agrícolas para fundir y hacer armas. Entonces la agricultura se sujetaba a las mujeres y a herramientas óseas, como omóplato de animales, que era un absurdo”.

“Aparte, la estrategia de la guerra que se hacía en el sur, en el Ñeembucú, ocasionaba que la provisión de alimentos se realizaba desde una gran distancia, de Asunción a Humaitá, y la guerra tenía que estar aquí cerca, en Lomas Valentinas, donde era la última función de López. Ahí sí el soldado iba a tener maíz, poroto, mandioca, batata, tener todo, y seguramente iba a ser infranqueable esa posición”.

A continuación subraya: “Lo que analicé muy profundamente es la causa de la guerra, y no encontré ninguna causa. El mejor momento que vivía el Paraguay era durante la época de paz de Francisco Solano López. No había tropas extranjeras que amenacen al Paraguay. Los conflictos eran en el Uruguay y estaban centrados Argentina y Brasil en ese conflicto a 1.600 km de distancia, que no nos afectaba nada. Era una cuestión de narcisismo, de orgullo, de cumplir un papel en el Plata, que el Paraguay realmente no tenía condiciones de hacerlo. Aparte una guerra con la Argentina significaba el cierre del Paraná y no se podía traer ningún material bélico de afuera. Era una guerra suicida”.

En cuanto a la “victoria póstuma” que asegura haber alcanzado el Paraguay con la guerra, afirma que dio por resultado “lo que pretendía López, que era el equilibrio del Plata, pues la guerra fue una consecuencia de la invasión de los brasileros al Uruguay y también se originó en el hecho de que la Nación Argentina también tenía su intromisión en el Uruguay”.

El equilibrio había desaparecido con países que sometían a otros: “Entonces López intervino para mantener ese equilibrio en la región y lo logró, porque nunca más un país intervino en otro, y eso se le debe a López”, reconoce.

E insiste a modo de conclusión: “Pero, como consecuencia de eso, miles y miles de kilómetros de hueso humano regaban el territorio de la República del Paraguay. Le salió muy caro al Paraguay y no salió beneficiado absolutamente en nada. Recién en la Guerra del Chaco hubo un espíritu nacionalista fuerte y una contribución para sostener la guerra contra Bolivia, y allí comenzó un progreso económico, entre comillas, y sobre todo social”.

El lanzamiento del libro de Igor Fleischer Shevelev coincide con los 150 años del inicio de la Guerra contra la Triple Alianza, que arrancó con la invasión de la provincia de Corrientes por parte del ejército paraguayo. En la guerra hay héroes y villanos. Esta hipótesis la desarrolla el autor, quien también ha hurgado en curiosos pasajes de la historia colonial de la provincia del Río de la Plata, quizás para desmitificarlos, pero esto ya es tema para otra entrega.

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